VALENCIA. Carme Teatre apuesta a partir de una producción propia con uno de los textos más icónicos de los años 90, el que parte de American Psycho, la tercera novela de Brett Easton Ellis. Esta versión "libremente inspirada" está escrita y dirigida por Aurelio Delgado, y cuenta en escena con Paco Martínez Novell, Rafael Alarcón y Vicente Arlandis.
La novela cita a su inicio a Fiódor Dostoyevski que hablando de 'apuntes del subsuelo': "individuos como el autor de estos apuntes no sólo pueden existir en nuestra sociedad, sino que por fuerza deben existir, si se considera las circunstancias bajo las que, generalmente, esta sociedad nuestra se desarrolla". La baja moralidad de la sociedad, lo superficial, lo banal, todo ese imaginario es lo que late detrás de la perturbadora creación de personaje de Patrick Bateman y el punto de interés que Delgado trata de mostrar a través de Psico.
De hecho, la obra según se apunta desde Carme Teatre, esas ideas se sobreponen al sadismo y la narración más explícita de los crímenes que comete el propio Bateman. "Más que centrarse en el asesino en serie, aspecto fundamental que desde luego se aborda en el montaje, la obra que nos presenta Aurelio Delgado no se centra tanto en la narración de sus crímenes, como en la presentación de un universo que no sólo corresponde al mundo de los brokers de Wall Street sino que se extiende por todo el mundo occidental, donde el capitalismo impone unas normas, que atendiendo principalmente al consumo, sumerge nuestra realidad en esa "sociedad del espectáculo" de la que habla Guy Debord", apuntan desde el teatro independiente valenciano.
La representación, dentro de esa sociedad, vacía el personaje de Bateman, lo convierte en un paradigma, si bien llevado al extremo, del hombre actual, presionado a olvidar la esencia en favor de la presencia, de ofrecer una imagen de sí mismo que lo acerque a un ideal de clase, prescindiendo de la moral para establecerse y, si es posible, convertirse en líder.
La paradoja le sobreviene al personaje, cuando en medio de seres condicionados al igual que él mismo para las mismas finalidades, pierde su identidad frente a los demás y se convierte en anónimo, susceptible de ser confundido con cualquier otro. En este contexto donde nada significa más que la apariencia, donde los valores y el hombre mismo se vacían de contenido, no es descabellado pensar que surja el monstruo.
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