Boucan

En este pequeño winebar del Carmen, Edu y Julia han construido un micromundo alejado del foco mediático y entregado a una peculiar mezcla de hedonismo gastronómico y festivo. La distribución de espacios —barra, contrabarra y mesa colectiva con taburetes— es una declaración de intenciones. Aquí se viene a fluir, a conocer gente, a comer y beber muy bien, y a un precio muy razonable. Todo está en permanente movimiento, incluida la carta. Cada noche, la pizarra nos indica una docena de platillos sencillos, pero elaborados con mucho esmero. Qué ensaladilla rusa, qué figatells de sepia, qué tino con los mar y montaña.

En confianza: Boucan tiene su personalidad, su atmósfera. Es idóneo para disfrutones, pero nada apto para estiradillos.