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Satán no es tan fiero como lo pintan

A finales de los 80, la Comunitat no era sinónimo de corrupción sino de satanismo. En realidad, no fue para tanto

| 01/10/2016 | 11 min, 7 seg

Dirigida por el debutante Robert Eggers y protagonizada por Anya Taylor-Joy, el próximo 13 de mayo llega a las pantallas La bruja. Un cuento de Nueva Inglaterra. Con el aval del premio al mejor director en Sundance y el de mejor película en el London Film Festival y el Austin Fantastic Fest (Texas), la cinta inauguró la pasada edición del Festival de Sitges. Sin embargo, si esta cinta de brujería situada pocos años después de los juicios de Salem (siglo XVII) pasa a la historia será porque es la primera vez que un preestreno ha sido avalado por una iglesia que rinde culto al maligno: el Satanic Temple (EEUU).

Aunque tampoco parece que vaya a generar una avalancha de conversos al Señor Oscuro, sí que permite llegar a una conclusión: el satanismo ya no es lo que era. En la Comunitat, el estreno tendrá un plus añadido. Durante años, se ha dicho que la zona era refugio de sectas satánicas capaces de los crímenes más atroces: orgías, sacrificios humanos, asesinatos rituales… A finales de los años 80, los denominados expertos cifraban en una treintena el número de estos grupos. En 2010, los datos oscilaban entre los 45 y los 61 (con más de 22.000 adeptos), según quién aportara la información. Sin embargo, lo más probable es que jamás existieran y todo fuera un reflejo del ‘pánico satánico’ que asoló EEUU en los años 80 y 90 y del que la prensa tuvo mucha culpa.

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Vicente Jara, de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), fue el autor del Informe sobre la Actualidad del Satanismo en España(del que se han extraído algunos de los citados datos;) aclara sus conclusiones.«Hay varios tipos: un satanismo vandálico —el que protagonizan jóvenes habitualmente—; otro en el que grupos pequeños se reúnen para realizar rituales sacados de algún libro antiguo, a veces con orgía sexual grupal; otros adoran deidades del mal de otras religiones;incluso los hay que no creen en Satanás, sino e fuerzas internas propias del ser humano desenfrenadas que intentan controlar para autoafirmarse como cuasidioses;los narco-satánicos; y, finalmente, alguien con problemas mentales que cree que actúa a las órdenes deSatán. Pero esas grandes redes internacionales de las que se habla, ¿existen? No tenemos pruebas concluyentes de grandes redes satánicas organizadas a nivel internacional y con soporte y apoyo suficiente». También apunta que «muchas veces se vincula a estos grupos con el robo de objetos religiosos en Iglesias, pero sus autores suelen ser ladrones comunes aunque a veces sí es por motivos sacrílegos».

Para Jara, «el satanismo no debe ser la principal preocupación, porque es minoritario; en cambio, sí es muy peligroso el mundo de los adivinos, las falsas terapias, las pseudo-religiones orientales… que pueden tener algún punto en común con lo anterior, pero que suelen ser individuos con un gran poder sobre sus víctimas y causan mucho daño psicológico y económico».

Si hay que buscar un origen de cómo el pánico satánico llegó a España, es obligatorio citar un nombre propio: Pilar Salarrullana (1937- 2009) y su libro Las sectas satánicas. La cara oculta de los esclavos de Lucifer (Temas de hoy, 1991). Curiosamente, aunque la obra era un relato de organizaciones que no dudaban en recurrir al asesinato por simple diversión, en el epílogo reconocía que no había sufrido ni la menor de las amenazas. Lo mejor del libro, basado en recortes de prensa y entrevistas de dudosa credibilidad, es que incluía a Los Inhumanos enl a lista de bandas satánicas españolas. El problema de Salarrullana fue que se tomó en serio cada uno de los artículos que se publicaban en la Comunitat(sobre todo en Valencia y norte de Alicante) sobre el tema y que consistían en denunciar la existencia de uno de estos grupos (ella contó hasta treinta) y atribuirles todo tipo de delitos cada vez que aparecía una pintada en los muros de un cementerio. La mayoría de los casos aparecían en verano y, a falta de otras noticias, estas anécdotas se convertían en grandes titulares. 

En defensa de Salarrullana, hay que decir que creía en lo que escribía. En eso, en el tarot, en la adivinación y en lo que fuera. Aun así, sería injusto no recordar que mientras la UCD se desmoronaba, se entregó en cuerpo y alma para crear la primera (y única) comisión para el estudio de las sectas que ha habido en el Parlamento. Pionera, además, en la defensa de los derechos de las mujeres, su contribución fue fundamental para la creación de la Red UNE, dedicada a combatir estas entidades.

«La verdad es que hace más de quince años que no hemos tenido ninguna petición de ayuda de un grupo de éstos. De hecho, es un fenómeno casi inexistente. Hace tiempo pasaba que a unos jóvenes les daba una volada y se iban al cementerio del pueblo a hacer pintadas o algún acto vandálico, pero cada vez ocurre menos», explica Juantxo Rodríguez,actual presidente de la citada asociación.

Para el responsable de la Red UNE, el problema de obsesionarse con estas organizaciones es que desvían la atención sobre el problema real. «El mundo del as sectas es una moneda de dos caras, una muy grande y otra muy pequeña. Por un lado, están las de tipo religioso, que nacieron hace mucho tiempo, y que son las que la gente tiene en la cabeza: Cienciología, los Testigos de Jehová... y que ya están reconocidas legalmente. A eso se suman otras parecidas, de menor tamaño, como las vinculadas a movimientos evangélicos. Pero las nuevas, diría ocho de cada diez, están relacionadas con la salud, la sanación, las pseudoterapias, el desarrollo personal... y han evolucionado a partir de los movimientos de Nueva Era. Ahí está la bioneuroemoción, las constelaciones familiares...», asegura.

Ni está ni se le espera

Su opinión coincide con la de Miguel Perlado, psicólogo y fundador de laAsociación Iberoamericana para la Investigación y el Abuso Psicológico. «No se puede negar que existan casos de vandalismo aislado o que se hayan dado fenómenos relacionados de algún modo, como el así llamado narcosatanismo o el black metal noruego —aunque lo cierto es que tenía más que ver con la mitología nórdica—, pero más allá de estos fenómenos aislados no hay nada de nada».

«Además,si bien una de las características de una de las organizaciones sectarias es que te ‘venden’ una cosa y luego son otra, quien entrara en una su puesta agrupación satanista sabría perfectamente de qué va el tema. Por lo demás, no podemos hablar de estructuras organizadas, no van más allá de un grupo no organizado con problemas identitarios por lo general», añade. «Lo de las sectas satánicas ha perdurado por influencia religiosa, especialmente por aquellas iglesias que creen en demonios y realizan exorcismos. Y la versión actual remasterizada es el pretendido abuso satánico ritual», apunta Perlado.

Satán también es ETA

Los registros dan la razón a los expertos: no hay rastro de estos cultos. Fuentes de la Policía Nacional aseguran que no tienen ni un solo caso registrado. Lo mismo aseguran fuentes de la Guardia Civil en la Comunitat, que recuerdan una curiosa anécdota: cuando, en 2009, se descubrió un zulo de ETA en Confrides (Castellón) con 25 kilos de explosivos, en una de las paredes había dibujado con tiza un pentáculo invertido. De hecho, casi la única referencia está en los datos del Ministerio de Agricultura que indican que, entre 2001 y 2013, se produjeron dos incendios por «ritos pseudoreligiosos o satánicos» en la Comunitat (en 2005 y 2013), los mismos que en Madrid, Cataluña o Baleares. En Galicia, tierra de meigas, la cifra fue de 72.

Por lo que respecta a la red, poco hay que rascar. La Iglesia de Satán (un sacacuartos con base en Argentina que no tiene nada que ver con la auténtica) tiene un foro en el que, a veces, aparece un español (hay 150 inscritos) buscando con escaso éxito amigos para formar algún tipo de grupo.

¿Y fuera de España? En los archivos de la Misión Interministerial de Vigilancia y de Lucha contra la Deriva Sectaria (Miviludes), una de las más activas de Europa, hay que remontarse hasta 2011 para encontrar un documento específico, prácticamente una reedición del que ya hizo en 2004. Mezcla la wicca (brujería moderna), con los Ángeles del Infierno, el nazismo, la música gótica y cualquier cosa que sirva para llenar sus más de cien páginas, en las que no se cita ni un caso concreto. En el Centro de Información y Asistencia sobre las Organizaciones Sectarias belga (CIASOSN), en los estudios realizados entre 1999 y 2014, sólo las menciona dos veces (y de pasada). Curiosamente, ninguno de estos organismos hace la menor mención al informe del FBI de 1992 (ni al posterior realizado por el parlamento Británico) en el que se llegaba a la conclusión de que este tipo de sectas no existían.

Carlos Garde dirigió durante años el programa La Nit de L’Ornitorrinc (Cope Cataluña). Por sus micrófonos pasaba cada martes la crème de la crème de la conspiranoia nacional: Luis Carlos Campos, Alberto Canosa, José Luis Camacho (JL), David Parcerisa... «Este tema tiene un origen religioso, pero ese aspecto ha quedado ya muy en segundo plano. El mundo se ha secularizado mucho, sobre todo en lo que respecta a la generación Youtube, y ahora el discurso es que las sectas satánicas son redes internacionales de amos del mundo que hacen sacrificios humanos y cosas de ésas. Forma parte del mismo lore que el grupo Bilderberg o los Illuminatis», explica.

«Si hay que buscar un antecedente» —apunta— «yo me inclinaría de la moda actual más por John Todd, un americano con varios diagnósticos por trastornos psiquiátricos que murió en la cárcel condenado por abusos sexuales y que tuvo su momento en EEUU en los años 70. Más tarde llegó Cathy O’Brien, que se presentaba como víctima de la inexistente Operación Monarch y que escribió Trance Formation of America. Entre sus herederos más conocidos podemos citar a Texe Mars o Andrew Carrington». «El resultado es una mezcla de mitos satánicos, ultraderechismo, pseudociencias, antisemitismo, los reptilianos, las estrellas del rock, el Nuevo Orden Mundial... y dos huevos duros», concluye Garde.

El caso del Bar España

En Gran Bretaña, con el descubrimiento de que el presentador  de la BBC Jimmy Saville abusó de decenas de menores mientras las autoridades miraban para otro lado, el número de denuncias sobre sectas satánicas —en la línea de lo que ocurrió en EEUU en los 80— se ha disparado. En España, este tipo de denuncias es poco habitual, pero en los últimos tiempos ha vuelto a la actualidad, gracias a las redes sociales, con el caso del Bar España (Benicarló). Según el relato, la presunta organización (de la que formarían parte políticos, jueces, banqueros, empresarios…) comenzó a operar en los años 90. Todo comenzó en 1997 con la denuncia de un padre (Reinaldo Colás) que aseguraba que sus dos hijas habían sido víctimas de esta red de pederastas satánicos. El caso, insisten desde internet, estaba incluso relacionado con las niñas de Alcàsser y el de Madeleine, no contentos con implicar al expresidente de la Diputación de Castellón Carlos Fabra, o incluso apuntar al expresidente José María Aznar. En uno de los dibujos de las presuntas víctimas, aparecía un pentáculo dentro del que se cometían las supuestas agresiones. Aunque es probable que las hijas de Colás sí sufrieran abusos (así lo determinó un informe de dos psicólogas a instancias del Fiscal) de lo demás no existen más pruebas que testimonios de dudosa (quizás sería más adecuado decir nula) credibilidad.

(Este artículo se publicó originalmente en el número de mayo de la revista Plaza)

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