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el muro / OPINIÓN

El patrimonio se cae

Foto: KIKE TABERNER

Ante la ausencia de prevención y conservación se nos cae el patrimonio. Ha sido el caso del muro de los Silos de Burjassot del siglo XVI. Tranquilos. No pasa nada. Ya lo reconstruirán con ladrillos y algo de cemento.

23/09/2018 - 

Hace apenas unas semanas me preguntaba cuál sería la reacción civil y política en el supuesto  de que ardiera alguno de nuestros museos más valiosos y de qué forma habríamos actuado. Creo que sólo tinta rápida, sin exigencias. Fue a raíz de la reducción presupuestaria durante años del Museo Nacional de Brasil lo que llevo al centro a su muerte entre cenizas.

Animaba también al nuevo Consell Valencia de Cultura (CVC) a que abordara el asunto con rigurosidad. Y de paso se interesase por los planes que existen en  nuestras instituciones para preservar y garantizar la supervivencia de nuestro patrimonio. No simplemente preguntar sí contenedores y contenidos están asegurados, sino también, sí se encuentran realmente preparados para una eventualidad, y de paso conocer los medios reales de que disponen. Parece ser que las esferas políticas y mediáticas sólo se preocupan de los museos para hablar de sus exposiciones, compras, cambios de directores o concursos públicos junto a otras cuestiones menores pero no para conocer su estado de preservación y garantías de conservación, que es lo importante.

Me consta que el CVC ha tomado nota del asunto. Agradezco su interés. Hará bien en estudiar el tema. Es de interés general, extremo, patrimonial, lo que significa presente y futuro. Un buen trabajo al respecto será una gran carta de neopresentación y garantía de mantenimiento.

Apenas han transcurrido unos días cuando hemos sabido que un muro del patio de los Silos de Burjassot, el antiguo granero de la ciudad  de Valéncia, caía derrumbado a causa de las fuertes lluvias recientes. Sí, fue un suceso inesperado. Pero hemos perdido un vestigio del XVI, que se dice pronto. Hemos perdido un espacio patrimonial, recuerdo e imagen de generaciones y parte de un paisaje imborrable. Monumento Histórico Artístico Nacional desde 1982. De nuevo han saltado las alarmas. No hay que exigir responsabilidades a nadie por la lluvia. Pero, ya no será lo mismo. Habrá que reconstruir. Y eso llevará un largo tiempo y una importante inversión que quizás hubiera sido innecesaria con medidas serias de prevención o haciendo caso a los informes técnicos que advertían de su cuestionable estado.

Una fuerte tormenta se puede advertir desde la distancia o sobre el satélite, pero jamás podremos conocer el alcance real de su devastación por muchas estadísticas que nos presenten. Es un suceso natural imprevisible. Hasta ahí estoy de acuerdo.

Sin embargo, al mismo tiempo surgían voces discrepantes. ¿Quién era el responsable del mantenimiento? Escuché preguntar. ¿Por qué nadie hacía caso de las advertencias técnicas sobre su estado? Unos decían que la responsabilidad de su conservación recaía en el propio Ayuntamiento de Burjassot, por lógica, aunque sin medios económicos suficientes; otros que era una obligación compartida entre los municipios de Valencia y Burjassot e incluso de la propia Generalitat Valenciana. Estamos hablando de desatención a un Monumento Histórico Artístico, que no es cualquier cosa.

El problema es que durante los últimos años el frenesí de eventos, espectáculos, despilfarro, deudas y otras tropelías nos han apartado del camino de la prevención e incuso de la sensibilidad. Pero también hace tiempo que los programas de conservación del patrimonio desaparecieron de la agenda política alegando ausencia de liquidez y austeridad. No me lo creo del todo.

Foto: KIKE TABERNER

Es fácil contentar a un alcalde con una subvención para reparar el campanario de su iglesia antes de estudiar cuál es el estado real de nuestros monumentos, al menos los declarados Bien de Interés Cultural (BIC) o Monumento Histórico Artístico. Y eso sí es responsabilidad de quienes tienen obligación de hacerlo. Otra cosa es que esos mismos gobiernos estén más preocupados de los fuegos artificiales porque ofrecen rédito inmediato que de una labor silenciosa que, seguramente, no dará votos pero sí ejemplaridad y coherencia. Y aquí han fallado. A lo grande. Empezando por el Ayuntamiento de València.

¿Qué más da un castillo medieval más o menos si nos sobran o están en ruinas? ¿Para qué conservar patrimonio si no sirve para nada, salvo como montón de piedras? Estas simples dos afirmaciones las he escuchado de boca de dirigentes que han permitido expolios y destrucciones masivas aunque en la actualidad ocupen puestos de responsabilidad en instituciones cuya única misión debería ser la conservación de nuestro patrimonio y altavoz de nuestras conciencias. Pero no ha sido así.

Hace tiempo que los presupuestos anuales de la Conselleria de Cultura o las corporaciones provinciales y municipales que se destinan a la conservación de patrimonio civil y monumental o estudios y preservación arqueológica han decrecido de forma considerable. Casi hasta la inanición. Una mirada al Ayuntamiento de Valencia o el área de Patrimonio de la Generalitat sería suficiente. Luego, aquí sí existen responsables y responsabilidad política.

Hace mucho tiempo que no he escuchado a ningún político de nuevo cuño hablar de planes de conservación, puesta en valor, dignificación o conservación de nuestro patrimonio. Menos aún de planes plurianuales para, simplemente, conservar o recuperar patrimonio. Hace aún más que no sé nada si en la pedrea del 1% cultural algo ha caído por aquí, o al menos se ha solicitado. Creo que no. Y no será porque no lo merezcamos. Quizás es que nadie se ha preocupado en solicitarlo. Algo tan simple como elaborar una plan de prioridades y necesidades, crear un expediente y plantase ante el Ministerio de Fomento para que de esas inversiones en obras publicas que, bien es cierto no son excesivas, algo nos toque. Tampoco es tan complicado. Pero antes hay que planteárselo. Hasta gozamos de un ministro del ramo para que se anime.  

Tenemos demasiado patrimonio. Es cierto. Pero otro tanto olvidado y desatendido pese a los informes técnicos que vienen advirtiendo de un mal estado y no se atiendan hasta que algo se cae.

No lo olviden, el patrimonio es lo que nos queda de nuestro pasado y dejaremos para el futuro. Es lo que nos permite alardear de ciudad bonita, comunidad histórica y reclamo turístico que poder descubrir en bicicleta o patinete.

La memoria de los Silos ya no se recuperará con una declaración institucional o con el anuncio oficial de una restauración urgente. Eso es simplemente política de gestos y con retraso.

De momento tendrán que desescombrar. No creo que se almacenen los restos para restituirlos tras su numeración. Con unos ladrillos aquí, unas fotos allá con casco de visita de obras preelectorales y un poco de muro de hormigón, solucionado. Es lo que hay. Tranquilos, dará también para graffitis. Al tiempo. No sé para qué aprobamos leyes. Y menos de Patrimonio Cultural Valenciano. Si es que alguien la ha leído. De ser así no existiría cartelería alguna en nuestros monumentos. Es ilegal y de multa.

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