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Yeeply, los guardaespaldas de las ‘apps’

Crear una app puede ser hasta fácil, pero que sea exactamente lo que espera el cliente es otra cosa. Héctor Badal y Luis Picurelli se encargan precisamente de eso

| 20/12/2017 | 8 min, 13 seg

VALÈNCIA.- Cuando Héctor Badal se puso manos a la obra con Luis Picurelli para poner en marcha Yeeply en septiembre de 2012 no tenía internet en casa ni se había descargado en su vida una aplicación móvil. Cinco años más tarde ya son un referente conectando a aquellos que necesitan una app o una web con desarrolladores freelance y empresas.

Nacieron como compañía cuando la palabra startup no estaba prácticamente en boca de nadie en Valencia y, aunque ellos no son desarrolladores, son muchas las grandes empresas que han dejado en manos de la startup su proyecto de crear una aplicación para su negocio. Panini, Páginas Amarillas, La Liga, Telefónica, Microsoft, Asus o Yamaha han decidido pasar por sus filtros para encontrar a profesionales que permitan tener en tiempo, calidad y coste previsto su proyecto de aplicación móvil o web. 

Después de siete años en Francia y Estados Unidos trabajando en multinacionales como Orange o Nokia, Picurelli, ingeniero de Telecomunicaciones y Máster en Negocios, decidió volver a España. «Veía a mis amigos de la carrera con trabajos muy por debajo de su nivel y pensaba que era una pena que estuvieran haciendo eso después de ver todo lo que se estaba desarrollando en el resto de Europa», señala. Ahí empezó su idea. ¿Por qué no montar una empresa en la que unir a estos ingenieros cualificados con la demanda de proyectos a nivel europeo?

Aunque fueron compañeros de colegio, Badal era un año menor y había estudiado Ingeniería de Caminos y un MBA en ESIC. Pero el reencuentro en una cena dio el pistoletazo de salida a Yeeply. El camino era internet y en 2012 el mercado estaba lleno de freelancers y plataformas de subcontratación de proyectos, pero ninguna especializada en el nicho de las apps. «De todo lo que pasaba por esos marketplace, el crecimiento de las aplicaciones ese año fue más de un 30% y pensamos que dar un servicio de valor aconsejando a los clientes era una buena idea», explica Picurelli. 

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Ahí llegó el empujón definitivo, su selección para la primera generación de startups aceleradas por Plug and Play Spain, donde fue elegida como mejor proyecto de empresa en su segundo Expo Day. En sus inicios fueron ganadores de los XVIII Premios Bancaja Jóvenes Emprendedores pero han recibido otros reconocimientos como el Premio Emprendedor XXI de La Caixa o el Premio Aster al Mejor Emprendedor de ESIC que este mismo año ha recibido Héctor Badal. 

«Lo de las startups nos sonaba a algo lejano», asegura Badal. Pero ya encasillados en el concepto, empezaron con aquello que parecía lo correcto: buscar inversión. «Parecía que era algo necesario si eras una empresa tecnológica, y si no, no tenía sentido y efectivamente, conseguimos una ronda de inversión con business angels, Enisa e Ivace». Desde ahí crecieron de forma orgánica hasta facturar 1,2 millones de euros en 2016.

Con el paso del tiempo su modelo se ha hecho más refinado. Empezaron siendo una plataforma abierta donde había un directorio de desarrolladores y podía contratarse a cualquiera. Ahora certifican a los mejores y seleccionan al más adecuado para cada proyecto. Lo hacen a través de algoritmos que tan solo envían a los usuarios los partners más acordes para desarrollar su app basándose en la tecnología utilizada, urgencia del proyecto, habilidades de los desarrolladores, tipo de aplicación o idioma, entre otros. «Seleccionamos al mejor desarrollador para cada proyecto y eso hace que salga mejor».

Una petición ‘made in USA’

«Cuando el cliente contrata desarrolladores para software, y no llegan a tiempo o le cuesta mucho más de lo que tenía presupuestado, entiende que Yeeply hace que todas esas cosas salgan bien, desde seleccionar al mejor equipo hasta que haya una gestión del proyecto. El que ha trabajado con Yeeply solo quiere hacerlo así», asegura Badal. En su base de datos tienen a 16.000 desarrolladores tanto freelance como empresas de todo el mundo, pero solo tienen una ratio de certificación del 1%, por lo que trabajan habitualmente con unos 150 equipos.

Aunque el boca a oreja les funciona muy bien en la captación de clientes, la web es el principal canal de llegada. Entre sus anécdotas está la publicación de un proyecto por parte del Gobierno de Estados Unidos hace cuatro años. «Estuvimos en la selección final contra una empresa mexicana para diseñar una app de 200.000 euros», asegura Badal. Aunque sus mercados principales son España, Francia e Italia, han llegado a firmar hasta proyectos en Islas Vírgenes. También han tocado Latinoamérica y norte de África . «Hemos gestionado proyectos de más de treinta países». 

«Un estudio nos ha confirmado que España tiene potencial para ser la software factory de Europa», explica Picurelli

Actualmente la empresa tiene diecisiete empleados —entre ellos, dos personas italianas, dos francesas y dos alemanas— aunque esperan abrir las contrataciones próximamente. Reconocen que la demanda de apps ha bajado respecto a hace cuatro años, pero cada vez es más seria. «La gente es más consciente de lo que cuesta una app y lo que conlleva. La demanda se está profesionalizando y eso es lo que Yeeply estaba buscando», asegura Picurelli. De hecho, no todos sus clientes quieren ganar dinero con la aplicación, sino que buscan ofrecer un servicio adicional a sus clientes.

Entre sus productos más preciados se encuentra La Liga Fantasy —un videojuego oficial de la Liga BBVA—, de la que ya se convirtieron en partner estratégico de desarrollo móvil. «La relación con ellos empezó cuando fuimos a presentarles el boceto del juego Fantasy hace años. Aunque esta idea se fue prolongando en el tiempo hicimos otros proyectos como la aplicación de La Liga TV o LaLiga Puzzle con Panini», explica Héctor Badal. Finalmente el proyecto salió adelante con un juego para iOS y Google Play

España, ‘software factory’

De hecho, España es un lugar ideal para desarrollar aplicaciones. Yeeply realizó un estudio sobre el coste de crear una aplicación en los principales mercados europeos: España, Alemania, Francia e Italia. Según los datos recabados el precio medio para el desarrollo de aplicaciones en España tiene un coste de aproximadamente 35 euros por hora. Por contra, Alemania es el país, dentro de los encuestados, en el que más caro resulta contratar a un desarrollador, con una media de 84 euros por hora, lo que supone una diferencia de más del doble respecto al precio español.

Los precios en los demás países se sitúan por debajo de Alemania pero por encima de España. Así, en Francia la media por hora y desarrollador se encuentra en unos 55 euros, mientras que en Italia ronda los 45 euros. Esto convierte a España en el país donde más barato sale desarrollar una aplicación para móvil, en lo que a los estados analizados en el estudio se refiere.

España es el país más barato para desarrollar una aplicación para móvil: un diseñador cobra 35 euros la hora; en Alemania, 84 euros

El estudio llevado a cabo por Yeeply también aportaba cifras sobre el desarrollo en diferentes regiones españolas. Estos datos revelan que el precio medio por una hora de trabajo de un desarrollador no varía mucho en función de la zona, entre las que Madrid, con 44 euros por hora, se sitúa a la cabeza de las ciudades donde los desarrolladores cobran más de media. Le sigue de cerca Barcelona, con 42 euros por hora; después, València, con 39 euros por hora, y muy por detrás se encuentra Sevilla, con 28 euros por hora, casi la mitad con respecto a Madrid.

«El estudio realizado nos ha confirmado que España tiene potencial de sobra para ser la software factory de Europa», señala Luis Picurelli, CEO de Yeeply. «Somos ultracompetitivos en la relación calidad-precio, y la educación media del ingeniero español es superior a la del resto de países analizados. Nos penaliza la poca fluidez con los idiomas y hacer piña entre todos los agentes del sector para vender mejor el potencial de nuestro sector IT», añade.

Sin embargo, tienen muy claro que hoy pueden ser apps y mañana otra cosa, ya sea blockchain o aplicaciones de sesión. «Actualmente en los teléfonos hay una arquitectura de protocolos y la app es una capa», apunta. «Ahora estamos en una capa superior donde las aplicaciones no tienen ni que abrirse. Ya es posible contestar un mensaje sin desbloquear el móvil».

De hecho no descartan que las aplicaciones acaben desapareciendo, pero no les importa. «Nosotros lo que hacemos es cubrir una demanda y puede llamarse app o no», apunta Picurelli, quien niega haber sentido riesgo alguno cuando se lanzaron con el proyecto. «He confiado mucho en nosotros desde el principio». «Lo hemos vivido de una manera bastante natural», asegura, a la vez que apunta sus planes para el próximo año, que pasan por realizar una mayor automatización y ampliar mercados.  

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