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LA OPINIÓN PUBLICADA

A Rajoy se le pone
cara de Zapatero

GUILLERMO LÓPEZ GARCÍA (*). 15/04/2012 "No es tanto que Rajoy haga bueno a Zapatero, sino que, en muy pocos meses, su solvencia como dirigente parece fusionarse con la del expresidente..."

Retratos de Rajoy y Zapatero realizados por el dibujante Rocko 

VALENCIA. En España tenemos tendencia a añorar a nuestros gobernantes una vez se han ido. No es tanto que el nuevo político sea peor que el anterior, sino que añoramos las virtudes (o rasgos de la personalidad) que diferenciaban a los antiguos dirigentes de los actuales. Y también que, en la distancia, tendemos a olvidar lo mucho que nos hicieron sufrir. Así, Aznar nos hizo añorar el carisma y la simpatía de González. Zapatero puso en valor la seriedad y el rigor prusianos de Aznar. Y es mérito de Rajoy que, en muy poco tiempo, determinadas virtudes de Zapatero comiencen a aflorar en el imaginario público.

No es tanto que Rajoy haga bueno a Zapatero, sino que, en muy pocos meses, su solvencia como dirigente parece fusionarse con la del expresidente. Recordemos que el PP llegó a la Moncloa apoyándose en tres críticas fundamentales: Zapatero improvisaba sobre la marcha y no tenía un plan contra la crisis; las medidas adoptadas por Zapatero no tenían efecto o eran contraproducentes, a consecuencia de lo cual España perdía credibilidad ante los mercados internacionales; por último, Zapatero había mentido a los españoles, negando la gravedad de la situación y tratando de ocultarla a sus ojos. El PP, por el contrario, aplicaría un plan de reformas claro y contundente (pero nunca explicado en campaña), que recuperaría la confianza de los inversores y situaría a España en la senda de la recuperación y de la creación de empleo.

Sin embargo, pasados los cien primeros días del PP en el Gobierno, se ha puesto de manifiesto que las cosas no han funcionado según lo previsto: el Gobierno ha tomado decisiones, pero muchas de ellas atropelladamente, de improviso, desmintiendo anteriores declaraciones o, inclusive, en virtud de un mero cálculo electoral. Y, lo que es aún peor: estas medidas no parecen haber recuperado la confianza en España por parte de los inversores y de los dirigentes de los países de nuestro entorno, sino que, en el mejor de los casos, han sido amortizadas en cuestión de horas por los mercados o han pasado desapercibidas.

Así pues... ¿Rajoy se parece cada vez más a Zapatero? ¿La crueldad de la crisis y de los mercados internacionales es tal que a Rajoy se le está poniendo cara de aquel a quien en su día llamó "bobo solemne"? No del todo. Sigue habiendo muchas diferencias entre ambos, entre ellas una fundamental: Zapatero salía continuamente ante los medios de comunicación para anunciar cualquier cosa, en su afán por ocupar la agenda pública. Rajoy, en cambio, no aparece nunca, ni siquiera para explicar reformas importantísimas.

El Gobierno tiene un problema de comunicación... voluntariamente creado

La semana pasada comentábamos la tendencia de Mariano Rajoy a delegar su deber de dar explicaciones a los ciudadanos en su vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría. O, sencillamente, a no dar explicaciones. La pasada semana, que comenzó con un sorprendente plan de recortes de 10.000 millones en sanidad y educación, y continuó con la ridícula espantada de Rajoy del Senado, huyendo de los periodistas, evidenció que el gobierno tiene un serio problema de comunicación.

Habitualmente, cuando se le achaca a alguien que tiene un problema para comunicar sus acciones, suele ser una alabanza. De hecho, a menudo son los propios gobiernos los que intentan extender entre la ciudadanía que no comunican suficientemente bien lo que hacen. Porque la idea subyacente de tener un problema de comunicación es que hay algo que comunicar: que, en realidad, se trabaja mucho y bien, pero que si esta realidad no llega a los ciudadanos es porque el Gobierno no sabe transmitirlo adecuadamente. Por mera torpeza o, mejor aún, porque es un Gobierno serio, empeñado en su labor, y no tiene tiempo que perder en frivolidades.

Sin embargo, en el caso que nos ocupa es evidente que el problema es real. Y muy serio. El presidente del Gobierno no es el presidente del consejo de administración de una empresa, ni el dirigente de una dictadura. Parte de su deber, y una parte muy importante, es dar cumplida información al público de lo que se está haciendo. En el Parlamento y a través de los medios de comunicación. Si es posible, no sólo mediante entrevistas pactadas y comunicados, sino también enfrentándose a las preguntas de los periodistas; incluso -¡bendita locura!- preguntas hostiles.

Rendir cuentas ante los ciudadanos, que es un deber básico de cualquier dirigente democrático, adquiere mayor importancia, si cabe, en una situación como la actual. En tiempos difíciles, en los que el Gobierno está adoptando algunas medidas muy duras (y muy discutibles), resulta fundamental que el público tenga la sensación de que hay alguien al mando. De que se explican las razones de adoptar determinadas medidas. Sobre todo, si dichas medidas aparecen de improviso, muchas de ellas (la subida de impuestos, los recortes en sanidad y educación, la amnistía fiscal...) vulnerando las promesas del propio Gobierno.

En cambio, nos hemos encontrado, en esta semana y en las semanas anteriores, con un mensaje confuso, de medidas improvisadas a vuelapluma, en las que se anuncian recortes de 10.000 millones mediante una nota de prensa. O de medidas en sí mismas contradictorias, como anunciar una amnistía fiscal y, justo a continuación, un plan de lucha contra el fraude. Seguro que los defraudadores, a los que se les premia por defraudar, están arrepentidos y no lo harán más.

Claramente, las continuas ausencias de Rajoy, su estilo cicatero de comunicarse con el público, obedecen a una estrategia de comunicación: la creencia de que es mucho mejor que no se le asocie con la crisis y con las medidas adoptadas por el Gobierno; que sean otros los que se desgasten en su nombre. Se trata de una estrategia que casi insulta la inteligencia de los ciudadanos y que, además, es errónea: el público nunca va a pensar de Rajoy que esté al margen de las medidas más impopulares y que no sea responsable de ellas, o no las conozca. Bien al contrario, pensará que se esconde, que no asume sus responsabilidades, y que no es sensible a las duras consecuencias que tienen, tanto la crisis económica como las reformas del Gobierno, sobre el público.

Enemigos interiores y exteriores

La comunicación es importante, entre otras cosas, para desmentir o relativizar el impacto de una corriente de opinión que cada vez cala más en los mercados, los medios de comunicación de referencia en el plano internacional y los dirigentes extranjeros: la idea de que España no logrará cumplir sus objetivos. Que las medidas adoptadas por Rajoy son contraproducentes o ineficaces (como le ocurrió a Zapatero). Que el Gobierno español no tiene fuerza ni credibilidad para superar el problema y que, al final del camino, a España le espera la intervención o quién sabe si la salida del euro. Que España, en resumen, quizás no sea Grecia... pero se le parece mucho.

Este proceso en espiral se ha recrudecido a lo largo la semana pasada, en la que la prima de riesgo subió con igual intensidad con que se desplomaba la Bolsa. Y en la que las declaraciones de desconfianza en España de nuestros supuestos "amigos" (Monti, Sarkozy) contribuyeron a echar leña al fuego. Eso por no hablar de la inicipiente maniobra del Gobierno argentino para nacionalizar YPF. O de la reaparición de Esperanza Aguirre con una agenda de privatizaciones y recentralización, mitad ultraliberal, mitad España cañí.

España, en resumen, se está convirtiendo a marchas forzadas en la nueva "oveja negra". Un horizonte apocalíptico que se ha de combatir en el fondo, con hechos, y también en la forma, con declaraciones. Pues el problema tiene mucho de profecía autocumplida; conforme peor parezca que están las cosas, peor estarán.

#prayfor... La semana tragicómica de la Familia Real

La semana horrible del Gobierno también fue pródiga en sorpresas desagradables para la Familia Real. El martes nos fuimos a dormir con la fascinante historia del nieto mayor del Rey, Froilán de Borbón, pegándose un tiro en el pie mientras hacía prácticas de tiro con su padre, Jaime de Marichalar. Como puede uno imaginarse, la imaginación popular voló ante semejante noticia, con todo tipo de bromas y chascarrillos. Sólo menciono aquí uno de ellos, por @arrosabanda: "La Infanta Leonor nombra a Froilán ‘primo de riesgo'".

Con ello, la Familia Real volvió a ponerse momentáneamente en el disparadero. Un buen momento, sin duda, para mantener un perfil discreto. Pero Juan Carlos I debe de tener asesores en comunicación tan torpes como los de Rajoy (o eso, o que sencillamente le da igual el deterioro de su imagen pública), porque ayer sábado remachó la faena tragicómica: el Rey tuvo que ser operado de la cadera... tras sufrir un accidente en Botsuana, donde se encontraba cazando elefantes. Una historia que parece salida de un tebeo de Mortadelo y Filemón. Y todo, para rematar la faena, en pleno 14 de abril, conmemoración de la fecha en que se instauró la II República Española.
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(*) Profesor titular de Periodismo en la Universitat de València

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8 comentarios

David escribió
17/04/2012 00:58

Pues claro que se enteran ! pero no haces bien las cuentas: suma el numero de votos en las elecciones mas recientes de los bloques PP+PSOE y de IU+UPyD. La farsa se les acaba poco a poco.

SM escribió
16/04/2012 17:29

Poco tiene que comunicar este aparte de lo que le dicten a él, vía Güindos, desde Bruselas y "los mercados". Y eso, claro está, sería su suicidio político. Malditas las ganas que tendrá. Total, la hoja de ruta hace tiempo que está escrita y consensuada y lo que toca ahora es ganar tiempo para que la casta pueda hacer la caja final apresuradamente y salir corriendo antes de que se hunda el chuiringuito por completo. Lo único que van a trasladar a la opinión pública será la electricidad estática de las porras de los antidisturbios.

Oliveral escribió
16/04/2012 15:28

Hombre, puede ser que cierto tipo de votante se replantee su voto. Pero tengo la sensación de que 9,5 millones de votantes del PP lo van a seguir haciendo. Es un electorado que persiste desde hace más de diez años, con o sin guerra en Irak, pase lo que pase. Tengo la sensación de que la los votantes conservadores (y la confirmación con algunos a los que he podido tantear) de que "muy bien; jodíos periodistas de la izquierda. Ahí, en los morros, como se merecen". La cuestión es a cuántos no votantes del PP puede provocar este tipo de desplantes para que los absorva el PSOE. Y, que yo sepa, ahora mismo y parece ser que en los próximos años, al principal partido de la oposición no les va a votar ni parte de su militancia. Por no hablar ya del cani poligonero que lleva en el portón trasero la pegatina con la enseña nacional y el torico de escudo.

16/04/2012 11:07

Ricardo, lamento que no le haya gustado el enfoque del artículo. La verdad es que he procurado ser claro y explicarme sin medias palabras. Oliveral: muchas gracias por el comentario. Como puedes imaginarte, discrepo. El público se da perfecta cuenta de este tipo de cosas, y luego les pasa factura a los que las hacen. Como a Aznar en 2003 con la guerra de Irak, o Zapatero en 2010 con el decretazo. Otra cosa es que otros factores puedan interactuar en este asunto, como es lógico. Desde luego, si la economía se recupera y se crea empleo a buen ritmo, lo normal es que la gente ponga los desplantes de Rajoy y sus ausencias en un segundo plano, y premie las mejoras en la situación económica. Además, una vez se produjo la espantada de Rajoy el martes, y a la vista de la reacción del público, fue el propio Rajoy el que rectificó y comenzó a dar (algo) la cara. Un cordial saludo

Oliveral escribió
15/04/2012 22:36

Querido Guillermo. Cito textualmente: "Se trata de una estrategia que casi insulta la inteligencia de los ciudadanos y que, además, es errónea: el público nunca va a pensar de Rajoy que esté al margen de las medidas más impopulares y que no sea responsable de ellas, o no las conozca. Bien al contrario, pensará que se esconde, que no asume sus responsabilidades, y que no es sensible a las duras consecuencias que tienen, tanto la crisis económica como las reformas del Gobierno, sobre el público". Qué equivocado estás. La gente es completamente idiota, en el PP lo saben y la estrategia funcionará. A un año vistas de las elecciones la figuara del presidente cobrará protagonismo, previa crisis de gobierno y el PP volverá a ganar las elecciones. Reitero: la gente es idiota y se deja engañar.

SinanPacha escribió
15/04/2012 19:06

Lo que es incuestionable, Don Ricardo, es que vd. no ha comprendido absolutamente nada de lo que dice este articulo. Dele una buena releída y verá como lo nota.

Lundgren escribió
15/04/2012 14:22

Muy buen artículo, claro y preciso. No entiendo cómo puede acusársele de hacer afirmaciones a medias ¡Pero si no ha podido ser más claro! Algo de cara de ZP ya tiene Rajoy, ya. Ocho puntos menos en un mes: http://politica.elpais.com/politica/2012/04/14/actualidad/1334425260_953265.html

ricardo escribió
15/04/2012 10:56

A ver, este señor es asesor de comunicación de Rajoy. Porque lo que achaca a la comunicación de Rajoy ( y del Rey) es a lo que dedica en su escrito, columpiarse con afirmaciones a medias, quizás, sí pero no... menos amarillismo y más periodismo. Periodismo no es apostillar, aunque lo tenga a huevos. Y algo incuestionable: Rajoy no es Zapatero. El escenario es el mismo. Pero los errores de Rajoy no son los de Zapatero. Menuda empanada!

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