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Menos mal que nos queda la economía sumergida

Londres Plaza / VÍCTOR JIMÉNEZ. 13/06/2010 Con un 42% de desempleo juvenil y una deuda nacional de 564.100 millones de euros, "¿cómo es que no estalla una revuelta social en España?", se pregunta Patience Wheatcroft, la editora europea del Wall Street Journal. Valencia Plaza le responde: porque los datos esconden la realidad

LONDRES. "El mercado de trabajo sin registrar es enorme", comenta el profesor Colin Williams, de la Universidad de Sheffield, "y vive una época de crecimiento en la mayoría de las economías desarrolladas". Las estadísticas oficiales poseen al menos una virtud: señalan el porcentaje de producto interior bruto, el PIB, que definitivamente no refleja cómo vivimos.

Mis padres confiaban en que le hacían un favor (hay que arrimar el hombro en tiempos de depresión) al primo de una vieja amistad, vecina de Mislata, que embaldosa el baño sin facturar el revestimiento ni la pintura. Así comienza esta cadena de vacíos legales en la hoja de ruta doméstica que finaliza con más del 15% del PIB valenciano en el aire.

Y el 21% del PIB español, según datos que analiza el estudio regional europeo más reciente, que ha llevado a cabo la universidad austríaca de Linz.

Pero no se inquieten. Williams asegura que en 21 de los 30 países miembros de la OCDE, la llamada economía sumergida supera el 13,5% de la producción exacta. El total encubierto equivaldría a casi 4,5 billones de euros, es decir, un volumen 5,6 veces superior al paquete del rescate financiero paneuropeo.

MISTERIOS ECONÓMICOS DEL MEDITERRÁNEO

En todos los sitios cuecen habas. La empresa familiar que debía instalar en julio de 2006 el parqué de mi pequeño apartamento en Londres envió a casa a Tomasz, un joven obrero polaco que volvería a Varsovia en un par de meses y que compartía habitación con otros compañeros con los que había venido a por libras esterlinas, de turismo laboral ...Tomasz se olvidó de preparar el recibo.

Las administraciones odian que sucedan este tipo de descuidos, y usan un lenguaje cada vez más ofensivo: evasión fiscal, incumplimiento de la reglamentación y estándard legales, corrupción. Tanto si se trata de un incómodo "residuo histórico de la correa productiva anterior a la industrialización", como si representa a la criatura bastarda del "tardocapitalismo" mal digerido, la economía sumergida es una vergüenza. O como la describen en Eurostat, el sistema de estadísticas de la Comisión Europea, "son actividades económicas de las que no se informa, que no se contabilizan, cuyo origen es diverso y sobre las que no existe un acuerdo administrativo en la Unión Europea para establecer una categorización única". ¿La consecuencia? que "los datos gubernamentales son inválidos".

De acuerdo con el Ministerio de Economía, el desempleo español es del 20,5%, 4,5 millones de parados, de los que casi un millón y medio no reciben subsidio alguno. De hecho, si lo hicieran, el déficit estatal no sería del 11,2% del PIB sino del 15,1%, según los cálculos de Bloomberg. Sin embargo, la desocupación en España no ha c aido por debajo del 8% desde hace décadas, lo que contrasta con el actual 8,8% en Italia o el 9,7% en Francia (más de 11 puntos menos del nivel ibérico en 2010, por si no se había percatado).

"A estas horas, los jóvenes deberían estar protestando a las puertas de la Moncloa, no tomando tapas", recitaba esta semana el corresponsal financiero David Tweed en su crónica para Bloomberg Televisión. En febrero, también se planteaba la misma cuestión Patience Wheatcroft, directora de la edición europea de Wall Street Journal.

Alguien podría explicarles que cada año España recibe más de 60 millones de turistas, que esta industria mueve con extrema flexibilidad aproximadamente dos millones de trabajos, y que crea riqueza correspondiente al 11% del PIB estatal. En 2007, el Instituto de Economía de Zagreb indicaba que precisamente los sectores de la hostelería y de restaurantes, y alquileres comerciales o privados relacionados con ambas secciones del mercado, concentran hasta el 65% de la economía sumergida europea ─en Croacia, se situa entre el 28% y el 32,9%- dependiendo de los métodos de observación en uso en los gobiernos comunitarios.

El Mediterráneo, en efecto, exacerba el problema. En 1988, la División de Investigación del Gobierno Federal norteamericano defendía la hipótesis de que la renta informal en el sur europeo era hasta un 15% mayor que en el resto del continente. Las conclusiones del dossier que ha publicado este año la Universidad de Linz y en el que ha participado el profesor Friedrich Schneider, confirman 22 años después que los parámetros se mantienen: mientras en el Reino Unido, Irlanda, Francia y Alemania, la economía sumergida significa entre el 11% y el 15,7% de sus PIB, todos los estados meridionales rebasan el 20%, de España y Portugal (20,9% y 20,8% respectivamente) a Italia (con el 24%) y Grecia (el 26,9%).

Los números desmolarizan a cualquiera. A cualquiera preocupado por el desarrollo empresarial y la eficacia del sistema fiscal. Pero Schneider añade: "sin duda, la economía informal suaviza la recesión entre la masa laboral sin preparación académica y descubre los puntos en los que la política impositiva de un país es deficiente u opresiva". Y esto, ¿es pernicioso?

PREJUICIOS E INMIGRANTES

"Cuanto más salvaje es la competencia de las grandes multinacionales, mayor es la presión por reducir costes y la probabilidad de sumergir parcialmente las actividades económicas de una empresa de tamaño medio para sobrevivir", afirma la economista alemana Liliane Karlinger. Desde 2008, Karlinger sostiene la tesis de que la economía informal europea se disparó en la década de los años noventa y que, lejos de resolverla, las contínuas oleada normativas comunitarias la agravan todavía más.

La opinión académica europea, si bien con prudencia, se muestra igualmente proclive a enfatizar las bondades de la economía sumergida. El profesor Keith Blackburn, de la Universidad de Manchester, ha publicado en la edición de mayo del Economic Studies Journal un estudio que incide en que el trabajo y el comercio informal es una de las respuestas a los impuetos y contribuciones sociales "cuando la arbitrariedad y la complejidad del sistema fiscal son asfixiantes".

Blackburn no sólo expone que la economía sumergida la causan un exceso de "burocracia y regulaciones", sino que constituye una arma de combate "contra la corrupción institucionalizada". Además, la describe como "una fase" en la evolución y consolidación de los mercados financieros regionales.

En la Universidad de Milán, Emilio Reyneri ha colocado el foco sobre España. Su interpretación de las cifras es reveladora: aunque en España cunde la creencia de que la población de inmigrantes contribuye al trabajo desregularizado, "la economía informal ha sido parte del mercado laboral durante toda la era moderna, y los puestos irregulares que ahora ocupan personas inmigrantes (entre un 14% y el 16%) no han surgido con su llegada".

Lo cual, para el profesor Reyneri, justifica la existencia de la economía sumergida. "Tiene la función latente de propiciar la armonía social", observa. Y con el deterioro imparable de las finanzas públicas y privadas, he aquí uno de los escasos valores al alza.

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