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en caja alta

Diseño mix

Las portadas de los discos de recopilatorios del verano, acordes a su contenido, monótonas y aburridas, siguen triunfando ante un público poco exigente y con dudoso sentido del gusto

| 14/08/2017 | 2 min, 8 seg

VALÈNCIA.- Zasca. Las portadas de los discos de recopilatorios del verano no aportan ni han aportado nada al diseño español. De hecho va más allá, y es que son horripilantes y tan solo podría validarlas un criterio comercial basado en que el público es idiota.

Dicho esto, ¿qué podríamos esperar de un producto estival concebido para el entretenimiento de un país que detiene todo intento de actividad intelectual por un par de meses hasta que llegan al relevo los coleccionables de septiembre? Ahora hace un año decíamos en estas páginas que lo kitsch era la tendencia estival, y es que triunfa lo simple y lo machacón, lo macarra y lo hortera. No estamos preparados para más. La publicidad en televisión apesta más de lo habitual, por no hablar de la programación veraniega, y si la canción del verano es lo que es, no pretendamos más de la portada de un disco recopilatorio de canciones para bailar. Solo habrá que esperar medio año más para encontrarnos la otra gran época que devalúe la calidad de las ofertas culturales: las fallas.

Como leía hace poco a Carlos Pérez de Ziriza, «entren en su plataforma favorita de música en streaming y echen un vistazo al pantallazo que les sale por defecto». Es la amenaza de que todo lo que comporta el verano ya está aquí. Des-pa-ci-to. Despacito remixed. Despacito versión pachanga, versión disco y remezclado con las mejores frases de un zapping por la sobremesa televisiva. Bienvenidos al megamix español, importado a mediados de los 80 con las canciones de moda, vejado ya desde sus primeras portadas y alzado a la gloria del tenebroso reclamo del «anunciado en TV».

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El pionero se llamó Max Mix, lanzado en 1985 con una portada digna de dibujos de libreta de EGB que se sucedió de infinitas ediciones que año a año forjaron también una de las historias más truculentas entre productores discográficos con secuestros por medio que culminó en el sello que posteriormente iniciaría la saga de los triunfitos. Tragedia.

* Lea el artículo completo en el número de agosto de la revista Plaza

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