RESTORÁN DE LA SEMANA

Malarmat

Esta casa de comidas en el Cabanyal es un tesoro todavía por descubrir

| 24/11/2023 | 2 min, 42 seg

Quizás sea porque su hermana mayor, esa bodega de 1927 llamada Aldeana sigue acaparando la atención y los focos cinco años después de que Alfonso García la recuperara. Su cremaet de bravas,  ese Ximo Bayo a media mañana (bocadillo de xistorra, huevo frito y patata pochada) o el morro Mick Jagger con gamba continúan muy alto en la lista de éxitos. Pero pegadita a la taberna, discreta, sin armar demasiado ruido, aunque compartiendo la genética de la bodega se encuentra este restaurante con aires de bistró, que no puede recibir mayor elogio que se le considere una casa de comidas que respira verdad por los cuatro costados.

Nació como un espacio anexo a La Aldeana, un comedor para ampliar la capacidad de la bodega cuando fuera necesario, pero enseguida Alfonso se dio cuenta de que aquello merecía contar su propia historia.  Acondicionó la sala cuya estructura todavía recuerda a la antigua casa que fue en el pasado, le dotó de personalidad, manteniendo el suelo hidraúlico y algunos muebles antiguos y le dio lo más importante: una propuesta gastronómica propia.  Aquí se sube un peldaño con respecto a la La Aldeana. Si allí hay tapas y bocadillos, aquí hay arroces, guisos, cuchara y entrantes más elaborados. También un espacio más tranquilo. Si La Aldeana es el cuarto de juegos, Malarmart es el salón. Mullido como una buena almohada, y acogedor. Huele a hogar. 


Algunos platos se comparten entre ambos locales, pero sobre todo lo que les une es esa forma de entender la cocina donde un recetario valenciano elaborado sin prisas habla de quienes somos y de donde venimos.  Un guiso de pulpo con cous cous –cosa seria–, el arroz al horno con pulpo y torrezno, o el cocido, son tres de los baluartes de esta casa. Tres razones por las que querrás volver.  El mullador, la berenjena a la llama o alguno de sus postres, otras. Pero todavía hay más motivos. 

Los celiacos y los amigos, parejas y familiares de las personas con intolerancia al gluten van a ser felices en Malarmat porque aquí no hay un solo plato que no puedan comer. Incluidas croquetas, y si avisas, incluso la fideuà la adaptan. No hay tantos restaurantes en Valencia que puedan presumir de que el 99% de su carta sea celiacos friendly.


Malarmat cuenta con una bodega aseada, porque estos platos si algo piden es vino.  Y la terraza, ahora que vivimos en un verano casi eterno, también suma en este argumentario. Por último, el precio. Puedes pedir de carta, aunque los dos menús del mediodía son imbatibles, el primero son 18,90 euros, el segundo 25, bebidas aparte.  Por entre 25 y 30 euros sales con ganas de abrazar a Alfonso y de correr para contárselo a todos tus amigos (no lo del abrazo sino lo de la comida). 

Pero no os paséis, que luego llamo y me dice que no tiene mesa. 

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