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¿Por qué las aves muestran una coloración tan diversa?

GUILLEM PÉREZ I DE LANUZA / FOTO: THOMAS MUES. 22/05/2013 Pregunta enviada por Marta Arenas (Valencia)

VALENCIA. Verdaderamente, las aves presentan una coloración mucho más variada que la que tenemos los mamíferos. Es más, la coloración que normalmente suelen presentar las aves es más llamativa y compleja que la de los mamíferos. Sin embargo, estas diferencias no solo las encontramos si nos comparamos con las aves, sino que también se hacen evidentes si nos comparamos con peces y lagartos.

A grandes rasgos, dos elementos clave explicarían estas diferencias tan extendidas. En primer lugar, las diferencias existentes entre los diversos grupos de vertebrados en las capacidades sensoriales implicadas en la visión en color. En segundo lugar, las funciones y usos a los que están asociados los caracteres  de coloración de los animales, tanto los que afectan al animal que exhibe estos rasgos, como los que afectan a los animales que los perciben.

Respecto a la discriminación de colores, los mamíferos, en comparación con las aves, lagartos y muchos peces, tenemos un sistema de visión en color muy pobre. Quizás los humanos y otros primates tengamos alguna ventaja (relativa) sobre buena parte del resto de mamíferos, ya que nuestra percepción del color depende de un sistema tricromático de visión, basado en tres tipos diferentes de células sensibles al color, los conos. No obstante, la mayoría de mamíferos presentan un sistema dicromático o, directamente, no tienen la capacidad de discriminar colores.

En cambio, otros vertebrados presentan un sistema visual basado en cuatro tipos de conos diferentes y potencialmente tetracromático. Este sistema les permite discriminar muchos más colores que nosotros, y hacerlo, normalmente, incluyendo una parte del espectro luminoso que nosotros somos incapaces de percibir, el espectro ultravioleta próximo (los rayos UVA). Así pues, la diferencia es cuantitativa y también cualitativa.

Estas diferencias en la sensibilidad al color no son casuales, en realidad se encuentran estrechamente relacionadas con el pasado evolutivo de cada especie, y con las características luminosas de los ambientes en los que viven actualmente. Muchos mamíferos, por ejemplo, son nocturnos o crepusculares, o provienen de ancestros que lo fueron. En ambientes como estos, en los que la intensidad  de la luz es muy baja, la discriminación de colores resulta poco útil.

Por el contrario, la evolución ha tendido a seleccionar alternativas a la visión en color, como por ejemplo la visión escotópica, sensible a niveles de iluminación muy bajos, pero ciega al color, o bien ha potenciado otros sistemas sensoriales, como podría se la quimiorrecepción. En cambio, las aves son mayoritariamente diurnas, y la gran intensidad de luz que a menudo encuentran en sus hábitats les permite explotar visualmente todo tipo de recursos, incluso aquellos colores presentes en su propia superficie corporal, que les sirven para identificarse y comunicarse.

Por lo tanto, aves y mamíferos se encontrarán sometidos a regímenes selectivos muy diferentes en relación a las funciones de sus coloraciones. Así, el patrón de coloración de los mamíferos se verá condicionado principalmente por presiones selectivas relacionadas con la selección natural, como la necesidad de evitar depredadores, no teniendo ninguna necesidad de invertir recursos en coloraciones llamativas (que en realidad serían contraproducentes).

Por el contrario,  muchos rasgos de la coloración de las aves suelen emplearse como señales sociales que transmiten información de algún tipo. Estas señales a menudo están sometidas a fuertes presiones selectivas relacionada con ese motor evolutivo tan particular que es la selección sexual. Normalmente, las aves emplean características de su patrón de coloración para atraer parejas o repeler competidores. Asimismo, sus coloraciones pueden servirles para discriminar correctamente el sexo de los individuos, su edad e, incluso,  para discriminar entre especies próximas, con las cuales un error en la elección de la pareja podría suponer un grave problema desde el punto de vista de la eficacia biológica.

Por lo tanto, las aves tienden a presentar patrones de coloración complejos y llamativos, con coloraciones contrastadas entre ellas o con el ambiente e, incluso, con la presencia de coloraciones iridiscentes, que ofrecen una apariencia diferente según el ángulo de incidencia de la luz y el ángulo de visión.

Lea la respuesta completa en la web de Mètode.

 

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Guillem Pérez i de Lanuza. Laboratorio de Etología
Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva, Universitat de València

 

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