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La novena edición de la cita suma a Los Blenders

Truenorayo reivindica los cuidados en los festivales

7/09/2022 - 

VALÈNCIA. Truenorayo sigue sumando ediciones, y ya van nueve. Empezaron en el Puerto de Sagunto, como un evento gratuito, pero el bueno olfato de Ada Díez y Lu Sanz auparon al festival a València, siempre ligado al espacio de La Mutant. La clave de su superviviencia, de la parroquia que han creado a lo largo de esta cerca de una década es fácil: mantener unos principios escrupulosos de cuidado del público, artistas y trabajadores y trabajadoras del propio evento. El ecosistema creado es su principal marca diferenciadora. ¿Quién dijo que del intentar huir de la precariedad se puede sacar, en realidad, tanto?

Truenorayo vuelve este 22, 23 y 24 de septiembre tras dos años complicados pero a los que no han tenido que renunciar. “Fuimos el festival que aguantó”, ha reconocido Ada Díez en la presentación a la prensa de esta edición. En ella, ha recordado el cartel, que encabezan Los Punsetes, Natalia Lacunza, Rocío Saiz, Matalamute o Soledad Vélez; a quiénes se les suma Laborde, Eterna Joventut, Xenia y Amor Butano. Hoy han sumado un último nombre, internacional (al igual que el año pasado con Bratty, directos desde México): Los Blenders, rock luminoso, influenciado por los grupos más famosos del indie rock internacional de la primera década del siglo XXI. Además, a los habituales Chico & Chico y Mujeres bellas y fuertes, se unen a los platos de DJs Martlenders, Tropisol y Roberta Vázquez.

Además, ayer anunciaron las actividades paralelas. El jueves 22 tendrá lugar el coloquio Una canción, un like : impacto del uso de RRSS en el sector musical, representación y activismo, estará moderado por la periodista y guionista Rebeca Ruiz. Las ilustradoras Ana Galvañ y Sonia Pulido, que han ilustrado el cartel del festival en ediciones, harán una excepción en su carrera para impartir una masterclass, en colaboración con el Máster en Ilustración de Barreira A+D. Por último y en colaboración con La Cabina, se proyectará el documental Que Sirva de Ejemplo, una obra de Sofía Castañón que reflexiona sobre la heteronorma. Al finalizar, se llevará a cabo un coloquio con la presencia de su directora y la periodista Lidia Caro.

El cartel, también avanzado ayer, ha sido el primer trabajo para un festival de Lola Beltrán, que ha reconocido que no trabaja todo lo que le gustaría en València, a pesar de su éxito en otros países. Beltrán ha creado un cartel retrofuturista inspirado en Jem y los Hologramas: “quería representar un grupo de chicas que dejan el planeta y van armadas con sus instrumentos musicales para que se les oiga bien fuerte”.

Pero por encima de todo, la presentación en prensa sirve para hacer balance y responder el por qué del éxito humilde Truenorayo. Ahí siguen sus pilares: un cartel que tiene muy en cuenta la presencia femenina y al colectivo LGTBQ+, multidisciplinariedad, actuar como una plataforma digna para grupos emergentes, y enseñar el abanico contemporáneo del pop, parando especialmente en la escena local. “Aunque parecía que la pandemia iba a hacer cambiar las cosas, en cuanto se ha recuperado, las mujeres estamos volviendo a desaparecer de los carteles de los grandes festivales porque, dicen, que no vendemos entradas”, ha señalado Díez. Diego Ferrando, de Amor Butano, ha confirmado la máximo y ha expresado que le da “mucha rabia pensar que territorios que parecían conquistados, tengan que volver a plantearse”.

Tras dos años con el público sentado y con aforo reducido (que variaba hasta el penúltimo día antes de la celebración del festival), Truenorayo vuelve a guardar las butacas y a incitar al baile. Las condiciones de entonces salvaron el festival, pero “la socialización y lo que se genera en el festival” necesita del espacio que permite el foso de La Mutant.

Y con pandemia o sin pandemia, Díez y Sanz vuelven a poner el acento en aprovechar el festival para abrir melones sobre la industria musical. En este caso, que la política cultural y el dinero público que ayuda a los festivales debería crear puestos de trabajo dignos; si el apoyo gráfico y de luces convierte la música en otra de las artes escénicas. Truenorayo continua en la dirección de ir a contracorriente de lo que se supone que va la industria y los nombres más rentables. El secreto está precisamente en eso: en no tomar caminos grandilocuentes por si son los erróneos.

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