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diálogos sonoros

¿A qué suenan el arte y la arquitectura?

22/04/2024 - 

VALÈNCIA. Cuando se cae una moneda al suelo genera un tintineo, tal vez similar al de un platillo; si a una ventana le da el aire muy fuerte esta puede “silbar” de alguna manera, y cuando las hojas se mecen por el viento pueden hacer música. Cualquier elemento dispuesto en el entorno es capaz de generar una melodía, que puede estar esperando ser escuchada. También puede ser capturada, tal y como lo pretende el taller Diálogos Sonoros, una formación impartida pornIgnacio Guillén Guillamón, por la investigadora postdoctoral en arte contemporáneo y artista Mar Juan Tortosa y por Alberto Quintana, ingeniero acústico e investigador del Centro de Tecnologías que tiene como objetivo generar Paisajes Sonoros en el Campus de València a partir del próximo 29 de abril y en cuatro sesiones repartidas en dos semanas.

Un taller en el que descubrir el sonido de las cosas prestando atención al aprendizaje en sí mismo. Quintana explica que esta formación nace del interés por escaparse de la contemplación de lo únicamente visual y centrarse en el entorno y en este caso el “paisaje acústico” con lo que logran dar voz y espacio a “lugares y personas relativamente silenciados”: “Queremos que esto sea un foco a partir del que se expanda la idea, es un taller abierto con el que buscamos que cualquier persona se acerque al lenguaje sonoro y enlazarlo con todo tipo de conceptos”. Uno de ellos es el arte en sí, donde entra Juan Tortosa conectando los paisajes sonoros con el lenguaje de las artes plásticas: “Vemos cómo estimular la escucha y cuáles son las claves para desarrollar un proyecto sonoro, ya sea a nivel artístico como a nivel contemplativo. Al igual que la pintura refleja una realidad de nuestro medio con los diálogos sonoros se puede hacer un registro de lo que está pasando en el propio medio”, añade. 

Juan Tortosa explica cómo los sonidos evocan información, y recuerda que la experiencia perceptiva es la que ayuda a interpretar lo que rodea a cada uno: “Con la escucha se genera un puente de entendimiento y comunicación entre las personas. Esto nos ayuda a interpretar una obra de arte, contemplar lo que nos dice un compañero y comprenderlo como un lenguaje para quien quiera escucharlo”, añade desde la perspectiva más emocional. Para basar esta formación en lo teórico en las sesiones estudian la labor de artistas sonoros como Brian Eno o el valenciano Llorenç Barber para comprender el patrimonio acústico desde su mirada, algo con lo que Quintana explica que trabajan para comprender cómo representarlos: “Uno puede realizar composiciones de un lugar o de un momento pero también se puede crear un paisaje sonoro “artificial” de cualquier cosa, como podría ser un ambiente de biblioteca de lluvia, por ejemplo”. 

Con esto ponen la vista a ejemplos como el de Music for Airports de Brian Eno, un disco publicado a finales de los años 70 considerado por la crítica como “un álbum que induce al pensamiento y que es tan ignorable como interesante”. “Crear un paisaje sonoro es tener un testimonio de un lugar, darle forma”, explica Quintana, “para comprender esto empezamos con el sonido como elemento físico, luego miramos la historia del arte acústico y finalmente se sale al exterior a grabar”, añade sobre las sesiones, en las que trabajan con la metodología del aprendizaje experimental.

Más centrada en los procesos creativos Juan Tortosa añade que el sonido se puede “sentir y trabajar de maneras nuevas” aunque generalmente no se tengan en cuenta y que son perfectos para expresarse: “Estamos muy expuestos al sonido, tanto a los que generamos nosotros mismos como a los que nos rodean, la clave es escuchar lo que dicen estos ruidos y hacer la escucha con profundidad”. La creación de estos paisajes la compara también con la música, y con las intenciones con las que cualquier persona puede acercarse a una canción.

“Cuando alguien escucha música intenta observar que le dicen las palabras y la melodía, con el diálogo sonoro se entrena el músculo de la escucha y ese matiz que permite que se desarrolle”, que para ella se genera al sentarse a escuchar de forma más atenta. Para Quintana el sonido ya es ese gran todo lo que nos rodea: “El paisaje sonoro es una faceta de la que poca gente es consciente, sin embargo es algo que nos altera y nos cambia día a día y nos rodea. La escucha activa de los espacios ayuda a que uno esté más presente en su entorno y contemplarlo de otra manera”, o mejor dicho en este caso: escucharlo. 

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