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A Repsol y Brufau les ha faltado cintura

CARLOS DÍAZ GÜELL (*). 16/04/2012 "Lo grave de todo esto es que en esta pelea, la petrolera española ha implicado a la corona, al gobierno y a dos sociedades hermanas, y como diría un conocido cómico español, "pa na"..." (este artículo fue redactado antes de la noticia de la nacionalización de YPF)

MADRID. La presidenta de Argentina se ha echado al monte y conseguido sumar un nuevo enemigo externo -Reino Unido y España- en su entupida carrera populista, que va a llevar al país austral a escalar puestos en una muy influyente lista que mide la inseguridad jurídica en el mundo y que es uno de los ranking que los inversores internacionales tienen más en cuenta. Y desde luego, Argentina no está sobrada de inversiones extranjeras como para pujar por colocarse en los primeros puestos del cuadro.

Para España, Argentina ha sido uno de los destinos más destacados para la inversión directa desde que en los años 90, especialmente con las privatizaciones de las empresas públicas locales y en sectores estratégicos como la energía, las finanzas y las telecomunicaciones, provocara el desplazamiento a aquel país de algunas de las principales empresas españolas, que en aquellos momentos daban sus primeros pasos en el camino de convertirse en grandes multinacionales.

Las inversiones de Repsol en Argentina son las inversiones industriales más importantes de España en el mundo y pese a que la decisión de tufo peronista adoptadas por la viuda de Kirchner son una agresión en toda regla hacia los intereses españoles en ese país, sería poco riguroso no reconocer que Repsol no ha estado especialmente hábil a la hora de lidiar un morlaco que desde hace tiempo se le venía venir.

Nadie puede poner en duda que Repsol-YPF está siendo objeto de una extorsión en toda regla por parte del gobierno de un país amigo, pero ello no impide reconocer que la sociedad argentina ha sufrido y sufre en sus propias carnes y con demasiada frecuencia e intensidad las consecuencias de un comportamiento con demasiados claroscuros de las petroleras que operan en aquel país y entre las que sobresale la petrolera hispano argentina. No nos engañemos: ni el más estúpido de los humanos muerde la mano de quien le da de comer y es bueno reconocer que la lista de agravios sobre la petrolera no es una lista menor ni corta.

De poco vale a estas alturas airear toda la batería argumental a favor del Repsol con la que la cúpula de la petrolera española trata de ponerse de perfil en este conflicto y considerarse una simple víctima de la decisión de una mujer senil y con ciertos rasgos excéntricos, porque su supuesta locura la ha llevada a que el valor de YPF en bolsa se haya reducido a la mitad con lo que ello supone de minusvalías para los accionistas de la petrolera entre las que se encuentra de manera destacadas la Caixa.

De poco vale manejar que Repsol tiene un 20 por ciento de sus acciones en manos norteamericanas y que las restricciones para acceder al dólar y liquidar dividendos, han destruido cualquier posibilidad de inversión externa o local.

De poco vale hablar de buenos y malos cuando la mayoría de los accionistas de YPF, Repsol y los Eskenazi (socios argentinos) anunciaron que no liquidarían dividendos de los años 2010 y 2011 y que usarían esos recursos para capitalizar la empresa, que no comprarían dólares y que no girarían divisas al exterior.

De poco vale que se trate de explicar la sinrazón de la presidenta viuda cuando boicoteó el acuerdo para capitalizar la empresa, y pidió que ese dinero se destinara a crear un imposible "fondo de inversión".

Son muchos los analistas que consideran que a Repsol y a su presidente y consejero delegado, Brufau, le ha faltado cintura para hacer frente a la crisis argentina y que a la empresa española le ha sobrado altivez y faltado tiempo para hacer frente a este conflicto, quizá porque el foco estuvo en su momento y por mucho tiempo en librar la batalla por cerrar la puerta de entrada a un socio de referencia como era Sacyr.

Y lo grave de todo esto es que en esta pelea, la petrolera española ha implicado a la corona, al gobierno y a dos sociedades "hermanas", y como diría un conocido cómico español, "pa na".

Y aunque pueda resultar peligroso y posiblemente injusto, son muchos los que no pueden por menos que desviar la mirada hacia otra gran multinacional española, Telefónica, que ha desarrollado las suficientes habilidades como para no encontrarse en una situación parecida a la petrolera española, aunque para ello tenga que dar un buen servicio a los ciudadanos argentinos, anunciar inversiones entre 2012 y 2014 por un total de 2.325 millones de dólares, que habrá que agregar a las realizadas en los últimos cinco años y haber aportado al fisco argentino en impuestos la nada desdeñable cantidad de 3.500 millones de dólares.

Hasta ahora, Alierta le saca muchos cuerpos de ventaja a su colega Brufau en la carrera argentina y algún analista considera que Repsol podría aprender de Telefónica en la forma de relacionarse con un país que como el austral ha pasado de forma indubitativa a formar parte, junto con Venezuela, Bolivia y Ecuador, del grupo de plazas menos atractivas para los inversores internacionales, entra los que se encuentran las compañías españolas, a causa de la inseguridad jurídica que se observa en estos mercados.
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(*) Carlos Díaz Güell es periodista y autor del blog 'Tendencias del dinero' 

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