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'LOS RECUERDOS NO PUEDEN ESPERAR'

John Lydon en la víspera de Sant Joan

El año pasado entrevisté por teléfono a John Lydon unas horas antes de la Nit de Sant Joan. Lo suyo hubiese sido entrevistar a Serrat, que nació en el Mediterráneo y se llama Joan, pero a estas alturas de mi vida ya es inevitable que en ciertas ocasiones acabe por hacer lo mío en lugar de hacer lo suyo

12/06/2016 - 

VALENCIA. Por eso me pareció gracioso entrevistar a un Juan del calibre de Lydon precisamente en la víspera de semejante noche. Lydon, de antiguo nombre artístico Rotten, es un Juan que no tiene nada de santo, o al menos así fue en los primeros años de su carrera, cuando cantaba con Sex Pistols y ponía Inglaterra patas arriba a golpe de improperio y provocación. En los últimos tiempos anda empeñado en propagar una nueva imagen, la de un tipo mucho más adorable de lo que su leyenda negra apunta.

Reflexión pop sobre el yihadismo

Mientras repasaba las preguntas, veía desde la terraza el creciente ajetreo que se produce en las playas de El Saler cada Nit de Sant Joan. Incluso ahora que está prohibido hacer hogueras en la zona, la gente acude igualmente para celebrar la llegada oficial del verano en la noche que llega poco después del día más largo. Dice el tópico que es una noche mágica, y si vives cerca del mar, evidentemente puede ser todo lo mágica que uno quiera. Incluso si la celebra entre tinieblas. Debido a esa coyuntura, desde hace un tiempo esa noche queda muy deslucida en el sitio donde vivo. Durante un momento consideré la posibilidad de intentar explicarle la coyuntura a Lydon, pero ni aun haciendo el mayor de los esfuerzos por contárselo correctamente en inglés hubiese logrado que captara la gracia de la coincidencia. En lugar de eso opté por preguntarle si estaba de acuerdo conmigo en una teoría que he elaborado por mi cuenta: que una canción suya de 1981 (Four Enclosed Walls, cuelgo abajo el vídeo para que el lector pueda sacar sus conclusiones) de algún modo anticipaba la guerra que el fundamentalismo islámico mantiene con Occidente. Me dijo que nunca lo había pensado. Incluso pareció sorprendido con la reflexión y me dijo que no le parecía descabellado. A lo mejor lo dijo para que me quedara contento.

A ciegas por la playa

A esas alturas de la entrevista, en Nueva York, que es donde estaba Lydon, ya eran más de las 12 de la mañana; en Valencia eran casi las siete de tarde y en las explanadas de la playa había revuelo de coches. Para entonces ya me había acostumbrado a esa sensación siempre extraña que es oír una voz que resulta muy familiar por culpa de los discos mil veces escuchados, esa voz hablándote desde el otro confín de la línea telefónica, hablando conmigo a través del mismo proceso por el cual hablo con mi madre y mis amigos. Y mientras eso sucedía, la playa que no iba a tener hogueras estaba cada vez más poblada y cada vez más gente se asentaba en la arena. Como no hay fuego que ilumine a los festejantes, esa noche resulta mucho más misteriosa en la playa de El Saler. Vas a ciegas por la orilla, oyes más de lo que ves, hay una incesante algarabía alrededor. Es como si repentinamente hubiera estallado un apocalipsis zombie y la gente hubiera acudido a refugiarse a una playa a oscuras. Todo eso, y la voz de John Lydon, extremadamente amable pero metido en su papel, intentando explicarme que no es ni un anticristo ni un terrorista, que en realidad es un humanista.

Los Santos Juanes

La noche de San Juan tiene ese toque de ritual pagano tan mediterráneo que me gusta mucho. Musicalmente nadie la ha plasmado mejor que Sisa o Joan Manuel Serrat, aunque yo, barriendo para casa, no puedo evitar enlazarla con los juanes a los que venero y que para mí son algo así como santos. La culpa es de Patti Smith, que hace más de cuatro décadas inauguró esta especie de culto a los juanes (en su caso, a los johnnys) cuando abrió la canción Land cantando aquello de the boy looked at Johnny. Aquel Johnny era la encarnación de los varios juanes que la habían inspirado en su vida. Johnny Carson el presentador televisivo que durante décadas fue el entrevistador más popular de la televisión americana. El actor John Barrymore, que la cautivó siendo una cría. John Cale, exmiembro de Velvet Underground, amén de versátil solista y productor de Horses, el álbum al que pertenece la citada canción. He adaptado ese santoral a mis circunstancias y mis gustos y hoy forman parte de él, además de Cale, John Lennon, John Grant, Johnny B. Good, Johnny Cash, John Foxx y mi abuelo materno, Juan Torres Canet. Y John Lydon, claro, que como deidad pagana no tiene precio por más que él se empeñe en ser un pedazo de pan.

Stonehenge, El Saler y yo

En ese altar metería también a alguien que no se llama Juan ni John sino Julian, y que merece estar ahí por haber sido el primer druida de la música pop. Hablo de Julian Cope, naturalmente, que además de haber hecho durante años música increíble en todos los aspectos, lleva más de dos décadas dedicado a estudiar las culturas prehistóricas y sus costumbres y ritos. En su libro The Modern Antiquarian hablaba, entre otros monumentos prehistóricos, sobre Stonehenge, punto de peregrinación para los oficiantes del solsticio de verano a la sajona. Las celebraciones paganas alrededor de éste coinciden con la fiesta cristiana de San Juan, de ahí que la gente acaba saltando hogueras y celebrando ritos como lo de mojarse los pies y cosas de estas. Yo lo celebro en una playa sin luces, rodeado de desconocidos porque ya nadie quiere venir a celebrarlo al Saler. Hacerse el viaje a un lugar donde no ves tres en un burro mientras el resto de la raza humana sortea el fuego de las hogueras la verdad es que no compensa. Como premio de consolación, al menos el año pasado pude hablar por teléfono con una de las personas más influyentes de mi adolescencia.

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