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DISEÑO PARA EL PENSAMIENTO

El diseño que nos va diseñando y los anhelos sociales de una València en transformación

Nuevas aspiraciones y retos surgen del impacto del diseño en la sociedad valenciana y su influencia en el ámbito de la cultura

25/06/2018 - 

VALÈNCIA. El diseño, tan lozano en la sociedad española y con cierto retraso cronológico respecto a otros referentes internacionales, venía ligado en los últimos años ala Comunitat Valenciana a un enfoque industrial y empresarial, principalmente por los intereses privados de rentabilizar productos y servicios.

La ausencia de relación y de apoyos institucionales mantenía pues al diseño en este fructífero entendimiento con el tejido empresarial en el que, tras casi cuatro décadas desde aquellos efervescentes ochenta, poco a poco se ha ido introduciendo en cada vez más sectores que entendieron el discurso del valor añadido que el diseño proporciona a sus productos, con empresas punta de lanza que van más allá y ya tienen integrado el diseño en sus procesos más allá de la rama productiva. Pero había que ir más allá, y la madurez del diseño valenciano fue llegando cuando éste comenzó a reclamar el protagonismo también en la esfera cultural, que es, de hecho, el fundamento del diseño.

La nueva percepción social del diseño

El diseño nos rodea. Todo está diseñado, de una forma u otra, y los diseñadores seguimos haciendo lo que hacíamos antes, pero recuperando el valor del proyecto al tener una sociedad cada vez más acostumbrada y abierta al diseño, que entiende, poco a poco, que el diseño no es (sólo) hacer bonitas las cosas. Así es como, al no remar solos, estamos construyendo colectivamente un conjunto de valores no sólo de aporte estético, sino de índole cultural. Este espectro ampliado del alcance del diseño como sector creativo, desde una posición más ligada a la industria hasta la cultura, debe ir en paralelo a que haya una percepción social de dicha evolución. ¿Existe este reposicionamiento también desde la sociedad valenciana?

 Foto: SABINO AGUAD

Si bien es un proceso que lleva décadas produciéndose en otros países, ahora es nuestro momento, como signo de evolución cultural y de progreso. Sea como fuere en España el primer argumento fue el industrial y ahora amplía miras como decíamos hacia su importancia cultural, siempre poniendo inevitablemente un ojo a lo que hacen países vecinos en el que no siempre el orden de las bases a asentar fuese ese.

El panorama cultural encuentra ahora inspiración en otros ámbitos, y si en un sentido más popular está conectado con el arte, un museo o los libros, ahora otros aspectos que van desde la tecnología al diseño, la innovación o la televisión y las series son entendidos como nuevos contextos culturales. El diseño ha pasado a generar un impacto en la cultura valenciana, más rápido de lo que se podía esperar gracias a la total inmersión de los organismos públicos valencianos,desde sus más altos puestos, en el sector creativo valenciano, acudiendo a profesionales y asociaciones dejándose asesorar y trabajando codo a codo, en un fiel reflejo de lo que pasó hace ahora tres décadas cuando se forjó la primera gran edad de oro del diseño valenciano. Y este apoyo institucional y apuesta por el prestigio en diseño o ilustración no ha hecho más que calar hasta llegar a empresa privada y a ciudadanía.

El diseño pasa por la innovación más que nunca. Porque en los sectores innovadores se asume como parte de su idiosincrasia el rol estratégico del diseño como componente inherente a la empresa, no como un producto final sino como un proceso interiorizado a todos los niveles. Design thinking, que no es más que estrategias creativas puestas en práctica para solucionar problemas.

El diseño no es el cartel, el logotipo, la mesa, la maqueta de un libro, la web ola app. No es el eslabón final sino lo que ocurre antes y en el proceso de que un cartel o un libro salgan de la imprenta, la mesa sea puesta en reparto o se creen las soluciones de desarrollo de una web o la comunicación de una app. El diseño es el proyecto, son productos y aplicaciones gráficas e industriales, son productos digitales, es interacción y cada vez es más transversal y difícil de encajonar. Por eso la mejor definición es la del proceso creativo por el que las ideas cobran un sentido aplicable a la resolución de un problema, sea de la índole que sea. Puede ayudar en un proceso electoral diseñando las papeletas, o provocar una catástrofe con un mal diseño de interfaz en un programa de lanzamiento de misiles. Puede confundir o puede simplificar, ya que en el trasfondo del diseño, como conjugación de forma y función, está el bienestar de las personas.

Podemos aplicar el diseño a infinidad de problemas: corporativos, sociales,urbanos o incluso personales. Y así es como nos hace la vida más fácil a distintos niveles, lo cual, en conjunto, y por muy pomposo o ingenuo que suene, nos hace más felices.

El diseño puede ser aplicado a una región entera, con su función social aplicada a toda una ciudad, para estrechar estos lazos entre creatividad y tecnología o empresas e innovación. Es una lectura mucho más madura del diseño y del discurso de la innovación aplicada a varios tejidos esenciales para el desarrollo de nuestro entorno urbano y social.

La estrategia de incluir a diseñadores dentro de los gobiernos no está pensada únicamente para cubrir asuntos relacionados directamente con el lanzamiento de una campaña de comunicación o la elaboración del brief para un encargo (que también), sino como agentes que se acerquen a los conflictos cotidianos de una institución desde un punto de vista diferente. Una vez más, para mejorar la sociedad.

A su vez, el diseño nos ayuda a comprender la sociedad en la que vivimos por cómo hemos hecho uso de las cosas, lenguajes gráficos o apropiaciones de símbolos. Y cuando termine de comprenderse este nivel impacto del diseño en la sociedad a través de la cultura, podremos terminar de asentar el discurso empresarial y pulir otros vértices.

Foto: ADCV 

Anhelos y urgencias del diseño en València

Ha habido un proceso de cambio más rápido de lo que cabía esperar, que se evidencia si echamos la vista cinco años atrás, tomando como referente el inicio de esta cabecera, Cultur Plaza, que ya en su arranque tuvo el diseño en su índice de contenidos para ofrecérselos a un público general, y ha sabido percibir esta vertiente cultural del diseño, trasladándola a la sociedad valenciana.

Muchos cambios, sí, pero ya hemos hablado de lo que fue consiguiendo el diseño al entrar en las instituciones, en una primera fase que se centró en mejorar la comunicación gráfica,y en este sentido, ya hace casi un par de años que se afianzó la profesionalización del diseño de la imagen de la ciudad de Valencia y de la Comunitat Valenciana. Y cada paso dado surgen nuevos retos que quedan por cumplir,que debemos actualizar en esta sociedad cambiante, asumiendo que estamos en este proceso de transformación cultural dada por muchos nuevos factores que comentábamos antes, efervescencias e inquietudes que tiene una sociedad valenciana que no tenía hace una década, debido esencialmente a una apertura global y a una revolución tecnológica y cada vez más social.

Así pues, y con la cultura por bandera, acaba de gestarse el Arxiu Valencià del Disseny y las miras ya están puestas en que acabe desembocando en un Museu Valencià del Disseny,aunque a corto plazo lo tendremos como plataforma de consulta digital de los fondos que se encuentran en proceso de digitalización.

Las famosas Llamadas a Proyecto como exitosa fórmula que terminó con el reino de los concursos especulativos y la mala imagen institucional toca su fin, ya que su ciclo está cumplido, y los problemas que ahora aparecen apremian que el diseño sea integrado dentro de las instituciones, como decíamos antes, para ayudar a estas convocatorias y muchas otras funciones, y tenemos como referente el modelo del Design Council británico o un gran Centre Valencià del Disseny unido al Museu que citábamos.

Es necesario también definir interlocutores, algo que los diseñadores siempre reclamábamos de las instituciones, pero haciendo autocrítica somos el sector del diseño el que también lo necesita. Los puntos de encuentro con otros colectivos del sector creativo son más necesarios que nunca para huir de una estéril endogamia que demasiado se cultivó y ahora debemos conformar y consolidar junto a otras disciplinas del diseño, al sector de la publicidad y a los profesionales de la ilustración,un cohesionado grupo dispuesto a influir. Un lobby de tota la vida, vamos.

Urge también, a punto de cumplir una década desde su creación, definir cómo debería ser el modelo más útil y sostenible de la semana del diseño de València, laValencia Disseny Week como certamen, que este año se celebrará en paralelo aFeria Hábitat Valencia del 18 al 21 de septiembre y cuyo entorno, tanto profesional como de modelo de ciudad, tanto ha cambiado en estos diez años.

Lo que parecía un lejano horizonte se ha convertido en un corto plazo. Y nos pilla con el viento de cola y una Estrategia Nacional de Diseño, aprobada por unanimidad,presentada en el Congreso de los Diputados precisamente por el GrupoParlamentario Socialista que acaba de entrar en el Gobierno. Siendo optimista,esto pondría el foco en las políticas de diseño que tanto necesitan recuperarse a nivel nacional pero también en el marco autonómico valenciano.

La segunda mitad de la actual legistalura del Govern del Canvi podría asentar definitivamente los ingredientes necesarios para que todo esto se produzca, pero es primordial que todos los grupos políticos comprendan la importancia del diseño más allá de sus siglas o tintes.Es absurdo decir que el diseño es de unos o de otros como lo sería apropiarse de cualquier disciplina o profesión, y es por tanto más trascendente que nunca la labor didáctica de los diseñadores y ese hipotético lobby para hacer ver que el (buen) diseño es bueno

 

El diseño empieza a ser esencial en los ámbitos empresariales tanto de startups como de compañías asentadas,principalmente por un tema competitivo en el que necesitan invertir para construir mejores productos. Ahora ha de dar el salto hasta ser asumido por la sociedad valenciana, aunque lo haga en principio de forma inconsciente ya que el diseño en las calles está funcionando como una experiencia adquirida, en presente continuo y de manera incipiente pero constante.

Quitémosle frivolidad al término diseño. No se trata de hacer más bonitas las cosas, sino de mejorarlas, lo cual puede repercutir a veces en su estética pero siempre en su funcionalidad, a través de un proceso de pensamiento y transformación de ideasen hechos. Así es esta evolución de València, la transformación de esta nueva València, que es la de siempre pero mejor diseñada en términos de uso y disfrute de la ciudad.

Más allá de corto placismos, ombligos o tintes políticos, este diseño que nos diseña tiene el propósito de hacernos mejores, más felices. Abramos los brazos pues al buen diseño, que es cultura.

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