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EL PEOR DE LOS TIEMPOS / OPINIÓN

¿Verdaderamente sobran estudiantes universitarios?

Uno de los errores en España al adoptar el sistema Bolonia fue suprimir los estudios universitarios más profesionales o vocacionales: las diplomaturas e ingenierías técnicas

10/01/2016 - 

VALENCIA. A finales de diciembre, el INE publicó los resultados de una encuesta realizada a titulados universitarios en el curso 2009-2010 y su situación laboral en 2014. Son datos muy interesantes, puesto que muestran si han podido conseguir empleo los que terminaron sus estudios superiores en mitad de la crisis. Aunque el primer impulso es ver qué titulaciones tienen un mayor grado de empleo, cabría ir más allá y reflexionar sobre el grado de cualificación que requieren los trabajos logrados y si la mayor parte de los alumnos está dirigiéndose a las titulaciones con mayor demanda por parte del mercado. Por otro lado debemos ser conscientes de que, a pesar de su mayor tasa de paro, hay titulaciones más vocacionales o artísticas que no por ello pierden su razón de ser.

Comenzando por lo más inmediato, algún comentario sobre las titulaciones con menos y más desempleo. Empezando por las ingenierías, habría menos de un 5% de desempleados en los ingenieros navales, informáticos, en electrónica, en telecomunicaciones y aeronáuticos. Similares son las cifras de desempleo entre los ingenieros técnicos de dichas especialidades. Los ingenieros con menor tasa de empleo serían los especializados en geología, en minas y en montes. Por lo que se refiere a las ahora extinguidas licenciaturas y su equivalente en grados, las diferentes filologías serían las que alcanzarían mayores tasas de desempleo (más del 40% en la filología francesa y árabe), aunque con la excepción de la filología inglesa (15%). Otras ramas de humanidades, como la historia, las bellas artes o la geografía contarían también con tasas de desempleo por encima del 30%.

En el lado opuesto, los licenciados en medicina no tendrían desempleo e igualmente tienen tasas alrededor o menores del 5% los licenciados en márquetin, máquinas navales, farmacia y criminología. A continuación, alrededor del 10%-15%, odontología, veterinaria, psicopedagogía, odontología, matemáticas, física, economía, derecho, ciencias de la actividad física y el deporte, estadística, ciencias actuariales y administración y dirección de empresas. Quedaría referirse a las antiguas diplomaturas, entre las cuales podología, optometría y fisioterapia tendrían tasas de desempleo bajas (entre el 5 y el 10%), mientras que los maestros, con la excepción de los de lengua extranjera, tendrían un desempleo superior al 20%. También el desempleo superaría el 20% en el caso de enfermería, trabajo social, relaciones laborales, logopedia y gestión y administración pública. La transformación en grados de las diplomaturas no ha alterado los porcentajes de desempleo relativo.

Sin embargo, esta información debe completarse, primero, con las cifras reales de titulados en cada rama de conocimiento. En el curso 2009-2010, al que se refiere la encuesta, obtuvieron título universitario casi 200.000 personas y de ellas unas 120.000 fueron mujeres y 80.000 hombres. Algo más de la mitad realizó estudios de ciencias sociales y jurídicas, unas 70.000 mujeres y 33.000 hombres, mientras que 45.000 estudiaron ingenierías y arquitectura, en este caso 31.000 hombres y 13.000 mujeres. Respecto a artes y humanidades, 13.000 titulados, unos 4.500 hombres y 8.700 mujeres. Por último, casi 24.000 personas, la mayoría mujeres (más de 18.000), se titularon en ciencias de la salud

¿Es la proporción de titulados en España diferente de la de otros países? Si nos comparamos con los países de nuestro entorno (gráfico 1) tendríamos algo menos de ingenieros que otros países y también algo menos de titulados en ciencias de la salud. Nuestra cifra de titulados en ciencias sociales tendría también margen de aumento, lo mismo que en arte y humanidades. Es lógico que tengamos más egresados relacionados con los servicios, pero la cifra que más puede llamar la atención es lo elevado de los titulados en “educación”: casi un 14%, frente al 6.2% en Finlandia y el 2.7% en Francia.  

Si cruzamos la información de los párrafos anteriores, parece que existe una buena dosis de racionalidad en la mayor parte de las elecciones de los estudiantes universitarios, puesto que mayoría opta por las ciencias sociales, las cuales tendrían tasas de empleo bastante buenas (una media de un 10% de desempleo, aunque mayor en las diplomaturas). En segundo lugar, las ciencias de la salud y la mayor parte de las ingenierías tienen muy elevado empleo y ambas concentran otros 70.000 titulados. Tan sólo en artes y humanidades el paro es mayor, pero sólo unos 13.000 egresados eligen estas opciones, necesarias pero con salida laboral más restringida. Sin embargo, teniendo en cuenta que la tasa de paro de los maestros supera el 20% y que en España eligen esta opción bastantes más personas que la media de nuestro entorno, parece que es aquí donde se produciría un importante desajuste, mientras que habría margen en las otras grandes ramas, especialmente en ciencias de la salud e ingenierías, atendiendo al bajo desempleo.

No obstante, conseguir empleo no significa que éste se logre en puestos de trabajo acordes con la titulación de los trabajadores. Según el observatorio de inserción laboral del IVIE y con datos de 2011, cerca de un 30% de los titulados universitarios con empleo por aquel entonces creían que estaban sobre-cualificados para el puesto que ocupaban. Esa cifra no era especialmente alta pues, como en el propio informe se indica, la percepción era subjetiva y realizada en un contexto de malas expectativas de encontrar trabajo. 

Hace algunas semanas se creó una cierta polémica cuando el Ministro de Educación, Íñigo Méndez de Vigo indicó que había “demasiados universitarios y pocos alumnos de formación profesional”. La CRUE se apresuró a matizarlo señalando que lo que había era un desequilibrio entre ambos grupos. Podemos verlo en datos de la OCDE de este mismo año en el gráfico 2: en nuestra población entre 24 y 35 años un 42% tiene estudios terciarios, un 24% secundarios superiores (bachiller o equivalente) y un 34% (ésta es la cifra preocupante) no pasa de estudios primarios.

Es importante señalar que estudios terciarios incluirían, en el caso español, no solamente los actuales grados o antiguas licenciaturas y diplomaturas, sino también los estudios profesionales superiores, desde música hasta diseño, pasando por teatro y danza. Aunque nos encontremos algo por encima de la media en estudios terciarios, lo que nos falta, en realidad, son titulados medios, llamémoslos como queramos: estudios profesionales, vocacionales o más prácticos. De hecho, la falta de personas con esta formación hace que una parte de los universitarios (seguramente hasta un tercio) estén ocupando este tipo de empleos, para los que no haría falta dicha cualificación. Y continuamos con un 20% de fracaso en el sistema educativo, personas que no logran titulación secundaria. La mayoría de países de nuestro nivel de desarrollo tiene entre un 40 y un 50% de su población con estudios secundarios, la mayoría de ellos con elevado nivel de empleo.

Quizá uno de los errores que se cometió en España al adoptar el sistema europeo de transferencia de créditos, conocido como Bolonia, fue suprimir los estudios universitarios más profesionales o vocacionales: las diplomaturas e ingenierías técnicas. Al asimilarlos a los grados se ha perdido una buena parte de su perfil aplicado. Suponían menos años de estudios (3 frente a 5 ó 6) pero capacitaban plenamente para el mercado laboral. Los grados de 4 años para estudios que sólo necesitaban 3 o reducir las ingenierías de 6 años a grados de 4 no han contribuido a aclarar el panorama. Los máster integrados han sido la respuesta en las ingenierías, pero otros estudios no han encontrado una opción semejante. Los grados actuales se han desdibujado y harán aún más difícil adaptar empleos a cualificación. 

Sigue estando pendiente el puente entre los estudios secundarios profesionales y la universidad. Un puente en ambas direcciones, que dé mayor prestigio social a la formación profesional y que, a la vez, reduzca el fracaso de los primeros años de las carreras universitarias. 

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Foto: KIKE TABERNER
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