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ENTREVISTA con ENRIQUE PÉREZ BOADA, EXDIRECTOR DEL INSTITUTO VALENCIANO DE FINANZAS

"El Banco de España nunca ha querido soltar la competencia de supervisión sobre las cajas"

JOAQUIM CLEMENTE / Foto BIEL ALIÑO. 12/11/2011 Enrique Pérez Boada, exdirector del IVF, rechaza que tuviera la posibilidad legal de atajar el excesivo riesgo que asumieron las cajas de ahorros durante el boom inmobiliario. "Si alguien tuvo las herramientas para pinchar la burbuja fue el Banco de España", asegura

"Visto el resultado, y pese a que la Generalitat objetivamente no debía intervenir en las decisiones de las cajas de ahorros, echo de menos que se tomara alguna decisión para evitar perder las dos cajas". Enrique Pérez Boada, lleva casi dos años fuera del Instituto Valenciano de Finanzas, del que fue responsable desde principios de 2004 hasta finales de 2009. Asegura que ha asistido a todo el proceso con cierta fustración y lamenta la escasa reacción de la clase política y económica local. "Da la sensación de anestesia general".    

-Pregunta. Usted dejó el IVF cuando empezaba el debate sobre la reordenación del sistema financiero en España ¿Cómo ha visto desde fuera la práctica desaparición de las cajas de ahorros valencianas?
-Respuesta. En los primeros meses de 2009 se estaba empezando a fraguar el futuro del sector financiero español. En las comunidades autónomas se estaba abriendo el debate sobre qué hacer con las cajas de ahorros. Algunos gobiernos se pronunciaron a favor de fusionar sus cajas, como en Galicia. Mientras, aquí había un debate incipiente sobre la fusión de las cajas valencianas. Yo reclamé entonces la necesidad de tener la mente abierta, de la necesidad de superar viejos tabúes por los cuales parecía que las cajas valencianas debían fusionarse entre ellas.

-P. ¿No creía en la viabilidad de la fusión Bancaja-CAM?
-R. La cuestión es que uno más uno no iba a dar dos, con lo que era mejor pensar en otro escenario. Dentro del IVF hicimos ciertos ejercicios teóricos. Los llegamos a compartir con el Banco de España, porque fuimos llamados a alguna reunión, con el director general de supervisión. Pero yo salí del IVF y las cosas se desarrollaron de otra forma. Me hubiera gustado que la Comunitat Valenciana tuviera una realidad diferente.

-P. ¿Qué decían aquellos informes, aquellos escenarios alternativos?
-R. Se veían opciones que tenían mucha coherencia, como la fusión de cajas de distintas comunidades autónomas que sí generaban sinergias y economías de escala en el control de los costes. En uno de los escenarios que veíamos con el Banco de España, se llegó a valorar el sacrificar una de las dos cajas valencianas a cambio de que la otra caja pilotara otra gran operación de fusión.

-P. Una opción que, pese a que se barajó, nunca llegó a impulsarse seriamente desde la Generalitat.
-R. Yo trasladé esta opción a alguna persona que estaba por encima de mi [en el escalafón del Consell]. Pero no lo acababa de ver. Y seguramente mucha gente de la calle tampoco lo hubiera visto o lo hubiera entendido Desgraciadamente la realidad ha sido mucho más tozuda. Porque ninguna de las dos cajas valencianas ha liderado ninguna operación sino que ahí están los hechos.

-P. ¿A qué atribuye ese resultado?
-R. Al final el impulsor de la concentración fue, como debía ser, el Banco de España. Pero sí que ha habido interferencias políticas y vanidades personales que han estado por encima de los intereses generales. Y eso es lo más triste y quizá lo que más duela.

-P. ¿Y cómo valora el papel de la Generalitat?
-R. En un banco cotizado se sabe quiénes son los accionistas y quiénes toman las decisiones y sufren las consecuencias positivas y negativas de ello. En el caso de las cajas todo mucho más particular y más difuso. Es verdad que las administraciones públicas debían ser respetuosas con los órganos de gobierno de las cajas de ahorros. Pero no nos engañemos, esos órganos de gobierno estaban tutelados por y en una parte nombrados por la Generalitat o Les Corts, o los ayuntamientos.

-P. ¿Y no hubo un criterio político claro para marcar objetivos?
-R. Viendo las consecuencias, tanto por acción como por omisión, parece claro que a las administraciones públicas valencianas les correspondía tutelar o, incluso, auspiciar determinados escenarios. Pero como todo en la vida, a toro pasado se ven las cosas con más claridad. Se puede criticar que los gobiernos interfieran en las decisiones de las entidades financieras, pero quizá ahora eche de menos que en el momento clave del diseño del mapa estratégico de las cajas valencianas quizá es cuando más respetuosa o cuánto menos han intervenido.

-P. No se puede obviar, en todo caso, que el resultado final está marcado por la herencia que arrastran las cajas de la época de la burbuja inmobiliaria. Usted era el responsable del IVF en ese momento de euforia. ¿Cómo vivió aquellos crecimientos desorbitados?
-R. Tenían poco sentido. Recuerdo que los años 2005-2007 el conjunto de cajas de ahorros en España duplicaron el beneficio. Eso era muy bonito en el corto plazo pero lo que se estaba ya viendo es que los balances crecían a una velocidad bestial, producto no solo de la actividad económica que había si no también de que los mercados financieros mayoristas compraban la deuda de las cajas y de los bancos con titulizaciones o células hipotecarias. La facilidad con que se colocaban esas emisiones inyectaba nuevos recursos al sistema.

-P. ¿Por encima de las posibilidades reales?
-R. La visión del riesgo, que ahora está en el otro extremo, era... no diría ligera... Digamos que en las entidades financieras mandaba la parte comercial, no la de riesgos. No se aventuraba un crack. Pero sí se veía que algo anómalo estaba sucediendo. No tenía sentido. Ahora se ha manifestado las consecuencias de eso.

-P. ¿Y qué responsabilidad tuvo el IVF en esa ligereza en el control de los riesgos?
-R. Es importante aclarar eso, porque siempre se ha dicho que las comunidades autónomas tenían una capacidad supervisora sobre las cajas con domicilio social en esa comunidad. Es verdad que se puede llegar a interpretar algo de eso a la vista de la normativa. Y efectivamente yo, cuando llegué al IVF, pregunté a mis técnicos sobre esto. Pero el Banco de España nunca quiso soltar la competencia de supervisión a nivel de solvencia y disciplina bancaria de las cajas. Y lo defendió en los tribunales. El Gobierno vasco intentó supervisar a sus propias cajas en paralelo y el Banco de España planteó un pleito que ganó en el TSJ del País Vasco en 2007 y en Tribunal Supremo de mayo de 2010 con una sentencia que deja muy claro que las competencias son únicas y no compartidas. Las autonomías nos debíamos limitar a seguir supervisando el nombramiento de los órganos de gobierno y la obra social. Es vedad que han arreciado las críticas contra las comunidades autónomas pero la justicia dijo lo que dijo.

-P. Pese a ello, desde el IVF se conocían las cuentas de las cajas de ahorros y se era consciente de cómo iba engordando los balances y el recurso a las emisiones para financiar créditos..
-R. El anterior gobernador del BdE, Jaime Caruana, hizo manifestaciones periódicas alertando de que se estaba creando una burbuja inmobiliaria en España. Entonces se criticaron esas declaraciones por el Gobierno de España. Nadie quería ver el problema, porque se estaba creando mucho empleo. Parece que a todo el país le venía bien tener una economía casi monocultivo, que generaba mucho empleo, mucho bienestar, mucho consumo, mucha riqueza... Y los bancos que nos financiaban lo seguían haciendo. Los grandes inversores que compraban deuda bancaria lo hacían y lo hacían en grandes cantidades. Todo el mundo pensó que habría un aterrizaje suave y que la burbuja se deshinchando poco a poco. Porque lo que sí que nadie previó es lo que iba a pasar en el verano de 2007 en EEUU.

-P. Si hubiera tenido la oportunidad y el poder, ¿hubiera pinchado la burbuja desde su puesto del director del IVF?
-R. Si alguien tenía los instrumentos para hacer eso era el Banco de España. Y los órganos rectores de cada caja. Pero por encima de ellos el Banco de España, eso es evidente. En este sentido, por ejemplo, no comprendo las declaraciones del gobernador del Banco de España [Miguel Ángel Fernández Ordóñez] calificando a la CAM como 'lo peor de lo peor'. Porque si a él le correspondió en exclusiva supervisar a las cajas de ahorros y todo lo que allí se decidió sobre el negocio, sobre el salario de los directivos, sobre las participaciones, de algún modo tiene que reflexionar sobre qué ha hecho para que la CAM sea lo peor de lo peor.

P. Por tanto, ¿la responsabilidad, a su entender, es exclusiva del Banco de España?
R. Esto es relativo, porque cuando las cosas van bien... Con la responsabilidad, a toro pasado, ocurre siempre lo mismo, que todos miran al de enfrente. Yo creo que aquí hubo una especie de sueño dorado, que todos pensábamos que iría reduciéndose poco a poco, que la economía crecía... Ahora vemos que hubo que tomar medidas por parte de todos, cada uno en la responsabilidad que le correspondiera.

P. Pese a las consecuencias que ha tenido finalmente toda la reordenación para el sistema financiero valenciano, la reacción social o política ha sido más bien escasa...
R. Da la sensación de anestesia social, la impresión, y en el tema de las cajas es bastante paradigmático, de que hay una desidia o de consentimiento general con lo que ha ocurrido. Creo que el ciudadano lo está pasando tan mal con esta crisis que ya dura más de tres años y tenemos tanto problemas domésticos que quizá lo único que nos importa es nuestra economía particular que en la macroeconomía. O tal vez porque pensamos que nuestra capacidad de influencia es limitadísima. Eso no quiere decir que no tengan opinón y estén muy molestos con lo que ha ocurrido, porque al final las consecuencias las estamos pagando todos cuando vamos a pedir un crédito a nuestro banco, a nuestra caja.

P. ¿Lo notan los empresarios? ¿Se lo transmiten?
R. Antes ibas a hablar con una persona que estaba a dos calles de esta redacción y ahora igual tienes que hacer 350 kilómetros para que te autoricen una operación. Eso es lo primero que dijeron algunos empresarios de esta comunidad. Y tenían toda la razón.

Enrique Pérez BoadaP. ¿Y desde el punto de vista político? ¿Ha estado la Generalitat a la altura?
R. Si uno piensa objetivamente, había que dejar hacer. Había unos órganos soberanos de las cajas que eran quienes tomaban esas decisiones. Subjetivamente uno podía entender que como las consecuencias de sus actos iban a afectarnos a todos, los políticos debían tutelar ese proceso, tener opinión y en el caso de nuestra comunidad, yo creo que hay que ser conscientes de que hemos sufrido unos acontecimientos externos a la propia política que todos sabemos cuáles son que han hecho que el propio presidente de la Generalitat y el propio Gobierno valenciana haya estado con una parte de su cabeza dedicada a defenderse de unos ataques políticos y judiciales que quizá le haya distraído de este asunto.

P. Si no sirve para controlar la cajas de ahorros, ¿para que sirve el IVF?
R. El IVF en algo que sí fue competente, participó y ayudó a las cajas rurales para crear CRM, a petición de Ruralcaja. Y creo que hizo una gran labor Ruralcaja y su director general [Antonio Gisbert] y que fue una gran operación, y que tenía sentido. Ahí intervinimos porque teníamos competencias. Por otra parte, el IVF cumple otras funciones importantes, como la de proveedor de tesorería de la Generalitat o la financiación de empresas que no encuentran en el mercado bancario privado apoyo suficiente. En esas dos líneas el IVF ha sido muy activo en los últimos años.

P. ¿Lo convertiría en un banco público, como se reclama desde algunos sectores?
R. Sería un error, una vuelta al pasado. La eficiencia en el sector financiero está vinculada a la rentabilidad del negocio. El objetivo que debe perseguirse es conseguir que los bancos se estabilicen cuanto antes y vuelvan a dar créditos a las empresas.

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