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CRÓNICAS DE ÁFRICA

Mozambique, sin lugar a dudas

ANA MANSERGAS. 16/08/2015 Siempre que me preguntan con qué país me quedo de los que he conocido en África, nunca dudo. Lo tengo claro. Mozambique. Y además si puedes recorrerlo con una mochila a cuestas y en 'chapa', mejor

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Ana Mansergas

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LEMU (KENIA). Llegué Maputo desde Addis Abeba, Etiopía, una de las ciudades más duras que he visitado en África por su pobreza. De Addis volé directa a Maputo, y llegué a una de las ciudades más lindas que he conocido a pesar de ser una capital, que normalmente no son santo de mi devoción, pero Maputo me encantó. También. Es cierto que nunca es lo mismo viajar un país que vivir en él. Pero yo tuve un viaje excepcional, también iba bien acompañada y además tuve la suerte de caer en buenas manos y de parar el ritmo frenético de viaje que llevaba tiempo como mochilera.

Cuando viajas tanto tiempo seguido como mochilera,  te acostumbras a un ritmo de vida del que no eres consciente hasta que se detiene. Aprendes a vivir de otra manera. Te acostumbras a vivir con la mochila a cuestas, te acostumbras a no tener un lugar fijo, aprendes a improvisar ante las adversidades,  a viajar por la vida. Viajar como mochilera no significa sólo tener una mochila como casa, es mucho más , es una actitud, una manera de entender la vida, el viaje, una manera más liberada de viajar y una forma alejada del viaje convencional.

No es la primera vez que viajaba  como mochilera durante largo tiempo, de hecho es la forma que siempre he elegido para viajar aunque a veces haya llevado una maleta de ruedas. Nunca olvidaré mi primera experiencia. Fue hace diez años, me iba a la India. Un mes antes de la salida desde Londres hasta Goa, estuve preparando la mochila. Todo estaba a punto. No me faltaba de nada, ropa más que elegida, medicinas, saco, chubasqueros, linternas, accesorios varios... La maleta nunca llegó a destino, se quedó perdida en la recién inaugurada T4.

Los dos primeros días no creía lo que me estaba sucediendo. Me costó asumir que iba a viajar un mes por la India sin mi maleta. Pero lo conseguí. Ahora veo que fue lo mejor que me ocurrió. Aprendí a viajar con lo más básico. Lo mínimo. Y me sentí libre, satisfecha y realizada. Había superado una prueba. Desde entonces cuando viajo siempre estoy dispuesta y preparada a que mi equipaje no llegue a destino.

Una experiencia que me hizo aprender, superar adversidades y curtirme más en en el mundo mochilero. Mi mochila no se perdió cuando llegué a Yucatán, México, siguiente destino al cabo del tiempo. Era el inicio de mi segundo viaje de mochilera. Un nuevo reto me esperaba. Viajar cuatro meses con una mochila recorriendo la Ruta Maya. El viaje comenzaba en México, pasaba por Belice, Guatemala, Chiapas, y terminaba en el DF. De ahí volé a Cuba donde estudiaría un Diplomado en Periodismo y Globalización y  salté a Costa Rica y el norte de Panamá. Unos meses en los que seguí aprendiendo a viajar. Y desde entonces no he tenido otra manera de recorrer y descubrir nuevos destinos, Ecuador, Argentina, Chile Bolivia, Perú, Filipinas, Tailandia, Etiopía, Mozambique, etc. Y no todos los país es son fáciles y recomendables para viajar como mochilera.

Mozambique sí que lo es. Es un destino fácil de viajar. Todo está perfectamente organizado para poder recorrer la costa y perderse por sus playas maravillosas con una guía y una mochila a cuestas. Eso si, el transporte y sus carreteras son una prueba de paciencia total. El transporte público son furgonetas llamadas chapas donde su capacidad parece infinita y donde comparten asiento personas y  animales por igual. Es incomodo pero es genial.

Atardecer en la playa de Tofo

Mozambique es un destino maravilloso. Poco peligroso y con lugares con mucho encanto aunque no precisamente barato. La ruta mochilera está más o menos trazada, desde Maputo empiezas a subir a Tofo, archipiélago de Bazarruto,  Ilha de Mozambique, que parece la Cuba de África por su arquitectura,  y terminas en Pemba y sus Quirimbas, maravilloso escenario de playas turquesas y parques marinos protegidos.

Toda la costa tiene un denominador común: playas de aguas azul turquesa y arena blanca,  playas llena de pescadores que con sus barcas de madera se lanzan al mar en busca de la comida del día, playas  donde las mujeres y los niños esperan la llegada del pescado para limpiarlo y venderlo en el mercado. Un mercado típicamente africano con muchas más oferta que demanda, donde todo es susceptible de venderse. Mi mentalidad europea hace ver frente a mi un mercadillo caótico, desordenado, un sinsentido pero lo tienen perfectamente organizado con sus áreas y su orden...  Al más puro estilo africano que empieza a no resultarme tan extraño después de tanto tiempo por tierras africanas.

Viajar como mochilera, en mi opinión, es una actitud que va más allá de organizarte el viaje, encargarte de crear tus propias rutas, informarte de los destinos que quieras visitar, organizarlo todo, estar abierto a la improvisación,  a mi me gusta no saber ni dónde voy a dormir la segunda noche tras la llegada a un país...



Me encanta estar abierta al misterio,  a la aventura y encontrar en otros viajeros la mejor fuente de información. Una información que completa la que ya he encontrado en medios de comunicación (internet, guías, documentales, revistas, radio...). Se trata de una manera de viajar que no siempre gusta, que provoca algunas tensiones cuando estás en ruta, sobre todo si viajas con otras personas, una forma de viajar abierta al cambio, a la improvisación, al acierto, cuando encuentras lugares sorprendentes, y al fracaso, cuando encuentras lo que no te gusta. Una forma de viajar, que si no haces un buen trabajo antes de salir puedes perder mucho tiempo en ruta pues cada día debes planificar aspectos tan sencillos como dónde dormir o qué medio de transporte elegir para el siguiente destino.

Por otro lado, tienes la satisfacción de no ceñirte a horarios establecidos, de elegir sólo lugares realmente especiales para el viajero y, lo mejor de todo, se abre una nueva red social de contactos, se abre un mundo nuevo en el que no paras de conocer a gente nueva, viajeros de todo tipo, gente especial y normalmente formidable, que emite en la misma frecuencia y que enriquece por todas parte eso viaje. Es la maravilla de viajar así.

Y más aún si te encuentras un país con su gente abierta, cercana, alegre y con una energía especial como es la gente de Mozambique. Ahí se nota que fue ex colonia portuguesa, no solo por su idioma portugués sino porque a veces parecen latinos, al menos así lo sentí yo, que emitíamos en la misma frecuencia.

 Viajando en 'Chapa'

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