tropicalmente herbasana

Pitaya, malanga o lúcuma: el exotismo del Trópico reluce en el Mercado Central

Carmen Peris empezó a vender cilantro en el Mercado Central cuando el ceviche y el guacamole apenas se conocían fuera de Perú y México. Hoy, en Tropicalmente Herbasana, se puede encontrar casi cualquier producto de América Latina

| 04/09/2020 | 6 min, 41 seg

Carmen ha tenido muchos nombres en el Mercado Central. La chica del perejil, al principio, cuando con 17 años acompañaba a su padre a repartir la hierba por los puestos. A los 20 se quedó una parada donde empezó a vender verdura a la que llamó Herbasana (hierbabuena en valenciano) y la gente del mercado, por asociación, empezó a llamarle Ana.  La niña precoz de la plaza de Brujas odiaba hacer siempre lo mismo (aún lo odia), así que un día, cansada de vender siempre lo que todos, decidió cambiar el perejil por cilantro y las judías por los aguacates. Entonces fue la de la tienda latina, cuando lo latino se limitaba a la salsa y la bachata.  Hoy, 14 años después, es por fin Carmen, la dueña de Tropicalmente Herbasana. También del bar Central Rico, especializado en cocina latina, y de la tienda a granel, Quart de Kilo. Una mujer joven (34 años), valiente y emprendedora. 

"Al principio era solo Herbasana, pero cada vez iba trayendo más y más producto latino. Empezó Instagram y yo cada vez que subía una foto añadía el hashtag #tropicalmente, hasta que un día decidí cambiarle el nombre definitivamente" explica Carmen.  No tiene ningún vínculo con el continente. Fue pura curiosidad lo que le llevó a interesarse por este tipo de producto. "Me gusta viajar y me llamaba la atención la cultura latina. Me fui un mes a Honduras y allí me acabé de enamorar de todo lo relacionado con estos países", agrega. Coincidió aquello con una época en la que muchos latinos llegaron a España y el puesto, poco a poco, empezó a despegar. 

"Al principio era muy difícil conseguir producto en Valencia. Yo, cuando podía me escapaba a Mercamadrid o Mercabarcelona, o a alguna feria, y pedía teléfonos y preguntaba mucho. Recuerdo que el primer pedido fuerte que hice, en el que me había gastado 1.000 euros que era todo lo que tenía para comprar, se perdió. Yo estaba esperándolo y él estaba en El Puig... Al principio fue todo un caos", cuenta. Cuesta imaginarlo cuando pasas por el puesto y ves la infinidad de productos que vende hoy. Fruta y verduras de muchos colores y nombres difíciles, salsas que pican como el infierno, bebidas, helados, panes, dulces, conservas...  Casi todo lo que puedas soñar de Perú, Colombia, Ecuador, México o Venezuela. Los sabores de todo una cultura en unos pocos metros cuadrados. Una estampa exótica para nosotros, los españoles; un pequeño refugio al que acudir cuando la nostalgia aprieta para aquellos que nacieron a miles de kilómetros con otros sabores, otros aromas y otras costumbres.  

Durante los primeros años, Carmen estuvo al frente del negocio sola. Trabajó muchas horas, en la parada la primera mitad del día y buscando productos después de cerrar el mercado. Hoy en Tropicalmente Herbasana trabajan entre 4 y 7 personas, dependiendo de la temporada. Ella lo hace desde casa llevando la gerencia. Su marido, Rubén, también se subió al barco hace unos años.  "Él tenía un buen trabajo y un buen sueldo, tenía un equipo a su cargo, pero decidió que quería estar conmigo en esto. Nadie lo entendía. Hasta su jefe tuvo que venir a la parada porque no se creía que fuese a dejar su trabajo por estar aquí. ¿Te vas a vender lechugas", le decía", recuerda divertida. 

"Estoy muy feliz. Esto me encanta. Es verdad que tienes que enfrentarte a la mentalidad del mercado, que no entiende que no estés aquí. Pero yo ya he trabajado de dependienta muchos años y ahora quiero otra vida. Disfrutar de mi hijo (y del que está en camino) y de mi familia y dedicarme al negocio de otra forma.  El mercado tiene sus cosas, sus discusiones por los turistas y los horarios, pero si sabes ceder y no meterte en discusiones, trabajar aquí es lo mejor del mundo", añade. 

Entre sus clientela. Latinos y españoles por igual. "Los latinos van más al mercado. En sus países se mueve todo alrededor del mercado, así que están acostumbrados. Los fines de semana va al mercado la familia al completo.  Lo que sí que cambian son los productos que compran unos y otros", explica.  Más allá de lo que todos conocemos: aguacate y cilantro, chiles, plátano macho o papaya, hay todo un universo de frutas y verduras exóticas difíciles de pronunciar. Kiwano (un fruto a medio camino entre un pepino y un melón), lúcuma (una fruta típica de Perú que se utiliza sobre todo para preparar dulces, postres y healdos), malanga (un tubérculo similar a la patata pero peludo por fuera), pitaya (también conocida como fruta de dragón) o la guanabana (una fruta amazónica muy cara y difícil de conseguir)... 

Desde hace unos meses también venden helados de La Palette, una heladería en la calle Císcar que elabora sus helados con los productos de Tropicalmente Herbasana. Hacen helados de los sabores más variopintos: desde aguacate con salsa Valentina, de margarita o mójito, de lúcuma...  Son helados artesanales sin ningún tipo de colorantes. "Justo los metimos cuando empezó el estado de alarma, por lo que la gente todavía no los conoce, pero estoy segura de que funcionarán", señala Carmen. 

Central Rico: desayunar como en Colombia o Venezuela

"Central Rico lo montamos para cubrir una necesidad que no existía. Los latinos no desayunan como nosotros. Para ellos, el desayuno es la comida más fuerte del día. A mi me daba pena verlos en el mercado comiéndose un cruasan porque a ellos no les gusta, les parece insulso. Primero monté dentro de la parada una zona de panadería pero el mercado está muy limitado y solo puedes usar un horno, no se puede cocinar nada, así que el resultado fue Central Rico, un lugar en el que pudieran desayunar como lo hacían en sus países", cuenta Carmen.  El plato rico consistía en un buffet donde podían montarse su propio plato con frijoles, arroz, arepas, aguacate... ahora mismo no lo hacen, pero la idea es volver.

Central Rico era una idea arriesgada, pero ha funcionado muy bien y la acogida está siendo muy buena. Las colas que se forman los fines de semana así lo atestiguan. Otro acierto más de esta mujer enérgica que con su esfuerzo y sus ganas de comerse el mundo ha logrado devolverles la sonrisa a muchos latinos y a más de un español.


Le pregunto a Carmen por el próximo país al que veremos despegar en materia gastronómica.   México ya tuvo su momento, Perú ha sido el último descubrimiento en los últimos años... ¿qué toca ahora? "Yo creo que será la cocina colombiana, que tiene muchísimo que ofrecer y aún es una gran desconocida. Me encantaría que fuera la ecuatoriana que también es muy rica, pero no veo al país todavía preparado para dar el salto. En mi opinión, será la colombiana", recalca. Si ella lo dice, que tanto sabe de esto, habrá que estar atentos. 

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