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ENTREVISTA

Jaume Balagueró estrena 'REC-4': "Me da miedo la violencia física"

BEGOÑA DONAT. 29/10/2014 Primero fue un edificio de renta antigua, luego una boda y ahora Balagueró pone punto final a REC con un Apocalipsis marino

VALENCIA. Con Halloween a la vuelta de la esquina, golpea la gran pantalla la última entrega del universo REC. Y si bien la Niña Medeiros, icono de la saga de terror española, no apunta a elevarse en disfraz del año, el punto final a la hemorragia zombie sí se convierte en cita imprescindible, y quizás nostálgica, para los fans del género. La acción de la cuarta parte dirigida por Jaume Balagueró, creador junto al valenciano Paco Plaza de la franquicia, rematada con la culminante coletilla de Apocalipsis, arranca donde finalizó la segunda, con la reportera de televisión Ángela Vidal como única superviviente de una infección sobrenatural en un edificio. Su traslado e ingreso en un barco de mercancías en cuarentena desencadena una nueva plaga, pero esta vez en alta mar, donde, al igual que en el espacio de la referencial Alien: el octavo pasajero (Ridley Scott, 1979), nadie puede oír tus gritos.

-Empecemos por el final, a pesar de que te has reiterado en que éste es el punto final, al término de la película dejas la puerta abierta a una continuación, ¿te desdices o estás invitando a otro cineasta a tomar el testigo?
-Es cierto que cuando rodamos REC, declaré que no habría más y, mira, aquí estamos, en Toronto, con REC 4. Sin embargo, no, nuestra intención es que haya terminado. Es el capítulo final y está diseñado para que así sea. Si el término ha quedado un poco abierto, es porque es lo lógico en este género. Se podría hacer una quinta parte, pero no voy a ser yo. 

-Todas las sagas de terror cuentan con un personaje que trasciende a su creador, ya sea Chucky, Leatherfeace o Freddy Krueger. ¿te gustaría dejar huella a través de la Niña Medeiros?
-Ahora que me lo dices, estaría muy bien, pero no es algo a lo que aspire. No sé si quedará algo de mí en la historia del cine de terror, ójala. No obstante, en esta última entrega he dejado de lado a la Niña Medeiros para darle protagonismo a una larva que no es muy expresiva en sí misma, no tiene  cara ni ojos, así que no sería un gran icono de terror.

-¿Qué peso tiene la teniente Ripley como referente?
-No era muy consciente, pero yo soy el fan con mayúsculas de Alien, y más de Aliens: el regreso (James Cameron, 1986).

-¿Qué cualidades ha de tener una actriz para erigirse en reina del grito?
-La realidad es que Manuela Velasco está en REC 4 porque protagonizaba la primera película. De hecho, cuando Paco Plaza y yo la cogimos no lo hicimos buscando una reina del grito, sino una periodista creíble. Ella tenía un programa de televisión de telerrealidad entonces. No queríamos una actriz que interpretara a una reportera, sino una reportera que hiciera un reportaje sobre una falsa realidad que nosotros crearíamos. Luego, poco a poco, la película, los años y las secuelas han convertido a Ángela Vidal en ese héroe de acción que es ahora. 

Velasco y Balagueró

-De hecho, en la primera entrega vuestros guiños eran a espacios televisivos tipo Cops y Madrid Directo. ¿Cuáles han sido tus filias en esta ocasión?
-En esta película se juega con muchísimos elementos diferentes, me miro en todo el cine de terror que hemos visto. Es una monster movie, hay mad doctors, es una película claustrofóbica tipo el encierro en un submarino de Das Boot (Wolfgang Petersen, 1981)... Es una coctelera para los fans y para darle un colofón a la saga que estuviera a la altura del entretenimiento que se espera. Es una montaña rusa. 

-Uno de las realidades contemporáneas más inquietantes hoy día es la omnipresencia de cámaras de vigilancia. ¿Es algo que te preocupa en lo personal o un elemento que has visto explorado en el cine de terror, como los casos de Paranormal Activity (Oren Peli, 2007) o Más de mil cámaras velan por tu seguridad (David Alonso, 2003), y al que le has visto potencial?
-Cuando localizamos en el barco vimos que había cámaras y pensamos que en el argumento, un navío de alta seguridad con militares a bordo, daría mucho juego. También me gusta el coqueteo con lo mediático, con el metalenguaje, REC se basaba en eso, había una cámara subjetiva que lo grababa todo y el espectador, así, podía interactuar. De pronto, aquí, nos gustaba que se pudiera coquetear con el sistema multicámara. 

-¿Te has arrepentido en algún momento de rodar a bordo de un barco?
-Todo el rato. Desde el primer día de rodaje. Es insoportable. El calor, el olor, el espacio angosto... La cámara no se podía mover y había movimiento todo el rato.

Un fotograma de REC·4

-¿Has sufrido el mal del marinero?
-Cuando bajas a tierra parece que todo se mueve. Todo resulta rarísimo. No paraba de repetirme: "Hostia, ¿qué pasa aquí?".

-¿Cómo surgió la idea de complicarte así la vida?
-Había que salir del edificio, no podíamos seguir dentro, ya estaba contado. No quedaban pisos ni habitaciones por descubrir. Pero al mismo tiempo había que ser fieles a la esencia de la saga. Y la esencia, en gran parte, es la claustrofobia, que los personajes estén atrapados en un lugar del que no pueden salir. Lo ideal era una cuarentena en un barco, en medio del océano.

-¿De qué otros elementos te sirves para provocar en el espectador la sensación de claustrofobia?
-Jugamos con la luz a la hora de iluminar el barco, también con el sonido y el movimiento de la cámara para intercalar sensaciones en el espectador. 

-Cuando el público prevé el susto, ¿te lo reprochas o lo celebras?
-Cada escena significa algo, tiene una intención determinada y es un juego distinto. El espectador sabe qué película ha ido a ver, el espectador sabe lo que va a pasar, pero no cuándo. Hay ocasiones en que le puedes asustar y otras en la que llevas a pensar: "Tío, no vayas". 

-La película intercambia los roles de héroe y de nerd. ¿Es un homenaje a los espectadores que te han apoyado desde los inicios?
-Sí, pero no sólo a los frikis y a los nerds, sino a la gente. La gente no son galanes y tías buenas. El personaje de Nick es un poco caricatura, pero como espectador te vas a identificar con él, porque podría ser alguien de nuestro entorno, cae simpático, forma parte de tu mundo. Los tíos fornidos y guapos, no.

-Siempre se habla de la eclosión del terror en los momentos de crisis, pero no parece que esté sucediendo así en España.

-Hubo un repunte hace unos años, pero la crisis del cine en España es tal, que cualquier género está así. ¿Y la comedia? Bueno ahora ha remontado por Los ocho apellidos vascos (Emilio Martínez Lázaro, 2014)...  ¿Y el drama? ¿Y las de la guerra civil? No se hace ni cine de terror ni ninguno

-¿Qué te ha supuesto REC en términos de proyección internacional?
-Cuando se estrenó la primera, yo ya había rodado tres películas que habían alcanzado cierto eco internacional, mi nombre ya sonaba, pero con REC noté una diferencia, ha sido fundamental.

-¿Qué hace que el cine de terror sea tan internacional?
-El miedo es una emoción universal, lo que aterroriza aquí aterroriza allá. En cambio, hay cosas que dan risa aquí, pero no en Japón. Si un perro rabioso intenta atacarte te va a dar miedo ya seas española o coreana. El terror no es cultural. 

-¿Qué te da miedo a ti?
-La violencia física. Es algo que me bloquea mucho. No estoy acostumbrado y me impacta cuando la veo. Con la ficticia no tengo ningún problema, de hecho, me gusta..

-¿Cuántas películas de terror puedes ver en un año?
-Pocas o ninguna. Cuando era adolescente consumía muchas, pero ahora no puedo, tengo una familia, un hijo. De hecho, ahora veo muchas películas de niños. Todos los sábados o domingos voy al cine con Mateu. Me las he visto todas: Pancho, el perro millonario (Tom Fernández, 2014), Operación Cacahuete (Peter Lepeniotis, 2014), Frozen (Chris Buck, Jennifer Lee, 2014), La LEGO película (Philip Lord, Chris Miller)... y me encanta. No las películas, sino ir con él. Es un gozo.

-¿Tienes pensado iniciarlo en un futuro en el cine de género?
-Todo llegará.

-¿Cómo cambia tu aproximación al cine de terror cuando llegas a una edad y ya no lo frecuentas tanto?
-No creo que pierda el gamberrismo. Además, soy muy ecléctico. He disfrutado con un cine de terror muy serio y también con uno más festivo, como puede ser REC. Igual que he gozado con una película de Bergman o de Tavernier. Lo combinaba, podía estar en casa y ver una de zombies y luego Pauline en la playa (Éric Rohmer, 1983). Y me encantaban las dos, estaba maravillado. Ese   eclecticismo tan común a mi generación, está presente ahora en mi cine.

-¿Qué tienes ahora a la vista?
-Tengo dos proyectos, uno de terror y un thriller. No tengo ningún problema en hacer otro tipo de pelis alejadas del género. Mientras duermes (Jaume Balagueró, 2011), de hecho, es un thriller de suspense, muy alejado del terror, en intención y resultado.

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