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VALENCIA. Al actual subsecretario de Educación le encanta estudiar: está preparando su tesis doctoral sobre el 'Plan Ibarretxe'... Es uno de los elegidos para formar parte del think tank de Presidencia que elabora el programa electoral 2011. Está en Facebook aunque no es un habitual. Más que las redes sociales, lo suyo es relajarse con su serie favorita, 'The Walking Dead' (una de zombies).

Mariano Vivancos (Valencia,1971) iba para administrador civil del Estado, pero prefirió estudiar Derecho, Ciencias Políticas, Sociología y dedicarse a la política. Ésta llegó en la Facultad de la mano de Rafael Blasco; sus otras oportunidades se las brindaron Juan Cotino y Francisco Camps. A los 27 años lidiaba como subsecretario de la Conselleria de Bienestar Social, después pasó por Presidencia y actualmente es subsecretario de la Conselleria de Educación. 

-¿Qué se siente al ser uno de los elegidos en el think tank del programa electoral de su partido?
-Somos muchos pero bien avenidos. Tenemos la tarea ilusionante de generar un menú atractivo para las próximas elecciones. Y el plato fuerte será el de economía.

-¿Será el chef de educación?
-Pues no, ese es mi hándicap. Colaboro en territorio, cultura y señas de identidad.

-¿La política le conquistó en la universidad?
-Sin duda. Éramos la oposición. Recuerdo una visita de Zaplana y Aznar a la universidad y un encuentro posterior con el grupo del que formaba parte que terminó de convencerme y saber que quería estar en el PP.

-¿Cómo pasó de las ideas políticas a los cargos?
-Bueno, antes pasé por la acción en la sombra. Cuando estaba trabajando en el departamento de Derecho Constitucional, me llamó Rafael Blasco. Estaba reclutando gente, en principio de los rescoldos de la intelligentsia de Lerma, para preparar la fontanería del partido. De ese grupo hoy algunos ocupan altos cargos.

-A los 27 años le nombran asesor técnico de la Subsecretaria de Planificación y Estudios de la Presidencia de la Generalitat Valenciana, ¿no es mucho cargo para alguien tan joven?
-No. Estaba cerca de los 28 años. Fue una buena escuela tanto para el gobierno valenciano como para el proyecto en el que milito y ocupo cierta responsabilidad.

-¿Era tan precoz en su parcela personal?
-No, pero ya tenía los cimientos. A mi novia, hoy mi mujer, la conocí en Nuevas Generaciones, por lo que nuestros vínculos son además políticos. Ella sigue en activo, pero en el ayuntamiento.

-¿A qué padrinos les debe su futuro?
-He tenido varios. Vicente Pérez Plaza, me dirigió varios proyectos de investigación en la Politécnica y me presentó a Rafael Blasco. De la mano de Juan Cotino dejé la fontanería y entré en política activa como jefe de gabinete en la Delegación de Presidencia, y con Francisco Camps trabajé en Presidencia en 2003.

-¿Cómo democratacristiano cree que las familias del PP han hecho una tregua?
-En el PP no existen familias como en el PSOE. Me llevó muy bien con todos mis compañeros. A veces las rivalidades, que son humanas, se acentúan más en unos medios de comunicación que en otros por cuestión de estrategia.

-¿La sangre política corre por su familia personal?
-No. Mis padres son apolíticos y mi abuelo fue diputado provincial, pero en los tiempos de Franco.

-En política, ¿qué pesa más, saber hacer o guardar las formas?
-Ambas cuestiones. A veces más que la capacidad e inteligencia de una persona es más importante estar en el lugar y momento apropiado.

-Lleva la mayoría de su vida profesional en política, ¿cuál es su opinión respecto al eterno debate sobre si el político tiene que ser un profesional de la misma o vivir de la política?
-Los políticos modernos se han profesionalizado. Hay teóricos políticos que esto lo enjuician de forma negativa. Creo que una 'pasadita' por la empresa privada viene bien, pero también tenemos un nuevo perfil de político profesional que es el de gestor público. Hoy se pide menos política y más gestión. Hay más gente preparada para esta tarea en el sector público que en el privado.

-¿Estando donde está, qué metas se plantea?
-Una inmediata es conseguir el doctorado y presentar con éxito mi tesis sobre el Plan Ibarretxe. En política estoy a gusto y éste es un buen momento para estar en el PP, pero el futuro depende de decisiones que me trascienden.

-Las encuestan les auguran goleada en la Comunidad Valenciana, ¿desde esa perspectiva se sigue viendo al PSOE como un doberman?
-Hay muchos PSOE. El de Madrid es un auténtico doberman en determinadas políticas e instrumentalizaciones, y otros como el PSPV no pasa por los mejores momentos de su historia. Creo que aunque el horizonte electoral del PP es positivo, la actitud del gobierno de Zapatero respecto a la Comunidad Valenciana es la que está lastrando el potencial electoral del PSPV.

-¿En materia de educación qué medidas van adoptar para mitigar la crisis económica?
-Algunas medidas nos vienen impuestas como el recorte salarial, pero hemos tomado otras vinculadas a los recortes de equipos docentes que no merman la calidad de la enseñanza. Ese ahorro presupuestario será trasvasado a otras partidas presupuestarias como becas, gratuidad de libros, construcción de centros...

-¿El próximo curso escolar será el último de los barracones?
-Bueno, eso nos gustaría, pero siempre hay un contingente de unidades modulares que reclaman los colegios que no puedes eliminar. Así que el fin de los barracones hoy por hoy no ha llegado.

-¿Con la cantidad de actividades extraescolares que usted realiza no vive estresado?
-Ansioso, vivo ansioso. Estiramos el tiempo para poder llegar a todo, a veces a costa del tiempo personal.

-Está en CIEGSA, en el AVAP, en la Fundación para la investigación del Audiovisual, en EPSAR... ¿tan preparado está?
-Ya me gustaría. Son cargos institucionales temporales que te van encomendando. Cuantos más años llevas en la Administración por más áreas pasas. He estado en Presidencia, en Bienestar Social y Educación. Es bueno tener un background de conocimiento para estar más seguro en el sector que ocupas.

-¿Se considera un superdotado?
-Pues no. Estudié en los Maristas y allí me cargaban bastante. Sobre todo las matemáticas y la literatura, pero tuve la suerte de caer bien a la profesora que se tomó como empeño personal el que aprobara. Y así levanté el vuelo.

-¿Era el jefe de su clase?
-Llegué a serlo tanto en el colegio como en la universidad, pero fui un niño normal. No me gustaba el deporte, sí los soldaditos de plomo.

-¿Se manifestaba?
-Alguna vez. Y lo sigo haciendo.

-¿Contra la enseñanza?
-En mi juventud contra la política universitaria porque considerábamos que culturalmente era minoritaria frente a las demandas sociales.

-Su curriculum denota pasión por el estudio, ¿sigue siendo un eterno estudiante?
-Aprender a aprender es una dinámica que no puede detenerse. La gestión pública te permite aprender cuestiones que ni te planteabas. He superado mi trauma con las matemáticas con tantos cursos que he tenido que realizar.

-¿Siempre quiso ser abogado?
-La verdad es que iba para administrador civil del Estado y lo intenté. Recuerdo que me llamaron para que les leyera el examen.

-¿Y eso?
-Bueno, es que cuando era joven me machacaron en el colegio con que no se entendía mi letra y entonces tomé la decisión de escribir siempre en mayúsculas. Pero se seguía sin entender, por lo que me llamarón para leer el examen. Me ha pasado varias veces.

-¿De qué va su próximo curso?
-Ahora voy a tomarme unas vacaciones de lo académico y centrarme en la campaña electoral.

-¿Le hubiera gustado ser maestro?
-Cubrí mi expectativa siendo profesor universitario. Descubrí que genera adicción.

-¿La ideología sigue siendo clave?
-Había más ideología en los comienzos que ahora. Existen una serie de principios, una línea roja que no puedes traspasar por conciencia, pero el componente ideológico que arropaba a los partidos se ha perdido. El éxito de la tercera vía fue ese precisamente.

-¿Una afición prohibida?
-Ser pirata, bueno lo que nos dejan. Ahora me he aficionado a una serie de zombies, 'The walking theath', que no está mal y a la de 'Mentes criminales'.

-¿Puede una pequeña crítica hacerle perder un buen día?
-Pues sí y una noticia que se me atraviese también. Por eso procuro leer la prensa a toro pasado, por la noche, y así me queda menos tiempo para pasarlo mal.

-¿Cómo alivia sus sinsabores?
-Mis hijos, de cuatro y cinco años, me desconectan. Me tiro al suelo con ellos y viajamos al Oeste.