X AVISO DE COOKIES: Este sitio web hace uso de cookies con la finalidad de recopilar datos estadísticos anónimos de uso de la web, así como la mejora del funcionamiento y personalización de la experiencia de navegación del usuario. Aceptar Más información
GRUPO PLAZA

Pedro Luis Uriarte: "Echo en falta que la sociedad civil no se haya puesto en pie para ofrecer alternativas"

Por CARLOS DÍAZ GÜELL. 25/04/2010

MADRID. Le gusta ir de jubilado por la vida y aunque afirma que dejó la gran banca y mira con distancia el sistema financiero, el entrevistador cree percibir un cierto brillo en sus ojos cuando habla de su paso por el BBV y BBVA.

Por encima de todo es un gran comunicador y eso le hace ser un activista allá por donde pasa. Su última aventura la ha vivido dedicándose a la causa de la innovación en el País Vasco desde donde ha hecho suya una frase que la ha convertido en lema: "Si no hay innovación no hay futuro". La entrevista la concede con una condición: no hablar de aquella época ni de sus protagonistas pese a que salió con todos los pronunciamientos favorables de aquel perverso entramado en el que se vio envuelto. Y uno entiende que no es por falta de ganas. (Esta entrevista aparece publicada este mes en la revista 'CONSEJEROS' que ha concedido derechos para su reproducción a Valenciaplaza.com).

-¿Qué le ha enseñado o confirmado sus últimos años dedicados al mundo de la innovación?
-Que la innovación resulta decisiva para el futuro de todo país desarrollado. Para España, octava potencia económica del mundo, pero con una economía de baja productividad, es un tema crítico. Pero fundamentalmente lo es para Madrid, País Vasco, Navarra, e incluso Cataluña, que son los territorios en donde los procesos de innovación están más avanzados.

La innovación va más allá que lo que podíamos denominar la innovación tecnológica. Hay un campo muy extenso en el mundo de la empresa que no es solo tecnología. Por ejemplo, en el ámbito de la gestión, la distribución y la organización. Y existe el inmenso campo de la innovación social, muy poco conocido, valorado y explorado y que tiene un llamativo ejemplo con los microcréditos lanzados a través del Banco Grameen, por Mohamed Yunus, en 1974, precisamente el mismo año en que inicié mi carrera bancaria.

 

 

 

 

 

 

 

 

-¿Dónde se concentra exactamente el problema?
-Tenemos un problema de innovación empresarial importante. De hecho, en la composición del índice de I+D sobre el PIB la aportación empresarial es baja y ha crecido mucho menos que la pública, a pesar de la época de "vacas gordas" que han disfrutado las empresas. Sólo un 23 % de empresas de más de diez trabajadores puede merecer el calificativo de empresa innovadora. Finlandia que se planteo el cambio de modelo productivo hace años, tiene en estos momentos el 51%. Por lo tanto, España tiene un largo recorrido en este campo: en total 185.000 empresas de más de diez trabajadores sobre las que actuar. Mucha tela por cortar.

-¿Como se aborda una solución al problema? -Planteando un debate serio tendente a cambiar el modelo de crecimiento que ha seguido la economía española y ello va más allá de lo que es el sistema productivo o el pacto social en el que llevan enfrascados varios meses gobierno, empresarios y los sindicatos.

De lo que estamos hablando es de que hay que abordar profundas transformaciones en el mundo de la educación hacia un modelo más avanzado, y en el de la ciencia, la investigación y la tecnología. Y se hace necesaria una profunda reflexión en materia de competitividad (España es la 8ª- 9ª economía del mundo, con tendencia claramente descendente, y sin embargo ocupamos la 28ª posición en materia de competitividad). Pero pasa también por un replanteamiento de lo que podíamos llamar políticas y servicios sociales, en un país con una tendencia al envejecimiento que es inexorable, que nos va a afectar social, económica y financieramente, y que hace inevitable una reflexión profunda sobre el sistema de pensiones y el sanitario. Y pasa, por último, por una reflexión profunda sobre los esfuerzos necesarios para conseguir una economía sostenible, con iniciativas decisivas en el ámbito del medio ambiente, la energía y las infraestructuras.

Tenemos que enfrentarnos, además, al hecho de que las diferencias salariales con los países emergentes son clamorosas y no podemos olvidar que vivimos en una economía cada vez más globalizada y ello nos obliga a no dar la espalda a las realidades existentes. Si tomamos como referencia el sector auxiliar del automóvil, el coste de la mano de obra directa es de 20 euros/hora en el País Vasco, en Cataluña, 15 y la media del Estado es de 13. En Portugal esta ratio es de 7, en Polonia de 5, en Turquía de 4,5, en México de 4, en Brasil de 3,5, en China de 1 y en India de 0,7 céntimos de euro.

La pregunta lógica es cómo puede competir un país que paga 20 euros la hora con países como los citados. La respuesta la encontramos en que tenemos que migrar de lo simple y convencional a lo complejo y diferencial.

La presión competitiva es fundamental en el mundo de la empresa. Sin competencia, no hay estímulo. Y sin estímulo la economía se estanca o no avanza. Por ello, la creciente competencia de los países emergentes que muchas veces se ve como una amenaza, una economía innovadora, y por tanto competitiva, debe saber convertirla en oportunidad.

-¿Cómo se hace?
-Enfrentarse a este problema pasa por construir sobre los puntos fuertes existentes, porque las apuestas de futuro no se pueden construir sobre terreno baldío. Requiere no dispersar recursos, sino invertir en aquellos puntos o sectores en los que se puede construir una posición de fortaleza y un retorno a esa inversión. Habrá que buscar las fórmulas para concentrar los recursos en sectores o territorios de donde se pueda conseguir una rentabilidad significativa y esto que apunto no significa negar el derecho de todas las comunidades a participar de ese posible crecimiento del bienestar futuro.

Hay que tener también, una mentalidad abierta, ser transparentes y compararnos, y aprender, de los mejores.

Y, finalmente, se necesita visión y acción de largo plazo. La gran cuestión es cómo conseguir que todo ello se lleve a cabo y que los políticos se planteen todos estos cambios con visión de ese necesario largo plazo, no de las próximas elecciones. Yo lo veo complicado en la actual situación política española con un gobierno desgastado, por el paso del tiempo y por el impacto brutal de la crisis económica, y una oposición que no termina por ofrecer una alternativa potente y creíble. A todo ello debemos unir el hecho de que tenemos una clase empresarial no muy vertebrada y afectada por problemas en su cabeza, y unos sindicatos más preocupados por mantener un sistema salarial y de concertación que por reinventar o reorientar el modelo, a pesar de que es evidente que éste precisa de una urgente e intensa corrección.

-¿Qué le decepciona de todo este proceso?
-En la actual situación política y económica echo en falta que la sociedad civil no se haya puesto en pie para ofrecer alternativas. Tenemos una sociedad civil muy fragmentada y con muy poca capacidad de influencia, de presencia y de ofrecer fórmulas nuevas. El problema ya no es sólo de las instituciones, sino de los ciudadanos como tales.

-¿Pero todo eso se va a resolver con la propuesta del Gobierno de una economía sostenible?
-El proyecto de ley de economía sostenible no deja de ser un enunciado sobre el que hay que trabajar y el problema es que yo no veo, todavía, una disposición total a iniciar un debate profundo sobre los puntos básicos citados.

España como país tiene inmensas capacidades e inmensos recursos para conseguir hacer realidad ese necesario cambio de modelo. Si buscamos una referencia en el año 93, en donde España estaba en una situación de crisis similar a la de ahora, y alguien se hubiera atrevido a pronosticar un periodo expansivo de catorce años para la economía española, con una internacionalización de las empresas que ha crecido de forma exponencial, se le hubiera calificado de loco, Y sin embargo, ahí está el resultado: empresas líderes con fuerte presencia internacional en sectores como el financiero, las telecomunicaciones, la construcción, el seguro, el energético...

Esas capacidades empresariales no han desaparecido. Están ahí. Estas "aplacadas" por la crisis, pero pueden despertar y despegar y España terminará haciendo los deberes, se adaptará a un mundo que se está transformando de forma exponencial y que va a experimentar decisivos cambios de configuración en los liderazgos económicos y políticos y un replanteamiento del modelo que surgió tras la segunda guerra mundial.

-¿En ese nuevo modelo entra también el sistema financiero?
-Las empresas españolas han demostrado sobradamente su capacidad y sus fortalezas. El caso de la banca es paradigmático. En 1987 el señor Botín se hizo cargo de un banco poco menos que de ámbito regional y que ocupaba un lugar secundario, y en el sistema se le llamaba por el diminutivo de su nombre de pila, para diferenciarlo de su padre. Pues bien, en poco más de 20 años lo ha convertido en uno de los grandes bancos mundiales y el primero en España por capitalización bursátil. En aquel 1987 todos los miembros de la comunidad financiera hubieran apostado a que ello era imposible. Sin embargo, ahí está lo que se ha sabido hacer con un liderazgo potente, visión, buenos equipos y con las ideas claras.

-Cuando uno mira a su alrededor, la tendencia al pesimismo puede resultar frustrante.
-Para llegar a ser una sociedad innovadora, resulta imprescindible un cambio cultural y para ello resulta fundamental, entre otras acciones, una intensa comunicación, como paso previo a la sensibilización.

El tejido económico español está compuesto básicamente de pymes y creo que muchas de ellas están hoy en disposición de ser más innovadoras y más competitivas. Mi experiencia en el País Vasco, ha sido muy positiva en este sentido y he comprobado la disposición de miles de empresas a iniciar procesos de innovación en tanto en cuanto cuentan con una estrategia, un entorno y una palanca que las empuje a ello. El dinamismo potencial es grande. Por ello, es fundamental desplegar y dirigir ese esfuerzo de sensibilización hacia esas 185.000 empresas a las que aludía anteriormente.

-¿Y de donde sacamos los recursos?
-Un país que tiene más de un billón de euros de PIB tiene recursos más que suficientes para dedicar un caudal significativo a este objetivo.

-¿Cual sería el coste?
-La cumbre de Lisboa fijó la mítica cifra del 3% del PIB dedicado a I+D con objeto de colocar a Europa en una posición de liderazgo a nivel mundial. Teniendo en cuenta que Europa ahora está en el 1,84%, la Unión debería poner sobre la mesa, adicionalmente, cada año 143.000 millones de euros para alcanzar ese 3% que en dinero contante y sonante y eso son 375.000 millones de euros. Una cifra masiva, es verdad, pero estamos hablando de un objetivo irrenunciable.

No cabe dormirse. China, paso a paso, se va convirtiendo en un a potencia tecnológica y ya tiene una inversión dedicada a I+D superior a la de España. Y un país pequeño, como Israel -dejando al margen la industria militar- dedica más del 4% de su PIB a ese concepto. Esa es la realidad sobre la que se está cimentando el futuro del mundo y sobre ello España tendrá que reflexionar y decidir.

-¿Y a España?
-Teniendo en cuenta que hoy dedica 14.000 millones de euros para situarse en el 1,35% de I+D sobre PIB, se tendrían que invertir anualmente 35.000 millones para alcanzar el 3% fijado en Lisboa. Y España claro que esta en disposición de aportar esas cantidades. Es cuestión de priorizar. El ejemplo de las ayudas a la banca americana y europea tras la crisis demuestra que recursos "haylos".

-Además de fondos, entiendo que es necesaria una cierta coordinación entre los distintos estamentos interesados en ese mundo, ¿la hay?
-Rotundamente no. Para hacer frente a este proceso hay que hacer un esfuerzo muy potente desde al menos seis ámbitos, que van desde las administraciones centrales y autonómicas, pasando por el sistema educativo, el mundo empresarial y sindical y toda la red de agentes científico - tecnológicos. Esos seis ámbitos necesitan definir un plan global y desarrollar una acción coordinada.

-Preocupa algún otro déficit en este proceso en el que inevitablemente tenemos que entrar. Estoy pensando básicamente en la población femenina.
-Una de las grandes limitaciones del crecimiento de España viene marcada por la no incorporación de la mujer al mercado del trabajo en la proporción alcanzada por otros países de nuestro entorno y más teniendo en cuenta el hecho de que somos importadores netos de mano de obra. La pérdida de esas capacidades es un lujo que España no puede permitirse. Es un problema a resolver y que tiene un calado económico importantísimo.

-¿Qué supondría para España si la población activa se repartiera al 50 % entre hombres y mujeres como ocurre en otros países?
-Una simple operación aritmética nos indica que España incrementaría su PIB muy sensiblemente. En otras palabras, hay una masa de muchos miles de millones de euros que no se agregan al PIB debido al no acceso de la mujer al mundo laboral retribuido, en la medida en que ocurre en otros países.

Porque, además, habría que complementar el modelo con una extensa red de guarderías que supondría la creación de más empleo; incrementar servicio doméstico (nuevamente más empleo)... Y si a eso unimos la equiparación salarial entre hombres y mujeres, comprobaríamos que estaríamos introduciendo elementos dinamizadores de la economía muy importantes que repercutirían en el consumo, el ahorro o la inversión y en el consiguiente crecimiento económico.

-¿Cabe la innovación en el sistema financiero más allá de cerrar los sábados por la mañana?
-Por supuesto que sí, aunque en la actualidad el sistema financiero se enfrenta a la existencia de una clara mala imagen y desconfianza por parte de la sociedad, debido a la crisis financiera que estamos sufriendo que se achaca precisamente a la innovación financiera de origen americano.

La innovación en el sistema financiero tiene mucho recorrido y en España la banca y las cajas demuestran día a día cómo la innovación se puede desarrollar, ya sea en productos financieros, en sistemas de gestión o en cualquier otro orden. En capacidad de innovación, en lo que es su ámbito de negocio más importante, el minorista, la gran banca española y las buenas cajas, ganan por goleada a la banca de otros países más avanzados económicamente.

-Es la primera vez que oigo a alguien definir una perversión como las subprime como innovación...
-Para mi la innovación es un concepto neutro. Hay formas buenas o malas de desarrollar la innovación. Por eso, el sistema financiero debería haber huido de toda innovación perversa que es aquella que nos ha conducido a la situación actual, pero ello no debe ser un impedimento para seguir innovado y buscando fórmulas que beneficien la actividad del sector, adecuándolas a las necesidades de sus clientes y por ende a la economía. El sistema financiero se hubiera ahorrado muchos problemas, muchos disgustos y mucho descrédito, y los estados mucho dinero, si se hubieran hecho las cosas bien en la innovación, en la medición y control de los riesgos, en la supervisión y, antes de todo ello, en la regulación. Es como si hubiera pasado una manada gigantesca de elefantes que han destrozado todos los cultivos. Sorprendentemente, eso no lo han percibido ni los supervisores, ni las agencias de rating, ni los auditores, ni el mercado. Es obvio que algo ha fallado, al menos los sensores, los guías, los guardabosques... y los cazadores.

-¿Pero para eso está Obama y las medidas que ha anunciado recientemente en relación con la banca?
-Las considero totalmente necesarias y además lógicas. Es lo menos que debía hacer.

-¿Piensa lo mismo sobre el impuesto que ha anunciado sobre la gran banca americana?
-También me parece necesario. La banca americana no podía irse de rositas después de la crisis que ha originado y de la masiva dedicación de recursos públicos que ha exigido superar la situación. El que la hace debe pagarla.

-¿Qué diseño de futuro hace del sector financiero una vez que hayamos superado la crisis?
-Cada vez que se produce una crisis se genera un exceso de capacidades y las concentraciones, en forma de fusiones y adquisiciones, es una vía para hacer frente a esa situación. Por eso, no hay que ser muy listo para aventurar que en diez años va a haber un sistema financiero mucho más concentrado, posiblemente propiciado y apoyado por las autoridades monetarias y gubernamentales y conducidas por los elementos más fuertes del sistema. Y estoy pensando en bancos y cajas.

-¿Esto de los códigos de buen gobierno no son una filfa después de ver lo que hemos visto?
-En muchas empresas se produce se cree en ellos y en sus bondades, pero en muchas otras hay un cumplimiento formal, pero eso no significa que ese cumplimiento sea real. De la misma forma de que el hecho de que vayas a misa no significa que seas una buena persona. Queda mucho terreno para avanzar.

-En nombre de los consejeros independientes se cometen muchas arbitrariedades...
-Hay muchos consejeros nombrados como independientes que lo son porque reúnen los requisitos formales para serlo, pero hay otros que, cumpliendo esos requisitos, tienen una dependencia total de la persona que está al frente de la entidad. Son independientes formalmente, pero no realmente.

-¿Qué habría que hacer para fortalecer la figura de los consejeros independientes?
-Recomendaría que se aplicaran las ideas de un colega bancario y buen amigo, Gonzalo Terreros: retribución no excesiva y pública, mandato de suficiente extensión, no reelección, no revocabilidad, cualificación (salvo por causa justa), número máximo de consejos a los que se pertenece, etc.

Tal y como está establecido el sistema en España, los consejeros de la mayoría de las empresas españolas deben confiar en el trabajo de los ejecutivos o en los departamentos de auditoria interna o en la firma de auditoria externa para avalar una gestión, y las cuentas de la empresa, con su firma. No tienen capacidad para conocer más. Y a pesar de ello, su responsabilidad es cuasi-objetiva.

-Un jubilado muy activo

EN CLAVE DE HUMOR: EL SISTEMA FINANCIERO VISTO POR URIARTE

Tras un semblante serio, Pedro Luis Uriarte tiene su peculiar sentido del humor que se deja entrever cuando cuenta un chiste para explicar el papel que juega el sistema financiero en la economía real y aunque lo referencia en un amigo, el chiste está bien elegido. Nada que vez con la gracia andaluza, pero...

Un ruso llega a un hotel y pide por una habitación y su precio.
-Son 100 euros, le contesta el recepcionista.
Saca de su cartera un billete de 100 euros y se los entrega, aunque pensándoselo mejor pide ver la habitación antes de instalarse. El encargado, llama al botones y ambos se dirigen a la habitación. Con los 100 euros en la mano, el encargado corre a dárselos al carnicero para cerrar una vieja deuda que tenia con él; el carnicero se dirige al matadero para cancelar una cuenta pendiente; el responsable del matadero corre a pagar al ganadero la compra de una res; el ganadero se acerca al garaje cercano para pagar 100 euros por un servicio de taxi que no había satisfecho y el taxista, sin perder un minuto, se acerca al hotel de donde había partido el billete de 100 euros y se los da al encargado para pagar la comida que había celebrado unos días antes, por su cumpleaños.
En ese tiempo, el cliente ruso baja de ver la habitación que no termina de convencerle y decide recoger sus 100 euros y no pernoctar en el hotel.

Conclusión: la economía para funcionar necesita que circule el dinero. Es lo que se llama liquidez. Y hoy las cañerías están muy secas, todavía. ¿Cuándo las llenará la banca con euros? Esa es la pregunta que espera respuesta.

Comparte esta noticia

comentarios

Actualmente no hay comentarios para esta noticia.

Si quieres dejarnos un comentario rellena el siguiente formulario con tu nombre, tu dirección de correo electrónico y tu comentario.

Escribe un comentario

Tu email nunca será publicado o compartido. Los campos con * son obligatorios. Los comentarios deben ser aprobados por el administrador antes de ser publicados.

publicidad
publicidad