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LOS RECUERDOS NO PUEDEN ESPERAR

Los Beach Boys, Jerry Lee Lewis y otras historias del increíble Danny Faux

18/06/2017 - 

VALÊNCIA.  El 21 de junio, Día de la Música, Beach Boys vuelven a actuar en València. Lo harán 27 años después de su debut en la ciudad, con un concierto en el Paseo de la Alameda, con Jerry Lee Lewis como telonero. El artículo que viene a continuación habla sobre una de las personas que estuvo en la producción de dicho concierto.

Beach Boys –o lo que ya entonces quedaba de ellos- vinieron por primera vez a España en otoño de 1990. Fue una gira de tres fechas que incluyó un València y en cuya organización estuvo involucrado un buen amigo mío, Danny Faux. Por aquel entonces Faux organizaba giras y conciertos internacionales con el valenciano José Antonio Rivas, que había estado al frente de la sala Jácara en Madrid, responsable posteriormente del sello Comboi y actual mánager de Julio Bustamante. Debido al éxito de una canción de Beach Boys en un anuncio publicitario, una recopilación de éxitos del grupo se convirtió en un inesperado superventas en nuestro mercado. Eso animó a los empresarios a demandar conciertos del grupo. Faux y Rivas se pusieron a trabajar en ello y consiguieron traerlos.

De Montevideo a California

Los estudios Doublewtronics de Madrid, ese fue el lugar donde conocí a Danny. Fue en julio de 1982, cuando Glamour grababan su primer álbum. Vino a visitarnos porque era uno de los grandes amigos de Esteban Leivas, que producía el disco. Ambos eran uruguayos, vivían en Madrid, y estaban ligados a la música, el periodismo y la radio, vínculos que les habían unido en su adolescencia. Ya entonces, Danny era un personaje particular. Sus gustos musicales eran entonces diametralmente opuestos a todo lo que podía gustarme a mí, una tierna criatura educada en el punk y el postpunk. Él era admirador y estudioso de Elvis, Dylan, Sinatra, Willie Nelson, Kris Kristofferson o Paul Williams. No solo los admiraba, también había estado en contacto con casi todos ellos por motivos profesionales. De hecho, cuando se instaló en Madrid en 1980, dejaba atrás una estancia de casi dos años en Estados Unidos.

Durante décadas, Danny ha mantenido relación profesional con estrellas del rock y del show business; en algunos casos incluso llegó a trabar algo muy cercano a una amistad. Como excelente profesional (y lo de profesional lo digo poniendo énfasis en la acepción norteamericana del término) que es, jamás será indiscreto delante de un periodista por muy amigo suyo que sea éste. Pero, cuando nos conocimos, yo solo era un adolescente aficionado a la música así que oí algunas historias que le contaba a Esteban. Las interminables charlas telefónicas con Kristofferson cuando éste se desahogaba por cómo le había roto el corazón Rita Coolidge. Que encima, no le dejaba escribir canciones de amor porque sospechaba de que las referencias de las letras pudieran estar inspiradas por mujeres que no fuesen ella.

Lost weekend marbellí

También recuerdo el relato de sus días -diez aproximadamente- con Harry Nilsson en Marbella, emulando el famoso lost weekend que protagonizó el intérprete de Everyboy’s Talking junto a John Lennon en 1974. En aquellos días toda esa información se me antojaba carne de Rolling Stone, una publicación que entonces básicamente hablaba de música que a mí me parecía vieja y aburrida. Hoy, contemplando las fotos que tiene Danny en su Facebook con todos esos artistas y astros old school, el hecho de que haya podido conocerlos en una época que el tiempo ha hecho que aprecie sin prejuicios, lo veo como un tesoro de valor incalculable. A lo largo de su carrera ha trabajado a uno u otro nivel con gente como Johnny Cash, Liza Minelli, Tina Turner, John Denver, Joe Cocker, Charles Aznavour, Christopher Lee, Ursula Andress, Antonio Carlos Jobim, Celia Cruz, Bianca Jagger, Bo Derek o Art Garfunkel, por citar solo algunos de los nombres más populares.

Chicos de la playa en la Alameda

Beach Boys vinieron a València en una gira española que, cómo no, fue tempestuosa. No por culpa de los miembros del grupo, de los que Danny guarda un excelente recuerdo, si no por los problemas que generaron miembros de la entonces discográfica española de la banda. Cuando le conocí, una de las cosas que más me llamaba la atención es que hablaba con un acento yanqui de lo más natural. Aunque nació en Montevideo, de corazón es californiano, o de Las Vegas, o de Memphis, no lo tengo muy claro. Manejaba un slang muy del showbizz y cada tanto usaba expresiones como no hay chance, cosas así que a los chicos de Glamour y a mí nos hacían gracias y nos dejaban pasmados a la vez. Una de sus frases favoritas era una de Dylan, don’t think twice, it’s alright, no lo piense dos veces, estás bien.

Durante la mayor parte del tiempo que pasé en Madrid, estuve viviendo en una calle que discurría paralela a la de Danny. De vez en cuando nos veíamos en el viejo Vips de O’Donnell, junto a las antiguas oficinas madrileñas de Plaza & Janés, casi enfrente de la ya desaparecida sede madrileña de Grupo Zeta, y del local contiguo que hasta hace no mucho fuera el salón de actos de Círculo de Lectores. Todos esos lugares han desaparecido. –el Vips también- pero de alguna manera milagrosa, nosotros seguimos aquí. En aquel Vips, durante algunas noches, Danny me contó parte de sus gestas. La de la famosa gira de 1990 con Beach Boys, por ejemplo. Había un problema para cada solución, decía citando una expresión típicamente americana que sirve para describir el caos.

El rock & roll es un bumerán que siempre volverá

Danny medió para que Jerry Lee Lewis fuera el telonero en la gira con Beach Boys. Ya habían trabajado juntos años atrás –un festival country para una famosa marca de tabaco-, y desde entonces estuvo con The Killer todas las veces que vino a España. Un informativo de Canal 9 emitió unas imágenes previas a su concierto con Beach Boys en el que se le veía entrar en el hotel riendo con Danny. Éste también se hizo amigo de Chuck Berry, al que llevó a TVE en 1987 para un programa de variedades llamado Sábado Noche, Berry tenía firmado un contrato para interpretar cuatro canciones y cobraba por cada una de ellas. Por un error técnico, una guitarra no quedó registrada en la grabación de dos temas. Cuando Berry se enteró se cogió un mosqueo bestial y se encerró en su camerino diciendo que o le pagaban dos canciones más o no volvía a grabar nada. Unos años más tarde, Danny trabajó en la producción del festival Leyendas del rock que tuvo lugar en Oviedo en 1992. El cartel lo componían Berry, Jerry Lee y Bo Diddley. Faux terminó haciendo buenas migas con Berry, que dijo que él no iba a ningún sitio si no le acompañaba su amigo Danny. También hubo momentos malos, pero esos no me los ha contado. Prefiere destacar que tiene la autobiografía de Berry firmada y dedicada por el padre de Johnny B. Goode.

Y ahora, con Lou Reed

Cuando en mayo de 1998 Lou Reed actuó en Los conciertos de Radio 3, se improvisó una entrevista en el plató para rellenar el tiempo del programa, ya que Reed solo iba a interpretar tres canciones. Al final interpretó algunas más, pero para entonces la entrevista ya estaba organizada y como tenía que hacerla yo, pedí que Danny se encargara de la traducción simultánea en la grabación. No había tiempo para grabarla después, tuvo que ser a tiempo real, mientras tenía lugar la entrevista en el plató. Así que cualquiera que escuche la grabación escucha a Danny traduciendo a Lou Reed. Algún día tengo que pedirle que me cuente cómo vivió aquella tarde y cómo se me veía a mí en una situación semejante, tan emocionante y estresante a la vez.

Y ahora, con Sinatra

En su momento, Danny me dijo que mientras se concretaban los detalles para aquella gira de Beach Boys en 1990, la oficina de los californianos cada tanto dejaba caer la posibilidad de que Brian Wilson se uniera al grupo en el último momento. Obviamente, era un truco para mantener interesados a los promotores ya que en aquellos tiempos, las probabilidades de que Wilson volviera a su exbanda eran más bien pocas. Danny recuerda lo divertido que era Mike Love y el cariño con el que siempre hablaba de su primo. Al final se quedó sin conocer a Wilson pero tuvo acceso a a algunos de sus más grandes ídolos. A Dylan –sobre el cual tiene publicado un libro en la colección Juglares de la Editorial Júcar- en la gira española de 1984. Y a Sinatra. En Las Vegas, en 1980 durante la noche final de su residencia en Caesar’s Palace. Se hizo una foto con él pero la cámara les jugó una mala pasada y nunca salió. Eran los tiempos en los que hubiésemos matado por tener un teléfono inteligente. Quién nos iba a decir entonces que aparatos así existirían algún día y que para entonces apenas quedarían estrellas así con las que poder retratarnos; ni tampoco tipos como Danny Faux.

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