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CAMBIO DE ÉPOCA

¿Quién controla ahora la música en Valencia?

ROSA SOLÀ. 07/09/2015

Quedan muchos cables sueltos en el organigrama musical

VALENCIA. Las elecciones de mayo de 2015 han producido ya cambios entre quienes gestionaban la música clásica en la ciudad de Valencia. Pero están influyendo también hechos tan poco políticos como las jubilaciones o, como en el caso de Inmaculada Tomás, una defunción desgraciada y prematura. En cualquier caso, varios cargos en el área de música están pendientes de cubrirse mediante un proceso de selección que tenga en cuenta los méritos de cada aspirante, similar en principio al planteado para los museos o el teatro.   

En lo que respecta al Palau de la Música, la anterior regidora de Cultura Mayrén Beneyto, que fue presidenta del mismo desde 1993, quedó fuera de juego al perder el PP la alcaldía de Valencia y, con ella, a su principal valedora, Rita Barberá. Beneyto no tenía ninguna posibilidad de salir elegida, ya que apareció en el último puesto de las listas del PP, aunque Barberá le habría prometido mantenerla al frente del auditorio si seguía de alcaldesa, cosa que no sucedió. Por otro lado, el subdirector de Música, Ramón Almazán, se jubilaba este verano. Con todo ello, la nueva responsable municipal de Cultura, Manuel Muñoz, subdirector del Palau.Glòria Tello, de Compromís, decidió nombrar para substituir a éste a Manuel Muñoz, que ya fue director del recinto entre 1990 y 1991.

Beneyto siempre delegó en Ramón Almazán, con quien posteriormente se casó, el peso de los aspectos estrictamente musicales, algo que no ocultaba ni siquiera en las ruedas de prensa. También se ocupaba Almazán de la intendencia de la Orquesta de Valencia. Otro subdirector del recinto, dedicado a temas de personal, funcionamiento, infraestructuras, etc, era -y es todavía- Alfredo Pascual, esposo de la ex consellera del PP María Ángeles Ramón Llin, y con plaza en propiedad como Director de Relaciones Laborales. El subdirector de gestión es José Manuel García Nestares. Pero nadie debe pensar que, con tantos ayudantes, la función de Beneyto era simplemente decorativa. La línea directa con Rita Barberá le proporcionaba una capacidad de maniobra decisiva: había dinero siempre que el auditorio, de titularidad municipal, lo necesitaba. Beneyto, por otra parte, se reservaba la decisión en otros aspectos: obras y decoración del recinto, normativa del valenciano utilizado en los programas de mano, viajes de (y con) la Orquesta de Valencia, declaraciones a la prensa, otorgamiento de medallas, etc. Parece que su opinión era también determinante en cuanto a la contratación de determinados solistas, y en el mantenimiento o sustitución de los directores titulares de la orquesta. De la orquesta y del recinto, porque tras ser nombrada presidenta del organismo autónomo, nombró a Javier Casal como director, cargo que ostentó entre 1993 y 1996. Las desavenencias entre ambos hicieron que este desistiera, y Beneyto decidió prescindir, desde entonces y hasta el pasado mes de mayo, de la figura del director para ponerse ella directamente al frente como presidenta, algo poco habitual. Eso sí, apoyada por un subdirector de Música. El nuevo subdirector, Manuel Muñoz, tiene contrato por un año, y desde el Ayuntamiento hay un compromiso de abrir un proceso de selección para dirigir el auditorio, buscándose un perfil que conjugue los conocimientos musicales con los de gestión. Queda por ver si, una vez quede cubierta dicha plaza, se amortiza -o no- la de Subdirector de Música.

Davide Livermore, durante la presentación de la nueva temporada. FOTOS: TATO BAEZA.

En el Palau de les Arts, que depende de la Generalitat y no del Ayuntamiento, la nueva administración se ha encontrado con un contrato como intendente y director artístico para Davide Livermore, firmado en los días inmediatamente posteriores a las elecciones del 25 de mayo, cuando la anterior consellera de Cultura, María José Català, estaba ya en funciones. Es cierto que el nombramiento fue anterior (enero 2015), pero a través de un contrato provisional. También fue Català la responsable del cese fulminante de la anterior intendente, Helga Schmidt, por presuntas irregularidades en su gestión. Irregularidades e imputación de diversos delitos que duermen en uno de esos atascos judiciales españoles, de corte kafkiano, donde nadie sabe cuándo va a ser absuelto o condenado, porque nadie sabe cuándo va a ser juzgado. A raíz de su destitución, los medios se hicieron eco de lo que se consideraba un "salario excesivo", pero rápidamente tuvieron que anunciar que el nuevo intendente iba a cobrar lo mismo, y, además, sin exigírsele las incompatibilidades y la exclusividad que figuraban en el contrato de la austríaca. De esta forma, Livermore, que es director escénico, se ha asegurado el poder trabajar en otros teatros y, al mismo tiempo, se ha comprometido a dirigir en Les Arts dos espectáculos por temporada, que se suman al sueldo como intendente. También tiene dietas, porque su domicilio familiar está en Italia, y mantiene asimismo la dirección del Centro de Perfeccionamiento Plácido Domingo, donde comenzó en 2013. Resumiendo: gana el doble que Helga Schmidt.

Es cierto que estos son los precios de mercado en la ópera si se quiere garantizar un mínimo nivel de calidad, pero no resulta muy estético el haberse asegurado la dirección de dos espectáculos al año durante los cuatro que dura su contrato, aunque se haga así también en otros sitios. Al parecer, hay malestar en la consellería por el montante de su remuneración, aunque nadie debe engañarse ni abrigar grandes esperanzas de encontrar a alguien que lo haga bien por menos dinero. El propio Livermore, que conoce el terreno, resumió el problema en una entrevista concedida el pasado mes de mayo con una pregunta retórica: "¿Quieren de verdad los políticos un teatro de ópera?". Lo que quería de verdad la administración anterior era quitarse de encima a Helga Schmidt al precio que fuera, y se toparon en Les Arts con un italiano de reflejos rápidos y conocedor del mundo operístico, que estaba allí en el momento adecuado. Habrá que ver el resultado. Por otra parte, la gestión económica de Les Arts la está llevando, como en los últimos tiempos de Helga Schmidt, Francisco Potenciano.

El fallecimiento de Inmaculada Tomás ha dejado también descabezado el antiguo Institut Valencià de la Música (denominado desde hace un tiempo con el mucho más farragoso nombre de ‘Subdirección de Música de Culturarts'), del que depende orgánicamente el Cor de València y que realiza una importante labor en el campo de la recuperación y difusión de la música valenciana, así como en la atención a repertorio poco atendido desde otras instituciones: música antigua, contemporánea, jazz, folklore, etc. Al parecer hay algún tipo de dificultad administrativa para cubrir la plaza a partir de un concurso público y abierto, pero sería importante resolverla pronto para llenar el vacío que dejó Inmaculada Tomás con un gestor que emulara su incansable actividad, su voluntad de cubrir huecos y su escasa afición a salir en la foto.

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1 comentario

Josep Ruvira escribió
08/09/2015 16:15

Acertada descripción de la actual situación musical valenciana.

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