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Juan Ramón Gil: "Valencia es como una madre poco atenta y Alicante demasiado victimista"

Plaza Privada / MARÍA COSTA. 05/06/2010
VALENCIA. Juan Ramón Gil sigue las noticias por Internet en su casa cada mañana y las relee en la prensa tras comprarla en el kiosco camino del periódico. Su canción preferida es "My way" en la versión de Frank Sinatra. Echa de menos la anunciada vertebración. "Valencia es acaparadora y Alicante victimista". En clave personal colecciona plumas de escribir, le encantan los relojes y los paseos por la playa. Su hija sigue sus pasos.


-¿Se imagina la ciudad de Alicante sin diarios impresos como ya ocurre en algunas ciudades norteamericanas?

-No y no me gustaría porque significaría vivir en una ciudad más pobre. No creo que los diarios digitales resten espacio a la prensa aunque cada día sean más potentes y más autónomos de las ediciones de papel. Es una cuestión de tiempo y reajuste. Hace años se dijo lo mismo respecto a la radio y la televisión; después se comprobó que cada medio que aparecía mejoraba a los demás.

-El diario Información casi trabaja en régimen de monopolio en Alicante, ¿esa circunstancia le ha convertido en un contrapoder dentro de la estructura del poder provincial?
-No. Tampoco trabajamos en régimen de monopolio. El grupo Vocento tiene tres cabeceras en Alicante, El Mundo tiene una edición en la que hay días que publican veinte páginas de carácter local y El País tiene mucha tradición en esta zona. Si miramos las cifras, es cierto que el 56% de los lectores leen Información, pero porque lo eligen ellos, no porque no hayan cabeceras en los kioscos donde elegir.

-¿Y un 56% de lectores no le convierte en un contrapoder?
-Nos da peso ante la opinión pública, las Administraciones y las élites dominantes, pero supone también una mayor responsabilidad. Y por otro lado creo que la prensa siempre es contrapoder aunque sólo venda tres ejemplares.

-¿Y en el caso de las ediciones por Internet?
-En ese caso todavía no ejercen de contrapoder porque los políticos no le dan la importancia que tiene. Sin embargo ningún político hoy en día se plantea una campaña electoral sin contar con Internet.

-¿Con qué debe identificarse un periódico, con la verdad y los intereses generales de la sociedad o con la verdad y los intereses generales de los sectores sociales a los que va dirigido?
-No comparto dicha división. La verdad periodística, que no absoluta, es una y los intereses generales suelen coincidir con los de la sociedad. Puede que haya momentos que no sea así y surja el conflicto, pero se argumenta y poco más.

-Resuma en un titular cómo se ve Valencia desde Alicante.
-"Una madre poco atenta". Es difícil hablar de vertebración en la Comunidad Valenciana. Creo que Valencia es demasiado endogámica y acaparadora y Alicante demasiado victimista. Los dos fenómenos estancan la vertebración.

-¿Cree que la mayoría de los jóvenes periodistas son de izquierdas?
-No. Creo que hay de todo. Ésta es una redacción de edad media muy joven porque hace unos años creamos una plantilla de fin de semana y eso generó una cantera de gente joven que luego se ha ido incorporando a la redacción, pero los hay de todos los colores. Es más, creo que ellos hablan en términos de valores más que de derechas o izquierdas.

-¿Cree que los profesionales de los medios están condenados a mantener pulsos con los propietarios de los medios?
-En parte sí, pero eso forma parte de la esencia y juego de esta profesión. De que exista equilibrio en ambas partes depende el éxito del medio. La información es cara y si es de calidad aún más, porque necesitas profesionales bien cualificados y tiempo. Así pues, tener una empresa equilibrada y que económicamente se gestione bien es una garantía para que los periodistas puedan hacer bien su trabajo.

-¿El periodismo de primera línea es cosa de hombres?
-Para nada. En la redacción hay más mujeres que hombres y la sección de local, una de las más fuertes del periódico la jefa es una mujer. Además el grupo Epi al que pertenece Información es el que tiene más directoras de periódicos en toda España.

-Sin embargo, ¿por qué cree que hay pocas mujeres editoras jefe o directoras en periódicos salvo en medios femeninos o de hogar?
-Porque esta es una profesión sin horarios y esto ha perjudicado a las mujeres que se han incorporado tarde a esta profesión. Pero todo cambiará en un par de años. Además las mujeres son mejores periodistas que los hombres, tienen mayor capacidad de empatía y en periodismo eso muy importante.

-¿Desde un punto de vista periodístico qué diferencia al consumidor de medios de hoy del de hace diez años?
-Que hoy es infinitamente más exigente. Cuenta con más información a su alcance, más capacidad para contrastar la información y te exige más. Hoy en día los errores se pagan caros. Uno de los efectos de Internet es que ha democratizado la información. Hace diez años un director de un periódico podía decir que algo no era noticia si no salía en su medio. Ahora, aunque tengas un 56% de lectores, la historia se publica. La decisión actual es de responsabilidad y tratamiento de las noticias.

-¿Las nuevas generaciones de periodistas están a la altura de lo que se espera de ellos?
-Desgraciadamente no. Tienen currículos con muchísima formación técnica. Ya no es un mérito que hablen y escriban perfectamente inglés porque todos lo hacen. Manejan Windows, Adobe, Photoshop... pero éste es un oficio y hay que quererlo, saber hacerlo y entenderlo. Ahí fallan. Algunos creen que el periodismo es una serie de televisión y una juerga continua por lo que la realidad los desmoraliza. Las facultades de periodismo deberían modificar sus planes de estudio y dar una formación más práctica.

-¿Un caso concreto?
-La mayoría de los alumnos saben más de Internet que sus profesores y éstos no pueden formarlos en ciberperiodismo. No saben cómo moverse en dicho soporte y trasladan los esquemas tradicionales de la profesión a Internet. Está claro que aunque el fondo deontológico sea el mismo, no así las reglas. Los profesores las desconocen y no las pueden enseñar. También observo falta de formación cultural. Siempre se ha dicho que los periodistas somos un mar de conocimiento con un dedito de profundidad. En el caso de los jóvenes periodistas, no es un mar sino un laguito y pequeño. Vienen chavales con notas estupendas que creen que un conseller y un concejal son lo mismo... Sin embargo, de vez en cuando, llega alguien brillante y con ganas y eso te garantiza el futuro.

-¿Cree que está bien valorado el periodismo? ¿De qué son culpables para que cada día se les valore menos en todos los sentidos, tanto económico como de imagen?
-En el tema económico hay una involución. Empezamos ganado poco, conseguimos estandares de calidad de vida y salariales aceptables y ahora se vuelven a perder. En parte por la crisis y en parte por la sobreabundancia de periodistas. En cuanto a la valoración social, es negativa porque lo hemos hecho mal y nos hemos olvidado de la esencia del periodismo, que es contar historias para los lectores y no para las fuentes. Reprochamos a los políticos cosas que nosotros hacemos igual. Nos hemos acercado demasiado a los poderes en lugar de estar enfrente y vigilantes. Nos hemos erigido en jueces, policías... así que no me extraña que la gente nos valore mal.

-¿Quién cree que ganará la batalla de los medios en el futuro: televisión o Internet?
-No creo que exista tal batalla. Una mejorará a la otra, seguro.

-¿Qué consecuencias puede tener una excesiva oferta informativa?
-Se irá ajustando y los propios demandantes de información consolidarán las audiencias y los medios. Hay que adaptarse a los nuevos tiempos y saberlo hacer para que no te saquen fuera del terreno de juego.

-¿Cree que al final la CAM se ha salido con la suya?
-No, la CAM no se ha salido con la suya. Desde hace tiempo se había hablado de una fusión CAM-Bancaja cuando todos los informes eran contrarios y señalaban la duplicidad de riesgos, y no sólo de personal, que inviabilizaba dicha operación. Esto es, que los empresarios financiados por la CAM y por Bancaja iban a tener el doble de riesgo en caso de aprobarse dicha operación. El centro político de la Comunidad está en Valencia, pero ¿el centro financiero también tiene que estar en Valencia? Pasamos del centralismo de Madrid a un centralismo en Valencia; para eso no ganamos una guerra. En aquellos momentos dividir los centros decisorios sí hubiera permitido vertebrar la comunidad.

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