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EL CABECICUBO

El regreso de Dallas: emprendedores contra pijoprogres... y Touch

ÁLVARO GONZÁLEZ. 13/07/2013 Lucha a muerte por el share de los martes con el estreno de dos series: la continuación del clásico Dallas en Antena 3 y Touch, una sobrenatural desbocada

VALENCIA. Quien esto escribe no vio Dallas en su primera y mítica emisión a finales de los 70, pero sí que siguió la serie cuando la dieron las autonómicas diez años después. Son recuerdos imborrables, entrañables... Mi madre gritaba: "¿Estás viendo al JR? ¡al JR! ¡pero sal a la calle desgraciao, que me das asco!" 

Un testimonio que prueba que no hacía falta que se inventaran los móviles y las consolas de tercera generación para que los niños se quedaran en casa en una actitud de desprecio por la vida. De hecho, eso publicó muy poco tiempo después El País de las Tentaciones en referencia a nuestra generación: Los grunges, ponía, se pasan el día tirados viendo cualquier cosa por televisión.

Y por cualquier cosa podía entenderse la propia Dallas, la reposición de Vacaciones en el mar en Telecinco, o el Batman de los años sesenta, que lo rescató Antena 3 en los noventa. Series que te mantenían pegado al televisor porque despertaban un sentimiento muy singular: el asquillo.

Entonces no existía culto por lo vintage. No había carísimos barrios céntricos de jóvenes treintañeros tatuados que consumen bio y se regalan por cumpleaños cofres de series antiguas para decorar la estantería. En aquella época, el Batman de los años 60 no era entrañable, era patético. Vacaciones en el mar tampoco era entrañable, era vomitiva. Y Dallas igual, era lamentable. Pero todas ellas transmitían esa dulce sensación, entre lo inverosímil, de pensar cómo alguien podía haber disfrutado con eso, y la dentera. Lo que hemos dicho: el asquillo.

En cualquier caso, para un público mucho más amplio, el que se tragó Dallas, Dinastia, Hotel o Falcon Crest en su momento, en horarios que no eran reposiciones matutinas para enfermos ingresados en hospitales, este tipo de series significó mucho. Aquello fue como sumergirse entre las páginas del ¡Hola! a lo Alicia en el País de las maravillas. Entregas diarias de familias asquerosamente millonarias peleándose por herencias y amores imposibles con una mezquindad escalofriante. ¡Lo más mejor!

Estas series mostraban lo que la mayoría de españoles no era pero quería ser, asquerosamente millonario. Aunque sí que reafirmaban lo que ya tenía, sus valores de supervivencia, por decirlo bonito. Es decir, ante una herencia: el to-pa-mí. Se debería estudiar cuánto tuvo Angela Channing de logrado personaje malvado o, por el contrario, de guía espiritual. Son dudas que le van surgiendo a uno conforme se hace viejo y es testigo de ciertas conductas de sus semejantes y allegados. (por cierto, miren esta portada de Teleindiscreta, en El Cabecicubo no sabíamos que Angela Channing había sido ala-pivot).

Dicho todo esto, cabría esperar que el regreso de Dallas a la pequeña pantalla fuese todo un acontecimiento, pero no lo ha sido. Quizá porque ya fue estrenada en la televisión digital, quizá porque los fans de la serie en los setenta o bien han muerto o bien ahora en sus televisores sólo se ve Telecinco, quizá porque los amantes de lo vintage tatuados que consumen bio ya se la han visto entera en Series Pepito.

O también quizá, Dallas no ha dado la campanada por el estreno de Touch en Cuatro, una serie con Kiefer Sutherland, que lo petó con ‘24', y que se llevó esta batalla por la audiencia. 10,6 y 11,4 (1.600.000 espectadores) Touch, frente a 10,2 y 10,5 (1.500.000 más o menos) Dallas.

No obstante, si se ha enterado del estreno de estas dos series por este espacio y duda ahora de a cuál engancharse, nosotros le recomendamos Dallas. Dónde va a parar. La nueva Dallas es una comedia involuntaria que garantiza risas y mucha diversión. Si su matrimonio está seco, hablar de la nueva Dallas tal vez pueda engrasarlo con risas y buen humor.

No entraremos en muchos detalles. Lo esencial es que una nueva generación de los Ewing vuelve a enfrentarse por el vil metal, el amor y conceptos distintos de lo que es la vida. Por un lado tenemos a John Ross Ewing III, hijo de JR, que junto a la hija de la cocinera del rancho ha perforado por su cuenta Southfork y el portátil conectado a cuatro cajas con lucecitas les ha dicho que debajo hay millones de barriles de petróleo dulce, "el más solicitado". Y por otro, está Christopher, descendiente de Bobby Ewing, que está interesado en las energías alternativas y pasa del petróleo que hay en la hacienda familiar. No quiere el dinero de papi, pero sí luchar por el testamento de su abuela: "en sus tierras no habrá campos de golf, ni complejos hoteleros".

¿Cuál es el problema? Pues que cuando le echa en cara a John Ross III sus malas artes perforando el rancho, éste descubre que Christopher, buscando metano bajo el mar para sus proyectos pijoprogres, ha provocado nada menos que un maremoto. Huy, como se entere su padre, Bobby, con lo bueno que es. Sin embargo, de paso, Chris también descubre que John Ross III le mandó un email a la hija de la cocinera, Elena, que era su prometida, haciéndose pasar por él para que no se casaran. Sólo con esto en el estreno en Estados Unidos ya hicieron siete millones de espectadores, lo mismo que una temporada normalita de Los Soprano.

Luego el plato fuerte es la aparición del verdadero JR, el actor Larry Hagman, que grabó diecisiete capítulos antes de morir en 2012 a los 81 años de edad. En este primer episodio aparece apartado, encerrado en una habitación, víctima de una depresión crónica. En un momento dado, su hijo John Ross III decide ir a visitarlo para contarle sus problemas, que el resto de la familia no quiere hacerse megamillonaria, sino que quieren montar un eco espacio en el rancho en lugar de perforar todo el petróleo que han descubierto, que están locos, y así, de la rabia, le devuelve al mundo de los vivos. A partir de ese momento, JR decide ayudarle y guiarle en el mundo del mamoneo y los tejemanejes. Como Yoda y Luke Skywalker más o menos, pero en Texas.

Una maravilla que, sin embargo, se vio superada por Touch. En la serie de estreno de Cuatro, Kiefer Sutherland interpreta a un viudo que tiene un hijo autista. Normalmente, detrás de las series de gran emoción y suspense al final lo que hay es un guión que hace de la coincidencia inverosímil todo un arte. Pues bien, los que gusten de este tipo de tramas aquí van a encontrar el nirvana. El niño autista resulta que es muy listo y ha dado con fórmulas matemáticas que permiten averiguar el futuro. En España con eso habrían puesto al autista a limpiar escaleras como buenamente pudiera, pero en esta serie no, tiene una asistente social que se preocupa por él y, junto con su padre, van resolviendo entuertos  y bla, bla, bla. 

Puede gustar a quien haya disfrutado de películas como Pi, Memento y la primera hora de Una mente maravillosa, o del rollo del dichoso numerito de Perdidos, pero está todo tan cogido por los pelos y es tan exagerado que no tiene pinta de seducir ni como charlotada. Nosotros, al menos, nos quedamos con Dallas, que como españoles de raza que somos, los zurriagazos entre hermanos nos ponen casi tanto como el fútbol.  

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2 comentarios

Asín...nos va escribió
15/07/2013 23:55

De Dallas en versión autonómica guardamos memorables frases que aún empleamos cuando nos encontramos en noches de borrachera: "Ahhh Xiota Erre (JR), ¿do carallo vés a estas horas da noite?"

Djiaux escribió
15/07/2013 19:36

Le aplaudo Sr Alvaro. Gran critica : D

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