street food fallero

Estas Fallas, salchipapas

Hijas de la huerta, hijos de San José, dolçainers y tabalers,
cantad conmigo: "Me comí unas salchipapas. Me comí unas salchipapas...¡Ay!, ¡Qué cosa tan sabrosa! Y me quedó en la garganta porque no me alcanzó para la gaseosa".

| 16/03/2018 | 3 min, 57 seg

València, la tierra de las flores, de la luz, del amor y del botellón. Son Fallas y naturales y foráneos curten sus hígados con mojitos de cannabis, latas de cerveza templadas y lingotazos de Ron Almirante. No son fiestas de guardar. Nos arrastramos por la calle -previo protector gástrico- en búsqueda de las peores viandas con las que regatear la resaca.

Salchipapas

«Salchipapa, lo bailan en las discos, salchipapa, lo bailan en las fiestas, salchipapa, lo bailan en los bares…». Y también en los casales. Leticia Sabater (Vizcaya, 21 de junio de 1666 año del demonio -esto no lo digo yo, lo dice la Wikipedia-) creó, inspirada por Laureano José Muñoz Pinedo, el niño de las salchipapas, un hit en honor a la salchipapa, alimento rápido y llano del Latam que incluye entre sus ingredientes salchichas elaboradas con los mejores colorantes y patatas fritas congeladas.

El walk of shame a lo largo de la Gran Vía a altas horas de la noche puede convertirse en toda una experiencia gastronómica de fusión gracias a los puestos de salchipapas que allí se encuentran, que ofrecen al apesadumbrado caminante una práctica versión en formato anticucho. Directo al corazón.

Choripán

El choripán, ese bocadillo que pone en la misma onda a gauchos y llauros. El origen del chori se encuentra a mediados del siglo XIX, en las zonas rurales del Río de la Plata. Los ganaderos organizaban festivos asados en los que se empezó a consumir el chorizo entre trozo y trozo de pan. Vamos, lo mismo que hacemos nosotros con las longanizas en la torrà pero pinchando el embutido con un facón de 30 cm.

Hasta aquí todo bien, chorizo y pan. Funciona. Bueno, funcionaría si al trozo de pan pan se le pusiera un chorizo parrillero -70% de carne vacuna y 30% de cerdo, aproximadamente- en vez de una argamasa de colorante rojo y grasilla encajonada en pan de gasolinera.

Súper patatas asadas de feria

Si en un camión de comidas figura “nadie la tiene como nosotros” tú vas y te lo comes. Lo que sea. En estas Fallas 2018 hemos visto que la súper patata es tendencia, es la creación más recomendada para absorber con su almidón los cubatas de Larios y tónica de marca blanca. El platillo en cuestión no es otra cosa que una solanácea descomunal abierta por la mitad y rellena -en su versión original- con tacos de choped, maíz dulce, atún, champiñones cocidos, colines, zanahoria rallada y remolacha en salmuera. A la mezcla se le añade un baño de ketchup y mayonesa, a poder ser lo más industrial posible, que la salmonelosis y la resaca no maridan bien.

El paponazo -nombre comercial para la súper patata- es un producto cuya tradición se remonta a los gloriosos años 90, en las ferias malagueñas. Versátil como pocas preparaciones, ofrece al comensal la oportunidad de degustar un paponazo marinero, magnífico ejemplo del recetario de mar y tierra que permanece arraigado a la memoria. Jamón york, queso, atún y palitos de cangrejo componen esta delicia que rivaliza en umami con el paponazo boloñesa con salsa ídem, champiñones, bacon y jamón dulce. 

Churros rellenos (de lo que sea)

¿Es Argentina a València en Falles lo que Japón a Perú? Porque el país de América del Sur se fusiona con nuestra gastronomía fallera a lo nikkei, pero en mal. Los churros rellenos de chocolate, nata -o algo que parece nata-, vainilla, masa rosa unicornio y marrón incierto colorean de fantasía los escaparates de las churrerías Bryan & Yenifer y afines.  

Estas frutas de sartén alejadas de sus primos hermanos clásicos -ay, ese viejo arte de la buñolería y de la churrería tradicional- brotan en los puestos ambulantes sin que nadie sea testigo de su confección, y ahí siguen, reblandeciéndose en un rincón del remolque con sus fideos de azúcar y toppings decolorados por el sol hasta después de la cremà.

Cuentan los operarios de limpieza del turno de madrugada que sólo en raras ocasiones han visto a dipsómanos descarriados reponiendo azúcares con una porra con cobertura de chocolate blanco y lacasitos.  

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