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Media Vaca, la firma editorial en miniatura que conquista el planeta de los libros

VICENT MOLINS. 04/05/2013

Vicente Ferrer, media cabeza de Media Vaca (Valencia, 1963) y Begoña Lobo, la otra media cabeza de Media Vaca (Bilbao, 1963). Foto: Daniel García-Sala

La editorial valenciana Media Vaca se ha convertido en una de las más prestigiosas de Europa, un gran éxito obtenido a pesar a sus escasas dimensiones

VALENCIA. Media Vaca es una editorial de libros ilustrados (o muy ilustrados), algunos para niños y algunos otros sólo para mayores. Es complicado ponerse de acuerdo para concertar una cita porque todos sus trabajadores (en total, dos) ocupan todos los cargos y los ocupan todos a la vez. En su carta de presentación aseguran que "las tareas de producción, administración, promoción y ventas son más que suficientes para tener a dos personas ocupadas las 24 horas durante 365 días". Aunque, por la tonalidad ascética de sus palabras, quizá trabajen todavía más.

La razón por la que una editorial miniatura ha conseguido convertirse en una de las más prestigiosas de Europa en el campo de los libros ilustrados puede parecer un misterio. Tanto como el nombre de la compañía, cuyo origen, haciéndose los interesantes, guardan con celo. Pero el hecho es que la justificación del éxito de Media Vaca tiene que ver con unos libros que se rumian hasta el extremo (sólo publican tres al año) y una estrategia de diferenciación basada en unos estándares de calidad altísimos.

Llevan camino de terminar acumulando más premios que libros editados. En 2001 comenzaron a meter trofeos en su alacena al recibir el honor de mejor libro valenciano (por ‘El señor Korbes y otros cuentos de Grimm') otorgado por la Conselleria de Cultura, que recibirían varias veces, al igual que en los Bologna Ragazzi Award, la gran feria europea de libros para niños. En 2007 les lanzaron al cuello la medalla de la FAD (Fomento de Artes Decorativas), el premio nacional que se concede a "entidades o personas que han hecho aportaciones valiosas a la vida social o cultural del país".

Uno de los últimos reconocimientos, en 2011, llegó de la mano del Ministerio de Cultura, que puso al libro ‘Benvinguts al Cabanyal'  en el top tres de obras mejor editadas de la temporada. Supuso el triunfo de las memorias íntimas del barrio a través de 99 relatos y 99 ilustraciones (de Milimbo, Escif -el Bansky valenciano-, Mireia Pérez, Lalo Kubala...).

Los editores confiesan que el día que se hizo público el premio sintieron "la tentación de salir de casa corriendo para pregonar a los cuatro vientos tan acertado fallo" aunque pronto cayeron en la cuenta que estaban rodeados de gente que apenas les conoce. Cuando el libro Valencia se presentó en el MuVIM, no contaron con ninguna representación institucional, circunstancia que, como señalaron entonces, "favoreció la participación del público asistente".

Desde sus "oficinas centrales" en la calle Salamanca de Valencia, son una de esas empresas tesoro de la ciudad, que pasan discretas como un insecto permanece semanas detrás del frigorífico.

Vicente Ferrer y Begoña Lobo son Media Vaca

Los que están detrás de los mugidos de Media Vaca son Vicente Ferrer y Begoña Lobo. Un ilustrador que desde los 15 años inventaba publicaciones y cuya máxima aspiración es dar a luz libros sobresalientes, y una abogada que hace números y vela porque la editorial no abandone la órbita. Además, son matrimonio. Cuando iban a casarse, en 1988, renunciaron a que les regalaran menaje, y pusieron su lista de bodas en la librería Railowsky: "Una solución rápida para hacernos con una serie de libros que considerábamos muy valiosos".

Al poco tiempo Vicente Ferrer comenzó a editar cuadernillos con la parte trasera de una vaca como logo. Y diez años después de la boda, en 1998, sacaron al campo su editorial (el logo pasó a ser la parte delantera de la vaca), lanzando tres libros pocos días antes de Navidad, "cuando los libreros ya no aceptaban novedades".

Insisten -como quien justifica una obsesión- en transmitir la idea de que Media Vaca "no es sólo una empresa, sino un proyecto de vida". De ahí quizá la leyenda apócrifa que señala que Ferrer tendría anotado todo su plan editorial en el alicatado de su baño, título a título.

La personalidad editorial como factor de éxito

Desde el primer día, la estrategia para diferenciarse y abrirse paso en el pelotón se basó en la personalización radical. El hecho de que sean una rara avis editorial es precisamente lo que explica su buen nombre y su sólida trayectoria. Viscerales hasta el detalle ("importa hasta el olor del papel y la tinta"), cada nuevo libro empieza cuando Vicente Ferrer, tras consultar consigo mismo durante meses, decide qué ilustrador pondrá imágenes a la obra. Después hace acopio de material gráfico inspirador y decide con el ilustrador cuál será el tono adecuado.

En ocasiones son muchos meses y muchos ilustradores. El libro "Panamá o las aventuras de mis siete tíos" representó un proceso de seis años, mientras que "Érase veintiuna veces Caperucita Roja"  reunió a 21 ilustradores japoneses. El resultado es un producto que se distingue con facilidad al punto de poder decir sin riesgo de equivocarse: esto de aquí es un Media Vaca.

Vicente Ferrer, convertido en editor para poder editar libros que le gustaría que le regalaran, apunta que el avance tecnológico en lugar de crear más diversidad ha provocado que "los productos cada vez sean más parecidos". Contra eso combate. Y también contra la superproducción: "Todos los editores coinciden en que se producen demasiados libros y que eso es un problema tremendo. Sin embargo, ninguno está dispuesto a producir menos libros". Sólo el contexto ha hecho que comience a caer la producción. Media Vaca sólo produce tres libros al año. "La experiencia nos hizo pensar que es todo lo que podíamos hacer en doce meses".



Entre otras cosas porque durante el año participan activamente en ferias como la de Bolonia, Frankfurt, Montreal, Guadalajara (México), donde se negocian los derechos de edición, flanco clave para una editorial cuyos libros son proyectos originales. Sobre las ferias para lectores, Begoña Lobo señala que dejaron de participar en la Fira del Llibre de València "porque el Gremio de Libreros prohibió la participación directa de editores. Es una pena porque es muy importante tener una relación personal con los lectores".

La Media Vaca del futuro

En lo inmediato, la editorial prepara ya su libro número 50: 'A través del espejo y lo que Alicia encontró allí', cuento infantil de Lewis Caroll que Media Vaca va a aderezar con las ilustraciones de la artista polaca Franciszka Themerson. Las realizó en Londres mientras los nazis bombardeaban la ciudad. También está horneándose el libro número 51. Consistirá en una recopilación de cubiertas que el ilustrador Miguel Calatayud hizo para Cartelera Turia entre 1976 y 1983, sirviendo de proyector de la vida cultural en la Valencia de la época que, "vista desde el momento presente, parece Nueva York", comenta Begoña Lobo.

Lejos de ejercer de palanca de cambio, pasar del medio centenar de obras publicadas apenas va a suponer modificaciones en el proyecto. "Aspiramos a hacer el mejor trabajo posible y no tenemos ningún deseo de crecer. Quizás por eso hemos podido mantener el mismo ritmo ahora que todo se tambalea".

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2 comentarios

malena rey escribió
05/10/2014 02:07

Hola, mi nombre es Malena Rey y les escribo desde Buenos Aires para preguntarles si este año visitarán la FIL Guadalajara. Si es así, me gustaría coordinar una breve cita. Yo trabajo en el campo de la producción editorial en Caja Negra y en la promoción de los sellos españoles del Grupo Contexto en Argentina. Espero su respuesta, muchos saludos Malena

carmen escribió
12/09/2013 00:23

Hola: necesito saber si tenéis publicado o lo vais a tener, un libro de Alicia de Lewis Carroll. Un saludo . carmen

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