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CONSPIRANOIA TIMES /5

La gran mentira
de las 'conspiranoias'

JAVIER CAVANILLES (*). 31/08/2012 Los conspiranoicos aciertan muchas veces por la misma razón que un reloj de aguja parado da la hora bien dos veces al día. Lo suyo no es la búsqueda de la verdad sino vender miedo

VALENCIA.  La semana pasada la ONU desmintió que hubiera un plan para invadir Texas si Obama sale reelegido. El autor del bulo, el juez Tom Head, probablemente también crea que el inquilino de la Casa Blanca es musulmán, que nació en Kenia, que estuvo casado con un paquistaní antes de conocer a Michelle, y que formó parte de un equipo secreto creado por la CIA para viajar en el tiempo y teletransportar gente a Marte (nunca he sabido si a la vez o en dos tandas). Bienvenidos al mundo de la conspiranoia.

Vaya por delante que las conspiranoias sí existen. A falta de una definición concreta, esta categoría podría incluir a las conspiraciones tan maquiavélicas y rebuscadas que la gente piensa que sólo pueden ser mentira... aunque no siempre lo sean. En su día lo fueron el hundimiento del Maine para justificar la invasión de Cuba, el incidente de Tonkin (que provocó la Guerra de Vietnam) o la invasión de Irak por unas armas de destrucción masiva que siguen sin aparecer. La lista es más larga de lo que a muchos les gustaría reconocer.

Para entender por qué las conspiranoias tienen más de los segundo que de lo primero hay que entender su origen. La conspiración nació como arma política para desacreditar a los adversarios en fecha tan remota como 1797, por gentileza del padre Agustin Barruel, un nostálgico del Antiguo Régimen. Según él, las revoluciones francesa y americana fueron un engaño urdido por la masonería y los Illuminati (unos conspiradores de salón totalmente inofensivos).

La gente había sido engañada y el que no estaba de acuerdo pecaba de ingenuo, de ignorante, o simplemente formaba parte del complot. Estos principios siguen hoy vigentes y han llegado casi intactos al siglo XXI gracias a ciertas organizaciones ultras americanas (como la John Birch). Fueron las encargadas de mantener el mantra de que fuerzas ocultas (los Illuminati, los jesuitas, los comunistas, la ONU...), querían establecer un gobierno mundial. Poca broma, el fenómeno inspiró el clásico El estilo Paranoide en la Politica Americana de Richard Hofstadter.

El asesinato de JFK, sobre el que aún hoy hay incógnitas, sirvió para extender la creencia de que el gobierno ocultaba algo.Pronto se sumó la ufología, cuya fecha oficial de nacimiento es 1947. Su principal aportación a la causa fue lograr que la conspiranoia dejara de ser patrimonio exclusiva de la ultraderecha y democratizarla (no sin razón) hasta hacerla llegar al último rincón de EEUU. Miles de nuevos comensales se unieron a una ceremonia de la confusión en la que el menú incluía sucesos como el asesinato de JFK, su hermano y Luther King, el Watergate, el MK Ultra, Cointelpro...

Pero la verbena global empezó con Internet. Si antes una idea absurda tenía que superar varios filtros antes de llegar al público. Ahora cualquier rebuzno encuentra su eco. Así, si las diez personas que creen que la Tierra es plana se juntan en un foro, se limitan a leerse unos a otros y les sirve de refuerzo. Es lo que sostiene el autor de Too Big To Know o David Weinberger.

FOTO1: Millones de personas creen que la Reina de Inglaterra es un reptiliano, un lagarto extraterrestre.

Tener razón en algo es lo de menos pues una victoria parcial es una derrota total en el mundo conspiranoico, así que hemos llegado a un punto en el que millones de personas creen -como David Icke- que la Reina de Inglaterra es en realidad un reptiliano extraterrestre de la familia Merovíngea, de los Merovíngeos de toda la vida.

La diferencia entre alguien que cree en una conspiración concreta y un conspiranoico, es que el primero se basa en datos (correctos o no) y el segundo ve en cada caso una pieza más de ‘la gran verdad'. Esta forma de creer, que tiene mucho de religioso, se basa en lo que se conoce como un 'sistema monológico de creencia'. Eso explica que alguien sea capaz de sostener a la vez y sin ver la contradicción que Diana de Gales pudo falsificar su propia muerte y ser asesinada por el MI6, o que Bin Laden murió en 2002 y sigue vivo. Lo que importa es no tanto creer o saber como desconfiar. El miedo es el mensaje.

El problema de los conspiranoicos no es tanto su afición a las perogrulladas como pretender hacer pasar por un gran secreto cosas que se leen a diario en cualquier medio. ¿Es un atraco esto que llaman crisis? Sí, como explica este artículo de la web del Club de Roma. ¿Wall Street crea crisis globales alimentarias por dinero? Lo denunció Foreign Policy. ¿Armó el FBI a los Panteras Negras para acusarles de violentos? Claro. ¿Es la DEA el gran banquero de los narcos? Lo reconocieron ante el Senado. ¿El gobierno americano tiene una base de datos para espiar a todos sus ciudadanos, convirtiendo la Constitución en papel higiénico usado por ambos lados? Lo publicó hace unos días el New York Times.

"El mundo fue y será una porquería", cantaba Enrique Santos Discepolo, y los conspiranoicos pretenden que creamos que son los únicos que se han dado cuenta. Sólo hay que leer a Michael Lewis, Matt Taibbi, Greg Palast, John Ronson, John Pilger, Pascual Serrano... y varios miles más de autores para ver que eso es y ha sido así. Y no hace ninguna falta meter marcianos o Illuminatis en la ecuación.

Por eso la búsqueda de la verdad que, dicen, anima a la parroquia se ha convertido en una gran mentira. Cientos de links de sus webs remiten a los mismos medios de comunicación tradicionales que, dicen, no merecen ninguna credibilidad. Pero en el pecado llevan la penitencia, ya que la prensa responde huyendo de la sarna de cualquier noticia conspiranoica aunque, a veces, webs como infowars sacan temas deberían ser portada urbi et orbi.

En definitiva, la conspiranoia tiene mucho del patadón pa'rriba del fútbol. El mal se esconde en las altas esferas y el hombre de la calle es una víctima. Nos tratan como a niños; adiós a la responsabilidad individual. La realidad es que ni todos los amos del mundo son asesinos en potencia ni todo lo que hacen es malo (aunque sea para emular a Al Capone, que financiaba la Ópera de Chicago). Si estamos al borde del precipicio, la gente también tiene su parte de culpa.

Quizás si el personal le dedicara a defender sus intereses la mitad del tiempo que pasa viendo fútbol o asumiera que tiene más posibilidades de acabar debajo de un puente que en un yate, el calendario maya no sería nuestra última esperanza. En el mundo de las ruedas de prensa sin preguntas, es difícil negar que los conspiranoicos no están solos en su pecado.

Hemos pasado de una época en la que dudar del Gobierno era un requisito democrático a otra es la que es casi delito de lesa humanidad. Ellos han conseguido que parezca absurdo. Se han convertido en la piedra de toque de la tontificación global que intentan denunciar: basta que ellos digan algo para que nadie se lo tome en serio. El Gran Hermano no les teme, les quiere: Le hacen el trabajo gratis.
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Conspiranoia Times 1 . Los eurocobradores del frac 

Conspiranoia Times 2. Lo que pasa en Bilderberg

Conspiranoia Times 3. ¿Un gobierno en la sombra?

Conspiranoia Times 4. 6.000 personas dominan el mundo


(*) Javier Cavanilles es periodista y escritor. Autor de los libros 'Los caras de Bélmez' y 'El tarot, ¡vaya timo!', Cavanilles está especializado en temas paranormales y conspiranoias. Puede seguirle en twitter en @desdelmasalla


 

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