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LIBROS

'El manicomio catalán', 
Ramón de España,

solo ante el peligro

ÁLVARO GONZÁLEZ. 08/06/2013

Ramón de España carga con su humor ácido y muy mala leche contra la espiral del silencio del nacionalismo catalán

MADRID. El otro día comentábamos en la reseña de la autobiografía de Poli Díaz que el boxeo consistía en pegar y que no te peguen y el fútbol en darle el balón al que está solo para que meta gol. Y si alguien iba más allá de estas definiciones, es porque era un tertuliano. Pues con el nacionalismo ocurre algo parecido. También es simple: los países existen como tales por la fuerza bruta. Si un país no fue lo suficientemente bestia en su momento, pues ya no existe como para salir en los mapas que estudian los niños de otros países. Es sencillo. Los países sólo se separan pacíficamente de mutuo acuerdo.

En España, efectivamente, el desacuerdo está bastante extendido. Y como, felizmente, no hay guerras ni es concebible que las vaya a haber, tenemos desacuerdo para rato. Desacuerdo florido, académico, documentado, exaltado, en las calles, en la música, en la radio, en la política, en todas partes y todo el día. Ninguna región se libra de esta pesada losa.

Ramón de España, por su parte, sufre la versión catalana y lo ha hecho notar con un libro que se titula El manicomio catalán. Es un ensayo muy divertido, muy recomendable. Quizá solo peque de transmitir la sensación de que sólo hay nacionalismo en Cataluña, porque no sería difícil rellenar otras doscientas páginas sobre el nacionalismo español. Pero que este empacho patriótico venga de Cataluña no hace más que demostrar que allí siguen estando más adelantados que el resto.

De ahí viene Ramón de España, de una región y una época que no tenía comparación posible en el resto del país: La Barcelona de los setenta. En aquellos tiempos esta ciudad fue la capital de España de todas las cosas que merecen la pena en esta vida, pero el paso del tiempo, de las políticas nacionalistas y mercantilistas, la han convertido, dice Ramón de España, en una "trampa para turistas". Y los catalanes, un pueblo "con fama de sensato", ahora está "instalado en el delirio".



Las reciente apuesta soberanista de CIU es la gota que ha colmado el vaso de la paciencia del autor. Por eso ha triturado con la pluma toda la estupidez colectiva que dice estar sufriendo y ha retratado, uno por uno, a todos los protagonistas de la política catalana de los últimos años. Auque cuando uno quita el envoltorio cáustico, el humor ácido y la mala leche, se encuentra con un poso de amargura bastante oscuro. Ramón de España da la sensación, por las vivencias propias que relata en el mundo de la prensa, de que nadie le quiere. No se puede ganar la vida ni como incorrecto y eso abre la caja de los truenos en los intestinos de cualquier persona. Es uno de los riesgos que tiene no casarse con nadie.

Aunque él sí que estuvo casamentero. El eje de toda la narración es la llegada de Maragall al poder. Dice que con el PSC gobernando pensaba que Cataluña iba a dejarse de "victimismo", iban a darse respuesta a "las preocupaciones de verdad", se promovería "la cultura" o se "ordenaría el bilingüismo". ¿Qué ocurrió? Lo contrario. Y se inició una batalla con el Gobierno central por la promesa de un estatuto para el que se había prometido carta blanca, pues, en su opinión, "Zapatero era incapaz de concebir una subida a la parra" como la que aconteció. Digamos que se acostó del PSC y se despertó outsider como los protas de Matrix.

De esta manera, surgió la figura de tipos como Sostres. El autor cuenta su experiencia con él. Revela que el periodista no cesaba de invitar a comer a Lluis Bassetsdirector de la edición catalana de El País, en un establecimiento que regentaba su familia para que le admitiera en el periódico. Quería ser un plumilla socialdemócrata. Pero como no le salió bien la jugada, terminó bajo otras faldas iniciando un periplo por todos conocido. Aunque Sostres se haya burlado de él en alguna ocasión, Ramón no le mete mucha cera. Dice que utiliza un arma inusual en Cataluña, "la desfachatez" muy en la "tradición de excéntricos made in Barcelona".

Tampoco habla mal de sus Ciutadans y del CUP (Candidatura d'Unitat Popular), a los que critica que van mucho "a Bilbao" y podrían hablar más en español. Pero nada más. El resto de las páginas son puro napalm. Con lo difícil que es durante la vida de uno mantener una pareja estable -a él le han abandonado- y tres o cuatro amigos que te escuchen, confiesa, no entiende cómo hay tanta gente que no se conforma con eso y se entrega a las causas de la religión o el nacionalismo. Ni siquiera les basta con ese sucedáneo de las dos anteriores que es el fútbol. Con esta premisa, todo el establishment catalán es condenado en sus páginas.

Al principio arremete contra la propia Diada. Contra la frase aquella que hubo en el himno, Els Segadors, de que "con la sangre de los castellanos haremos tinta roja". Deja a la altura del betún los uniformes que se ven en esta jornada y las charlotadas que acontecen en forma de violencia urbana.

Ramón de España, autor del libro

Pujol, como era de esperar, se lleva los palos más duros. De ahí que su imagen aparezca en la portada caracterizada como Mao, ‘el gran timonel'. Describe a su familia como unos meapilas ex franquistas cuyos hijos estaban tristes porque los demás niños hablaban castellano en el parque. Aunque no les debió de venir mal "el español que aprendieron en el tobogán" para "trincar por Sudamérica".

De ERC critica el que entiende que es un discurso en el que se denuncia una invasión silenciosa de españoles en Cataluña. Pero con los oprimidos "en pisazos de la Diagonal" y los opresores "hacinados en viviendas mugrientas". Al PSC los tacha de "acomplejados y timoratos". Laporta, "Sinatra rodeado de tías buenas".

Se felicita, eso sí, de que Terra Lliure dejase las armas. Pero para él que fue por su propio bien, porque les estallaban todas a ellos. Y de Losantos sostiene que "no todo el mundo puede conservar la cordura tras haber estado al borde de la muerte" en referencia a cuando fue secuestrado por el aludido grupo armado. De paso, piensa que la ETA es muy de tradición española, de resolver los problemas en plan Puerto Hurraco.

Lo más divertido, a mi juicio, lo reserva para ICV, de capa caída desde que Carrillo dejó de dar miedo para dar risa al dejarse entrevistar por Doña Rogelia, afirma. Ramón de España poco menos que se siente perseguido por lo que llama "excomunistas de buena familia", todos situados ahora en buena posición, y que llenan los mejores restaurantes, son toda una colección de gourmets, se queja.

En fin, buen trabajo para echarse unas risas. Muchas veces es realmente ingenioso y su mala baba es deliciosa. No obstante, como era de suponer, la mejor acogida ya se la han dado en Intereconomía y medios del ramo, cuya efervescencia patriótica bien mercería, por el contrario, un "Manicomio español". A ver cuándo llega.
________________

EL MANICOMIO CATALÁN: REFLEXIONES DE UN BARCELONÉS HASTIADO
Autor:
Ramón de España
Páginas: 304 pages
Editorial: La Esfera de los Libros (May 7, 2013)
Precio: 18 euros

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14 comentarios

Ya_ves escribió
03/10/2013 14:54

"También es simple: los países existen como tales por la fuerza bruta" Disparate enorme. Vaya nivel de análisis y expresión mas simplista y como tal falaz.

pepito escribió
23/07/2013 15:21

Olé tus cojones, Ramón de España y no de cataluña, el único que se ha atrevido a escribir cómo es la Cataluña real, tan distinta de lo que dicen los independentistas y sus historiadores comprados.

Argemí escribió
17/06/2013 03:37

Corro a comprarme el libro, esperando que no se haya agotado. Si algo bueno puede traer todo este coñazo que sopòrtamos es que por fin se está desmontando el mito de que els catalans som collonuts, todo lo hacemos mejor, esto es el templo de la democracia,la progresía y la superioridad moral. Y eso de que existe un nacionalismo español amenazante es un cuento. si TVE emitiera el discurso chovinista de TV3, nos echaban de la UE.

InVino(Veritas) escribió
14/06/2013 09:25

No, no, yo no digo que el nacionalismo sea necesariamente maligno, lo que digo es que es necesariamente delirante. El nacionalismo, sea de donde sea, necesita del delirio darle a una pulsion infantil el nivel de ideologia politica.... Y respecto a lo de la coherencia y la hipocresia, sigo sin entenderlo. Atacar a alguien llamandole hipocrita o sesgado esta bien, pero no deja de ser un ad hominem que deja de lado lo que esa persona esta diciendo. Quiero decir que , independientemente de la calidad personal y/o honestidad ideologica del Sr de Spain, convendria preguntarse cuanto de lo que dice es cierto.

Lluís escribió
12/06/2013 09:59

InVino Personalmente, no creo que ese personaje tenga tanta razón, ni que el nacionalismo en si sea algo tan nefasto. Si, es cierto que algunos han perpetrado auténticas salvajadas en nombre de una patria, como otros las han hecho en nombre de Dios (y no por eso condenamos a las religones, o por lo menos sabemos diferenciar entre el que quema infieles y el que simplemente va al templo a pedirle cosas o darle gracias a Dios) o simplemente para "llevar la democracia y la libertad". Precisamente, lo que creo que es muy hipócrita es condenar sólo a unos. Estás en tu derecho a condenar a ETA mientras bombardeas civiles en otra parte del planeta, o condenar el nacionalismo catalán desde el español, pero entonces no digas que condenas al terrorismo y al nacionalismo, sino solo a una parte.

Antonio Pan escribió
12/06/2013 03:25

La cosa es que en Catalunya la situación ha llevado a tener que tomar partido por algo, y algunos no encuentran otra, sea por ascendencia o querencia, que disparar a lo que se mueve, como todos esos que ayudaron a gestar a Ciutadans, ese partido que no es de derechas ni de izquierdas sino todo lo contrario. Mi desagrado por este tipo se remonta a los años 80, ya que ejerció de posmoderno, eso sí, a escala local, de pueblo, en escala de grises y con la camisa abotonada hasta el cuello, colaborando en la desmovilización y el desencanto que ayudó tanto a la derechización de este país. En fin, un estereotipo más como el del progre, más cerca de él de lo que cree.

InVino(Veritas) escribió
11/06/2013 18:15

El problema de este Sr es como sobreponerse a su apellido, clarosta. Por otra parte "delirio nacionalista" es una redundancia innecesaria. El nacionalismo siempre es delirante, si no seria geografia, macrame o filatelia, pero no nacionalismo. Por ultimo, en aras de la comprension mutua, y a tenor de lo que comenta Lluis. No pudiera ser que este sr fuese, en efecto, un intelectual organico falto de organo al que intelectualizar, y sin embargo, a pesar de su inquindad presunta, tener razon en lo que dice? Lo digo porque lo de "si si, pero del nacionalismo espanyol nunca se queja..." me suena sospechosamente similar a aquello de " si si, pero estos nunca han condenado a ETA?" Lo que nos gustan las profesiones de fe....

Lluís escribió
11/06/2013 10:37

A mi, lo que me divierte más de esas cosas es oír críticas al nacionalismo catalán y a lo malo que es el nacionalismo en general en boca de nacionalistas españoles. Muy coherentes no son, desde luego. El problema de Ramón de España es que no ha conseguido hacerse un hueco en ningún tipo de "intelectualidad orgánica" pese a todos sus esfuerzos. No hay sitio para todos y, posiblemente, no sea tan acomodaticio como otros y FJL o Boadella madrugaron más y le quitaron la plaza. Podría intentarlo en otros sectores. Uno que ahora mismo está bastante huérfano es el de los que están hartos del nacionalismo en general y del español en particular pese a no vivir en la región pirenaica oriental o las provincias vasgongadas. Es decir, las personas de Burgos, Madrid, Jaén o Cáceres a los que la "estanquera" les recuerda lo mal que lo pasaron sus abuelos y bisabuelos en la cárcel o el campo de concentración, o lo mal que lo tuvieron sus padres durante los años 50 y 60 por ser "desafectos", cuando el que les fastidiaba eran el cacique local, el cura, el alcalde y el cabo de la guardia civil., y que ahora ven con preocupación como algunos presuntos intelectuales y algunos medios tienen nostalgia de aquellos años o, por lo menos, son más críticos con la situaciión política y social actual que con la de los años 60 o 70.

Edu escribió
11/06/2013 09:27

Puedo suscribir muchas reflexiones del autor, sobre todo las referidas a la familia Pujol, a la burguesía catalana y a PSC e ICV. No obstante hay cosas que chirrían estridentemente: una, la crítica a ERC y su presunta denuncia de una "invasión de españoles" como si del FN de Le Pen se trataba, rematándolo con la coletilla lerrouxista de "opresores pobres y oprimidos ricos". Eso es una burda intoxicación, y no hay más que remitir a 70 años de acción política de ERC, liderada hoy por el alcalde de Sant Vicenç dels Horts, población castellanohablante en un 80% y en la comarca eminentemente obrera y castellanohablante del Baix Llobregat. También se echa en falta una interpretación más honesta de lo que el llama "delirio nacionalista" en que se ha instalado Catalunya según él, tan hipersensible a toda exaltación de catalanidad o de reivindicación catalanista y tan falto de empatía con sus conciudadanos que como catalanes están más hastiados de España de lo que él como barcelonés lo pueda estar de Cataluña.

Marc escribió
11/06/2013 02:20

Yo he vivido en Barcelona 10 años, y subscribo totalmente lo que dice el autor del libro. Lo que flipo es que haya catalanistas en Valencia, eso no lo entiendo.

pescadilla escribió
10/06/2013 09:55

los idiotas de buena familia castellana de toa la vida lloran porque idiotas de buena familia catalana, vasca, andaluza o valenciana les han robau el quesito....asi resumo yo la dicotomia centralismo-estado de las autonomias; pero si hasta visten igual, esa camisita de rayas¡¡¡

Fart (2) escribió
08/06/2013 13:56

Antes de que se me contradiga, quiero preguntar por qué en esas recurrentes encuestas sobre “sentimiento nacionalista” nunca se pregunta si nos sentimos más europeos, más ciudadanos del mundo…u más otras opciones.

Fart escribió
08/06/2013 13:55

Me entristece ver que seguimos con esa falsa dicotomía: España vs. Catalunya. Aceptada aparentemente por todos, cómodos en la fácil demagogia. Si se diagnosticara la realidad, la existencia de 2 nacionalismos, el catalán y el castellano (del antiguo Reino de Castilla), y la inexistencia de un nacionalismo “español”, integrador de todos, sería todo más fácil. Al final es una mera lucha por el poder entre unas élites “madrileñas” (por su ubicación), y otra élite (catalana). Unos se niegan a hacerlo desde hace 500 años, los otros son aspirantes. Ninguno lo bastante fuerte para eliminar al otro, ninguno lo bastante débil para ser derrotado definitivamente. El hecho de no haberlo entendido, y de por no pactar con las élites locales haber perdido sucesivamente los Países Bajos, Portugal, Sudamérica, Cuba, Puerto Rico y Filipinas, dice muy poco de nuestra educación.

Un que passa escribió
08/06/2013 10:29

Este llibre és del 2013? Tinc encara revistes d'El Jueves de fa una dècada, quan hi escrivia este senyor, i hi ha frases que són quasi idèntiques a les que apareixen a l'article.

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