presentamos en exclusiva el nuevo japonés de Jose Miguel Herrera y Nuria Morell 

Así es Hikari, el Yakitori Bar de la familia Nozomi

Ya está aquí el proyecto gastronómico del que todo el mundo habla: Hikari Yakitori Bar abrirá sus puertas el jueves 19 de enero y será un formato canalla de esa “otra” cocina japonesa: pinchos, sake, jaleo y el fuego de las brasas

| 13/01/2017 | 3 min, 3 seg

Hikari significa luz —luz vibrante. También es el nombre de un tren bala japonés (como Nozomi) y del fuego de las brasas sobre las que, cada noche, se cocinaran cientos de brochetas en Ruzafa. 

Jose Miguel Herrera, Nuria Morell y Clara Vidal (mano derecha de Nuria en la cocina de Nozomi) son los responsables de un proyecto que tiene más recorrido del que imaginan: me cuentan que la idea primigenia de Hikari nace el 17 de Agosto de 2013 en Tokio, tras una cena apoteósica en un conocido yakitori bar. 

Al grano: el espacio es alucinante. He visto pocos locales así (y he visto unos cuantos...) y es que la entrada al comedor principal guarda un par de sorpresas que dejarán de piedra a cualquier alma sensible. Los responsables del interiorismo son los chicos de Masqueespacio —culpables también de posicionar a Nozomi como uno de los 10 restaurantes más bonitos del mundo (fue finalista de los Restaurant & Bar Design Awards).

Brasas. Fuego. Cocina.

Hablemos de cocina, Jose Miguel: “Será una experiencia únicamente centrada en los 'pinchos japoneses' (yakitori) y en una selección de sakes y bebidas japonesas que los acompañarán. Yakitori es un plato muy típico en Japón que se traduce como 'pollo asado a la parrilla'. Originariamente era un pincho japonés hecho con carne de pollo, habiendo evolucionado hasta la fecha para referirse a cualquier brocheta de carne, pescado, marisco o verdura asadas en una Robata —una parrilla japonesa de carbón”.

Inspecciono la carta: el 85%-90% de la misma serán yakitoris acompañados de entrantes típicos japoneses, y ya os deslizo dos confesiones: el kimchi y un Karaage de pollo que será la obsesión de muchos gastrónomos (yo, sin ir más lejos). Un ticket de unos 25 pavos por barba y no más pretensión que pasar un buen rato ¿La traducción? Aquí se viene a comer pinchos y a estar cerquita de la parrilla y el fuego.

¿Un japo sin nigiris? Precisamente: nada más japonés que un japonés a base de sake y yakitoris.

Una (esta) Valencia inesperada

En Hikari no se trabajará con reservas, la jefa de sala será Arancha Herrera y en cocina el capitán será Alberto Laguía. No habrá café. No hay teléfono. No podrás ir a medio día. La pregunta es evidente... 

¿Hay espacio en Valencia para una taberna japonesa donde no se aceptan reservas (ajá) ni se dan servicios a la hora de comer? Pues claro que lo hay (es más... ¿alguien tiene alguna duda de que habrá cola en la puerta de la calle Tomassos?). Sí. Lo hay.

Sí en esta Valencia. Hablo de esa Valencia luminosa, honesta y sin prejuicios —esa Valencia que nos ilusiona (pese a todo lo que aún no hemos dejado atrás) esa Valencia de Begoña, Tono o los Rausell; la de las flores de Nozomi y la sensibilidad de Nacho Lavernia, la de Vicent Martínez, Paco Roca o Calpurnio.

Yo sí creo en una Valencia donde cabe el cielo infinito de Hikari.

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