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Chappaz y Menero, el nacimiento de una nueva especie de galeristas de arte

VICENT MOLINS. 15/06/2013 Dos jóvenes diseñadores abrieron hace dos años una galería de arte contemporáneo que ya roza el fenómeno social en las entrañas de Russafa. Son los Tactel

VALENCIA. "Marcharse de Valencia" podría ser el título de una novela de no ficción que incluiría a un buen puñado de hombres de arte, el último de ellos, Nacho Valle, propietario de la galería Valle Ortí, llamado por Nueva York, para dirigir la rampante Y Gallery después de décadas -y un final de asfixia- al servicio de su ciudad.

También podría haber tenido entre sus páginas a Juanma Menero e Ismael Chappaz, una pareja de diseñadores, nuevos treintañeros, que trabajaba en un amplio estudio en la avenida Antiguo Reino de Valencia dedicados a la gráfica e ilustración, al diseño web, la fotografía y el vídeo.

Ante la necesidad de crecimiento y de mayor amplitud de pista, optaban por marcharse hasta que decidieron quedarse ampliando su proyecto. A su estudio de diseño, Tactelgraphics, se le añadió un nuevo pariente: la galería Espai Tactel, nacida hace ahora poco más de dos años en un viejo almacén de la calle Dénia.

Sus propietarios suelen decir que fue la mejor idea de sus vidas, aunque a priori abrir una galería de arte contemporáneo en 2011 podría parecer cualquier cosa excepto una buena idea. "Abrimos porque nos dan igual las malas noticias que aparecen en los periódicos", comenta Juanma Menero.

En la inauguración, los centenares de personas que invadieron Tactel y sus alrededores (como si regalaran paella), hacían creer que se trataba del negocio con más futuro del mundo. Desde ese 2011 tienen un doble propósito: "contribuir a modernizar y hacer más interesante Valencia", y demostrar que una galería de arte puede flotar con vida, tomando como maestros a compañeros totémicos como Luis Adelantado, Rosa Santos, Espai Visor o el propio Nacho Valle, cuyo trabajo de fondo les ha hecho el camino, dicen, un poco más fácil.

Cómo convertirse en fenómeno

La galería Tactel  se ha convertido en un fenómeno local larvado en las entrañas de Russafa, beneficiado por el empaque del barrio. "Russafa nos ha hecho marca", interviene Chappaz, que justo durante la charla cumple los 31 años. Han conseguido traspasar el círculo -un tanto oprimido- del arte contemporáneo y captar la atención de un público más joven del que acostumbra a visitar galerías privadas. Yendo al fondo, en las paredes se suceden obras tendentes al diseño, la fotografía y la ilustración, aunque, tajantes, aseguran que su único criterio es que les guste lo que ven.

Delante de una amplia mesa de reuniones al fondo del espacio, buscan la clave que les ha llevado, en poco tiempo, a convertirse en una enseña de Valencia, al punto de celebrarse, el pasado abril, una muestra homenaje por su segundo aniversario, compuesta por nueve artistas y celebrada en Espai Rambleta. Como un reconocimiento a una larga trayectoria de apenas 24 meses.

No encuentran una clave de éxito, pero sí varias. Comenzando por la presentación de las exposiciones, una suerte de gran evento social con DJ's y largas colas. "Creemos que debe ser así; es el festejo de la obra de un artista", señala Chappaz. Pero convertir una galería en una gran fiesta, al margen de lo lúdico, tiene un alto componente de negocio: "Las mayores oportunidades de venta nos surgen el día de la inauguración de una exposición y en los días posteriores", reconoce Menero.

La repercusión de sus actos y el empeño perpetuo por la difusión, les ha acercado a varios patrocinadores, y a convertirse en un buen ejemplo de galería moderna: ancha en lo mediático, estrecha en lo presupuestario, e hiperactiva por necesidad. Durante trozos de la temporada, en cambio, se colocan el atuendo más tradicional de feriante y se introducen en una suerte de proceso -lento y caro- de centrifugado en el que pasan de exponer a exponerse. "Tener presencia en las buenas ferias cuesta entre 3.000 y 6.000 euros (...) Las dos primeras a las que fuimos fueron un desastre", explican.

De un chándal a Bassat Ogilvy

Menero y Chappaz, de Castellón y Valencia, se conocieron organizando fiestas a principios de los 2000, para las que que diseñaban flyers y carteles. De ahí pasaron a tener estudio propio, llamado Tactelgraphics por culpa de los chándals Tactel que aparecían en un videoclip de The Knife (recientemente descubrieron que 'tactel' también es una unidad de medida en robótica para definir un pixel sobre una pantalla táctil).

Pertenecen al momento en el que el diseño valenciano arrambló los arquetipos ochenteros para sumergirse sólo en lo digital. "Cuando yo empecé a estudiar apareció la primera cámara réflex digital accesible, la Canon 300D, y se acabó lo analógico", reflexiona Ismael Chappaz, de madre suiza y un padre medio alemán nacido en Teruel con orígenes gallegos. Chappaz es el torbellino, Menero la calma.

En su faceta como diseñadores, empuñan los pixeles con cualidad artesana. Trabajaron para la agencia Bassat Ogilvy, participando en el diseño de la campaña internacional del Banco Santander, y ahora empiezan a experimentar cómo, al contrario de lo que imaginaban, es Tactel la que atrae clientes a Tactelgraphics. Y es que a veces el riesgo hace germinar nuevas oportunidades.

Los problemas institucionales

El pasado año comisariaron y promovieron la muestra 'Le Nouveau Design', una exposición que recogía a los mejores representantes del actual diseño contemporáneo francés, y que permaneció en el MUVIM durante varios meses. Pero sin embargo, cuando se les pregunta por las principales dificultades en su trayectoria, hacen referencia furibunda a los representantes institucionales. Desde Consuelo Ciscar hasta el secretario autonómico de cultura Rafael Ripoll.

"En ARCO y sus ferias satélites las galerías valencianas éramos las segundas con más representación de España. Entonces Consuelo Ciscar nos compró a todos, compró con los ojos cerrados cualquier cosa, y todavía no nos ha pagado", rememoran. Del secretario autonómico recuerdan que en una reunión sectorial con representantes de las galerías de arte contemporáneo valenciano, "Ripoll se puso a hablar del San Pío V, que no tiene nada que ver con el arte contemporáneo". "Creo que hay gente no capacitada dirigiendo nuestra cultura", concluyen.

Tampoco tienen mejores palabras para la Asociación de Diseñadores de la Comunitat Valenciana, cuya directiva abandonaron: "Nos salimos porque están anquilosados, gestionan cosas de las que no son capaces. Por ejemplo, fue vergonzoso cómo organizaron la penúltima Valencia Diseny Week, llena de ostentosidad. Todavía acarrean pérdidas de aquello".

Los Tactel son una nueva especie de galeristas poco dados al silencio que han hecho del "quedarse en Valencia" su pequeña obsesión.

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