una práctica en peligro de extinción 

Trashumantes, los últimos nómadas

En España quedan más de 125.000 kilómetros de vías pecuarias por los que el ganado se ha desplazado desde hace miles de años. La trashumancia aún pervive en nuestro país, aunque muchas cosas han cambiado

| 01/12/2023 | 10 min, 12 seg

Vanessa de Prado es ganadera y pastora, uno de los oficios más antiguos del mundo, al que su familia se ha dedicado desde hace cinco generaciones. Este verano se ha quedado con sus ovejas cerca de su pueblo, Gordaliza del Pino (León), para poder estar junto a la familia. No es lo habitual. Durante años, Vanessa se ha desplazado con el rebaño a alguno de los puertos de montaña situados entre León y Asturias, huyendo del calor y buscando pastos frescos para alimentar a sus animales. No ha tenido una vida fácil. Cuando su hija pequeña tenía veinte días se separó, cargó a la niña en la mochila y, como cada verano, se subió al puerto con sus cerca de cuatrocientas ovejas. Ella se ha convertido en la representante del sector femenino del pastoreo del proyecto Fundación Monte Mediterráneo, creada en 1993 para explotar de forma sostenible y ecológica la dehesa con diferentes tipos de ganado y trabajos forestales. 

El oficio de pastor tradicionalmente ha estado copado por hombres. Porque si trabajar de domingo a domingo los 365 días del año ya es duro, que la persona que está al frente del rebaño sea una mujer todavía lo pone más difícil. «El hecho de ser mujer hace que el trato sea diferente. Cuando vienen a comprarte los corderos, tú has quedado en un precio y muchas veces tratan de rebajarlo. Más de una vez he tenido que bajar los corderos del camión porque no me querían pagar lo acordado», afirma, aunque también reconoce que ha recibido mucha ayuda por otro lado, sobre todo a la hora de realizar trámites. «Esto es muy vocacional. Gracias a mi madre y a mi hermano he podido salir adelante. Aquí tienes que luchar día a día, y si no tienes quien te apoye es inviable tener ganado», admite. 

La trashumancia se ha practicado desde siempre en los cinco continentes. El clima mediterráneo y la orografía de la Península Ibérica favorecieron el desarrollo de la trashumancia como sistema para aprovechar la productividad de los pastos a lo largo de todo el año. La práctica en nuestro territorio parece remontarse a tiempos prehistóricos, aunque no es hasta la Edad Media cuando se tienen las primeras evidencias históricas. Según el Libro blanco de la trashumancia en España, durante los siglos de dominación romana, los conquistadores aprovecharon algunos de los caminos pecuarios para la construcción de sus calzadas. Antes de que nuestro país dejase de ser predominantemente agrario y rural, cordeles, cañadas o veredas fueron los escenarios en los que transcurría la vida y donde se cimentaba gran parte de la economía de este país. Pero la trashumancia va mucho más allá del hecho de mover al ganado para que se alimente a lo largo de todo el año. Se trata de un sistema de gestión de los recursos naturales y de interrelaciones culturales, sociales, económicas y biológicas que ha modelado muchos de los paisajes de España y contribuido a su cohesión.

Esto es precisamente lo que INTEROVIC, la Interprofesional Agroalimentaria del Ovino y el Caprino de Carne, a través de su Programa Europeo 2021-2023 “Sabrosa y Sostenible. Elige el Origen Europeo”, junto la Fundación Monte Mediterráneo, quieren resaltar.  «La importancia de la ganadería extensiva que es cultura, tradición y vida rural, contribuye a la conservación de ecosistemas, de paisajes, es productora de oxígeno, de agua, amortiguadora del cambio climático y es la común en el sector del ovino y caprino», explican en este recorrido por diferentes puntos de los Picos de Europa leoneses para conocer la historia de sus pastores trashumantes.


La trashumancia es también una forma de ahorrar costes para los ganaderos. «Diciembre, enero y febrero son meses muy complicados. Hay que estudiar mucho para tirar para adelante y no gastar mucho dinero en forraje. Un paquete de paja costaba seis euros hace unos años, a día de hoy, vale cuarenta. Uno de forraje valía cuarenta y, a día de hoy, son 150 euros. Es inviable», apunta Vanessa. Pero trashumar también tiene un precio. Los puertos de montaña donde en las temporadas de calor migran los pastores con los rebaños salen a subasta. «Puertos que valían dos mil y tres mil euros se han puesto en diez o doce mil», explica.  Las razones las aclara Ernestine Lüdeke, presidenta de la Fundación Monte Mediterráneo: «La propiedad de los puertos es de las juntas vecinales de los pueblos, pero la gestión es responsabilidad de la Junta de Castilla y León. El que pone las reglas no es propietario y el propietario no puede poner las reglas. Está predestinado a ser un conflicto. El único ingreso que puede tener un pueblo es el puerto. Aquí no hay fábricas; hay puertos».

Las cañadas reales son caminos pecuarios que tradicionalmente se utilizaban por los pastores para la trashumancia. Fueron reguladas por edicto real de Alfonso X el Sabio en 1273. En España todavía quedan miles de kilómetros de cañadas reales que atraviesan el país de norte a sur. Muchas ya no conservan su trazado original, pero algunas de ellas todavía discurren por ciudades como Madrid. Cada otoño, un rebaño formado por unas mil ovejas atraviesa la calle Mayor, Atocha o la plaza de Cibeles para reivindicar la importancia de la ganadería extensiva y recordar la riqueza de la trashumancia. Es probablemente la única estampa que tenemos los ciudadanos que vivimos lejos del campo de esta práctica. 

Una trashumancia como la del SERENGUETI

Ese rebaño de ovejas merinas que atraviesa Madrid sale un mes antes de Palencia. Son treinta jornadas que transcurren a pie antes de llegar a la capital. Hoy no es habitual que los pastores trasladen el ganado andando. Con la llegada del ferrocarril, desde mediados del siglo XIX, la trashumancia se empezó a realizar en trenes de mercancías. A los trenes los sustituyeron después los camiones.  Pero aún quedan unos pocos locos que realizan el recorrido a pie, como Juan José Morgado, un pastor de Cáceres. Su delgadez, su pelo blanco y largo recogido en una coleta y su piel, castigada por el sol, le dan aspecto de ermitaño. Lleva casi cuatro meses a los pies de los Picos de Europa —la belleza de la zona es sobrecogedora—, con un rebaño que pertenece a una cooperativa y en el que también hay unas cuantas ovejas suyas: «las más bonitas que veáis son mías», bromea.  Llegaron en camión y volverán en camión a su lugar de origen cuando termine el calor.

Morgado ya ha acompañado este año a otro rebaño a pie. Tardó cuarenta días. Salieron el 14 de mayo desde un pueblo a diez kilómetros de Cáceres hasta Acebedo, una localidad de 185 habitantes en León. Su hermano se las llevará de vuelta cuando el calor desaparezca. «Mi hermano Paco empezó a subir ovejas a Ávila, a León y a Palencia con quince años. Tiene 62 años. Es el trashumante más antiguo de España. El que más kilómetros ha hecho con ovejas», explica. Este pastor defiende la trashumancia a pie. «Desde Cáceres hasta aquí hay 680 kilómetros. Si los llevas en camión les pegas un cambio brusco a los animales. Si tú los traes andando los vas adaptando», señala. «La trashumancia que hace el ganado, en este caso, las ovejas, es la misma que hacen los animales salvajes en el Serengueti. Ellos lo hacen biológicamente. Voy pallá y vengo pacá. Pues estas, igual», señala el pastor.

Es un trabajo duro que requiere conocer la zona para ir moviendo al rebaño y encontrar  los mejores pastos según la época y el clima. Morgado se pasa el día mirando al cielo porque el clima determina en gran parte dónde irá cada día. La lluvia, la niebla, el viento o el sol marcan el rumbo. «Cuando voy a un puerto que no conozco, me bajo al pueblo y a las personas más viejas del lugar les pregunto. Ellos te dicen dónde es mejor ir cuando hay tormenta o cuando hay niebla», afirma. Este verano, antes de que llegaran las ovejas, estuvo recorriendo el puerto durante dos días para conocer el terreno.  

Beneficios de la trashumancia

Para dormir, los pastores utilizan cabañas cuando las hay o chozos, pequeños refugios para pernoctar y resguardarse de las inclemencias del tiempo. Son construcciones muy básicas equipadas con lo imprescindible, y por supuesto sin luz ni agua corriente. Hay excepciones, como el chozo del puerto de montaña Las Pintas, enclavado en el Parque Nacional de la Montaña de Riaño y Mampodre, en León. Allí cocinan, duermen e incluso pueden darse una ducha, rudimentaria, pero con agua caliente, Carolina y Mohammed. Tienen 23 y 22 años y son los pastores más jóvenes de la zona. Carolina es estudiante de Ciencias Ambientales del proyecto Ovinnova y Mohammed lleva toda la vida pastoreando con su abuela y su madre en los alrededores de Tetuán. Su historia comienza en la fundación, donde se conocieron hace tres años, y este verano ha sido el primero en el que han trabajado juntos pastoreando en las montañas de León un rebaño de quinientas ovejas y una cabra. «Buscaba poder estudiar a la vez que vivir en el campo y si podía ganarme la vida en el campo, mejor», cuenta Carolina.  La pastora, natural de Valdepeñas, estudiaba en Madrid Economía y Estudios Internacionales, pero no le convencía la vida que podía tener en la ciudad y, durante la pandemia, decidió darle un giro. «Aquí ves la vida tal como es, sin adornos. Te tiene que gustar, para afrontar lo duro que es y para proseguir a pesar de no encontrar condiciones muy buenas. Es algo que se tiene que mejorar, las condiciones laborales —añade—, aunque aquí nosotros estamos muy bien. Nos cuidan mucho en el pueblo y le ponen mucho mimo. Es lo que hace falta si quieres que la gente siga trabajando en esto».


Precisamente ese es uno de los beneficios de la trashumancia. Fijar población en las zonas rurales cada vez más despobladas. No es la única. Las ovejas trashumantes, al pastorear, limpian el monte y ayudan a prevenir los incendios, además de transportar semillas y fertilizar la tierra de manera natural, por lo que son clave para preservar la biodiversidad. «Estos puertos llevan ocho o nueve siglos así. Se han mantenido por el uso reiterado de las ovejas. Las ovejas crean pasto, evitan los arbustos, mantienen la biodiversidad, ayudan a que filtre mejor el agua… Solo en León tenemos siete Reservas de la Biosfera. Eso ha sido debido a los ganados y a la trashumancia», señala  Manuel Rodríguez Pascual, investigador y uno de los mayores expertos de este país en todo lo relacionado con la trashumancia.


Comprar y consumir cordero es lo mejor que podemos hacer para que esta práctica ancestral y sus beneficios medioambientales y culturales se mantengan, aseguran desde INTEROVIC. Quizás ahora, después de conocer la historia de los pastores trashumantes, cuando vayamos a comprar cordero, no nos parecerá caro. 

Artículo publicado en la revista Plaza de noviembre

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