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OPINIÓN / EL LENGUAJE DEL CINE

Premios Goya 2013: "No a la corrupción"

MANUEL DE LA FUENTE. 16/02/2013
La humorista Eva Hache volverá a ser la presentadora de la gala

Eva Hache, presentadora de la gala 2013

VALENCIA. "La gala del No a la guerra fue un error". Así es como estos días reflexionaba el presidente de la Academia de Cine sobre lo que tiene que ser la ceremonia de los premios Goya, que este domingo llega a su edición número 27. Se refería Enrique González Macho, con estas palabras, a la famosa gala de hace ya diez años, 2003, en la que los actores del cine español hicieron un llamamiento público de oposición a la participación del gobierno de José María Aznar en la invasión de Iraq. En aquel momento, la intervención militar por parte de Estados Unidos e Inglaterra era inminente, y la opinión pública española se oponía frontalmente a un conflicto que era percibido como injusto y, directamente, ilegal.

La ceremonia de los Goya escenificó este clima. La entrega de los premios aglutinó toda la atención desde el momento en el que los actores y directores de nuestro cine expusieron su opinión al respecto. La gala no acogió ninguna declaración novedosa, pero sí sirvió como punto de referencia de ese descontento general de la población. Han pasado ya diez años de aquello y las palabras del presidente de la Academia son interesantes por varios motivos.

El primero es por la huella que dejó aquella gala. La campaña emprendida por los medios de comunicación más ceporros y carcas contra todo el colectivo del cine español fue demoledora. Desde entonces, se les ha venido llamando de todo, desde "titiriteros" hasta "subvencionados", e incluso algún diputado del PP demostró su retórica high class calificándoles de "paniaguados".

Los actores Guillermo Toledo y Alberto San Juan, en la gala de 2013

Fue el deporte nacional, descubrir un nuevo insulto parar arremeter contra los profesionales del cine español porque, claro, vivimos en un país en el que la clase política y empresarial nunca, nunca, ha recibido ninguna subvención ni ha precisado de ayudas públicas para mantener sus negocios e influencias.

El caso es que la identificación de actores españoles como vagos subvencionados ha acabado por instalarse en el imaginario del ciudadano medio, y cada entrega nueva de premios es examinada con lupa para llenar más y más páginas con insultos. Y desde 2003, la industria del cine vive en una continua justificación por su oposición a la guerra de Iraq, como si tuviera que pedir perdón a todas horas por dedicarse a hacer películas en lugar actividades más lucrativas como construir pisos y aeropuertos. Eran los parásitos sociales, el blanco preferido de todas las frustraciones.

Pero llegamos a 2013 y las cosas digamos que han cambiado algo. La gente empieza a pensar que, bueno, la gente esta del cine sí, percibía subvenciones pero, por lo menos, hacía películas. Es decir, se gastaba el dinero público en lo que decía que se iba a gastar. Se les insultaba mucho pero no se les podía denominar "corruptos": ni se les conocen cuentas extrañas en Suiza ni sobresueldos sistemáticos con sobres ni cosas así. No forman parte ya del relato de una sociedad que tiene muchos agentes a quienes dirigirles la ira, a quienes pedir responsabilidades por una situación económica y política a la deriva.

Por otro lado, las palabras de González Macho reflejan que ni siquiera es del todo cierto que el mundo del cine esté lleno de pelosos deslenguados. Su propio presidente refleja una visión de las cosas claramente reaccionaria, la derechización de un sector que la clase política se ha esmerado en domesticar. Y reflejan también que este año puede volver a haber lío, a tenor de lo expresado por algunos colectivos estos días al respecto de la gravedad de la situación actual.

Fotograma de 'Blancanieves'

Lo más curioso de todo es que incluso los medios más progresistas reprueban que los actores manifiesten sus opiniones en los Goya. Se aduce que la ceremonia es una fiesta y que expresar estas opiniones supone aprovecharse de la gala. Vamos, que los actores deberían comportarse como jugadores de fútbol y llenar sus discursos de tópicos y monosílabos. De manera que, entre unos y otros, el interés por las películas nominadas y sus opciones de premio ha quedado eclipsado por el contenido de la ceremonia.

Y pese a lo que dice el tópico que arranca también en aquella gala de 2003, el cine español actual es bastante interesante. Con 18 nominaciones está Blancanieves, la película de Pablo Berger, el cineasta que, en 2003, había debutado en el largometraje con Torremolinos 73, otra cinta muy original que ofrecía una perspectiva alternativa sobre la sociedad española del tardofranquismo. Grupo 7, de Alberto Rodríguez, cuenta con 16 candidaturas para dar paso a Lo imposible (14 nominaciones), el panfletillo de Juan Antonio Bayona.

El hecho de que esta obra se haya colado a lo grande delata ese quiero y no puedo de un sector de la industria, preocupado en hacer un cine a la americana. En este caso, la historia sensiblera y llorona de una familia, anglosajona e inmaculada, que siempre permanece unida ante cualquier adversidad nos advierte de la carrera de un cineasta que promete con amenizarnos con más chorradas en el futuro. El artista y la modelo, de Fernando Trueba, completa el grupo de cintas meganominadas y confirma ese elemento extraño que es la película de Bayona. Un producto típicamente norteamericano empanado entre propuestas que, gusten o no, siguen una tradición más europea.

Fotograma de 'Lo impposible'

El resumen de la gala en cuatro películas que acaparan las nominaciones ofrece un panorama falseado del cine español, con películas interesantes que han quedado fuera como El bosc, de Óscar Aibar. El peligro de la ceremonia de los Goya radica en una americanización, de forma que el espectáculo prime sobre los contenidos. De ahí los pasos que se han dado en las ediciones de los últimos años, reduciendo los tiempos de intervención de los premiados y emitiendo la señal con un ligero diferido.

Todo ello para evitar sorpresas. Y evitar que los actores y cineastas hablen de las cosas que más duelen, sean temas que les afectan más directamente a ellos (la subida del IVA en la cultura) o a toda la población (como la corrupción). El interés siempre está puesto en no incomodar a las autoridades invitadas. Ésa es la preocupación de un presidente de la Academia, poco dispuesto a mojarse y a dar su opinión aunque sea controvertida. Como sí hacía su antecesor en el cargo, Álex de la Iglesia. Por lo menos, parece que esta vez hay interés en no acatar esa orden absurda de no repetir la edición de 2003. Estaremos atentos.

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2 comentarios

Manuel escribió
18/02/2013 01:20

Sordo, no mudo http://histericapeninsula.blogspot.com.es/2013/02/sordo-no-mudo.html

fulanito escribió
17/02/2013 00:30

por favor, que significa reaccionaria? la puedo utilizar yo? cómo debo utilizarla? Deduzco que se refiere a la visión, pero, podría afectar al gusto? Estos canelones (por la crisis) han quedado un poco reaccionarios, etc... Gracias por adelantado.

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