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Carlos Mayoral: “En la literatura la mentira, si no es torticera, es necesaria y además viene bien”

12/04/2018 - 

VALÈNCIA. Alfonsina Storni, Bolaño, el maestro de Borges Cansinos Assens, Salinas, Emilia Pardo Bazán, Larra, Gloria Fuertes o Quevedo son retratados junto al autor en este fantástico libro de Mayoral destinado también a ser un clásico. 

-¿Recuerdas el primer libro que leíste? ¿O al menos el primero que te marcó por considerarlo ya literatura?
-Carlos Mayoral (@LaVozDeLarra), autor de Empiezo a creer que es mentira (Círculo de Tiza, 2017): Más allá de las típicas colecciones de adolescente, la primera vez que me dije, estoy leyendo algo para mayores, fue con Julio Verne, que viéndolo luego con perspectiva, es cierto que según qué novelas pueden resultar infantiles. Pero bueno, a mí por entonces eso de Julio Verne me sonaba a clásico, a cosa ya de enjundia. Creo que el primer libro suyo que leí fueron las Veinte mil leguas de viaje submarino, pero luego recuerdo que me marcó mucho La isla maravillosa, por aquello de que salía otra vez el mismo personaje. Digamos que ese libro fue el que me enganchó al hábito lector adulto. 

-Y en esta misma línea, ¿recuerdas el último libro qute haya marcado?
-Uno de los últimos que me ha marcado es La peste, de Camus, un autor que no tenía descubierto hasta hace no muchos años, y sin embargo me he metido en la vorágine de estudiarlo, de empaparme de él, y la verdad es que es maravilloso. La peste me dejó totalmente noqueado, me parece un autor excelso. De hecho quizá uno de los mejores novelistas del siglo XX, de los tres mejores novelistas, probablemente.

-¿Ha quedado alguien fuera de Empiezo a creer que es mentira de quien te hubiese gustado escribir?

-Buf, muchísimos, muchísimos. Sin ir más lejos el propio Camus, o por ejemplo, ya que estábamos hablando antes de los grandes novelistas del siglo XX, Kafka aparece en un par de citas pero no está analizado en profundidad, cuando a Kafka lo he leído casi al completo. Mi idea al principio era que fuese literatura en castellano, luego es verdad que se fueron colando autores sin yo poder evitar que se colaran y al final ha terminado siendo un poco más universal en ese sentido. Pero en un primer momento sí que pretendí que fueran autores de la literatura hispánica. Así que si ya con la primera criba se quedó muchísima gente fuera, luego ya me resultó imposible meterlos. 

-¿Con qué criterio hiciste la selección final?
-Con un criterio bastante arbitrario, la verdad. El punto de partida como decía era ese, por otro lado, por cuestiones de competencia lingüística, suelo dirigirme más a escritores castellanoparlantes; respecto al resultado final, quise incluir los que fuesen de un corte más parecido, porque sí que es verdad que dejé fuera algunos relatos que eran de corte más ensayístico, dicho de algún modo. Me apetecía que fuesen más narrativos y todos en primera persona, y eso constituía en sí mismo ya un cribado que fue el que terminó decidiendo el índice.

-¿Siguen escribiéndose grandes obras? ¿Qué libros o autores de las últimas décadas crees que tienen papeletas para convertirse en futuros clásicos?
-Por supuesto siguen escribiéndose obras maestras, aunque debo reconocer que no soy un gran lector de literatura contemporánea. Pero sí, por supuesto, en literatura hispánica estoy seguro de que por ejemplo Vargas Llosa nos va a dejar La ciudad y los perros, o Bolaño, que sí tiene mucha presencia en mi libro; creo que Bolaño le pone piedra al siglo XXI, es quien empieza a construirlo. Los detectives salvajes son de los noventa, pero ya es literatura del siglo XXI, por la narración, la manera de estructurarla, el argumento... Puede que Bolaño sea el primer narrador del nuevo siglo. Luego hay muchos que ya pueden cumplir con la etiqueta por la que me preguntas de grandes maestros de este siglo, como pueden ser Piglia o Javier Marías, pero todos siguen la estela marcada por Bolaño. 

-¿Miente mucho la literatura?
-Muchísimo. En mi opinión la mentira, siempre que no esconda un significado torticero, es necesaria y además viene bien, y la literatura es muchas veces una manera de escapar de la realidad, que al final también tiene un poso de mentira, esto que digo, este verbo escapar. Al final, cuando uno se refugia en el arte, en la pintura, en una película o en un disco, lo que pretende es evadirse de la realidad. Evadirse de la verdad. Eso se puede llamar de muchos modos. A mí me gusta llamarlo mentira por lo que tiene de reivindicación. 

-En tu experiencia como lector, ¿se puede escribir una gran obra desde la felicidad y la despreocupación?
-Lo que tengo claro es que una obra, cuando mejor fluye es cuando se construye desde la tragedia, desde el desconsuelo. Esos cimientos hacen que una narración, y qué decir de la lírica, de la poesía, nazca mucho más reforzada. Pero creo también que incluso las narraciones más alegres, más despreocupadas, incluso esas, esconden un punto de tragedia. Fíjate por ejemplo en el Quijote, por aludir a una gran obra. Tiene que terminar muriendo. Por mucho que tenga puntos muy cómicos, muy satíricos, al final el poso que queda en la obra es trágico. Se muere un idealismo. Si ese final si no hubiera sido así, si no hubiera muerto un idealismo con el Quijote, creo que la obra no hubiera sido la gran obra universal que terminó siendo. Por eso digo que incluso la obra más despreocupada, me gusta ese adjetivo, incluso esa esconde un punto oscuro que es por otra parte el que a mí más me interesa. 

-¿Qué podemos esperar de la literatura de este milenio? ¿Va a seguir mintiendo? ¿Mentirá más que la anterior?
-La literatura está en una encrucijada extraña; es verdad que ahora se anteponen otras variables a la pura calidad literaria, como son el mercado, las ventas, la postura, el personaje. Creo que eso es pernicioso para la literatura. ¿Qué podemos esperar de ella? Pues supongo que que siga reivindicando, que siga siendo una crítica velada de la realidad y que podamos seguir refugiándonos en ella con la misma seguridad con la que se hecho a lo largo todos estos siglos, lo cual por otra parte contesta ya a la segunda pregunta que me hacías: ¿seguirá mintiendo? Sí, porque seguirá haciéndonos escapar de la realidad, de la verdad. 

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