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EL DESHIELO EN EL POLO NORTE

El ártico, gota a gota

AINHOA GOÑI. 24/07/2013 La superficie del océano Ártico se derrite cada vez a un ritmo mayor; de hecho, podría quedarse sin hielo en los meses de verano en un plazo máximo de veinte años

VALENCIA. La superficie del océano Ártico se derrite cada vez a un ritmo mayor; de hecho, podría quedarse sin hielo en los meses de verano en un plazo máximo de veinte años. Pese al enorme problema medioambiental que esto supone, algunos gobiernos parecen más preocupados por asegurarse una parte de los tesoros que el fondo marino del Ártico alberga. El más preciado, el petróleo.
 
Decenas de científicos, ecologistas, tecnócratas y ciudadanos concienciados con el medio ambiente miran hacia el norte del planeta con preocupación. Esta zona, protagonista de hazañas humanas y cuentos increíbles, se vuelve cada vez más accesible y menos misteriosa, porque el entorno que la hacía única empieza a desvanecerse. Las razones de este deshielo acelerado son diversas, no hay un «enemigo único» al que combatir, la lucha está en varios frentes y las consecuencias tampoco se limitarán a esa zona; lo que ocurra en el Ártico nos afectará a todos.

El Ártico es una utopía que desaparece. Este paraíso blanco, que según los últimos datos ha alcanzado este año las cifras máximas de deshielo de la historia, tiene los días contados. Esta llamada por muchos expertos «frontera contra el cambio climático», está a punto de caer frente a muchos ojos atentos, que ven cómo las consecuencias podrían ser irreversibles.

Este verano las cifras de deshielo han sorprendido mes a mes. El océano Ártico ha registrado el mayor nivel de deshielo desde 1979, año en el que se empezaron a realizar estas mediciones. Las últimas imágenes, tomadas por un satélite de Estados Unidos en septiembre de 2012, e interpretadas por la NASA y el Centro de Datos Nacional de Hielo americano, han confirmado las peores hipótesis de los científicos. Ese mes el hielo del Ártico ocupaba 3,41 millones de kilómetros cuadrados, más de 70.000 menos que en 2007, cuando se estableció el último récord. 

No es un hecho aislado. Hace pocas semanas escuchábamos también que el glaciar Pettermann se rompía, desprendiéndose un iceberg de 70 kilómetros de longitud. Pero esas imágenes empiezan a no sorprendernos, por habituales. Según los datos que barajan los expertos en cambio climático, en diez años o como máximo en veinte, el Ártico estará completamente libre de hielo en verano.

«Las consecuencias inmediatas de la pérdida de hielo son la desaparición del hábitat de muchas especies, una aceleración del calentamiento del Ártico por el incremento del albedo y el aumento del riesgo de desencadenar cambios abruptos en el clima por la liberación masiva de gases de efecto invernadero.

A estos efectos hay que añadir el aumento de la presión humana sobre el ecosistema por el incremento de la actividad minera, de extracción de gas y petróleo, pesquera y de navegación», detalla Carlos Duarte, investigador del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados de Blanes (CSIC). Este deshielo no interesa a todo el mundo de la misma manera, ya que, sin hielo, el Ártico podría convertirse en el «Nuevo Mundo» para muchos países.

LOS "CINCO FANTÁSTICOS" DEL ÁRTICO

La nueva lucha territorial no está en la Luna, ni siquiera en Marte. La nueva guerra fría se está librando en el norte del globo terráqueo, lejos de nuestras miradas. Los países que dominan la zona norte y que quieren «repartirse el pastel» son EE UU, Rusia, Canadá, Noruega y Dinamarca, los llamados «Arctic 5».

Estos países reclaman partes de esa zona bajo la excusa de derechos históricos o cercanía territorial, pero dejan al margen a algunos de sus vecinos. Tres países más tienen parte de su territorio en el Ártico, pero están fuera de esa lucha por el control de la zona: Finlandia, Islandia y Suecia, aunque parte de ese territorio es considerado subártico.

En esta zona las normas no están nada claras, al contrario que en la Antártida, que cuenta con un tratado internacional que la protege de actividades económicas y militares. La Convención de Naciones Unidas del Derecho del Mar de 1982 abrió la posibilidad de que los países ribereños del Ártico pudiesen reclamar una zona económica más allá de las 200 millas náuticas (370 kilómetros) de sus aguas territoriales. Pero el conflicto aún no está resuelto.

La supervisión de la zona la lleva a cabo desde 1996 el Consejo Ártico, un foro intergubernamental que discute asuntos de los gobiernos de los países árticos y de sus pueblos indígenas recogido en la Declaración de Ottawa. A pesar del tratado, los países han ido tomando posiciones con más o menos éxito y con más o menos alarde nacional.

Ahora los barcos que navegan por la zona no buscan nuevas especies o calcular el nivel de oxígeno del agua, ahora estos barcos buscan límites territoriales y recursos naturales. Canadá, por ejemplo, ha actuado de forma directa para asegurarse la soberanía de esta zona olvidada durante años. De hecho, lleva años patrullando el Ártico con soldados y vigilándolo por satélite. 

Rusia tampoco tardó en tomar posiciones. En agosto de 2007, para demostrar que el Ártico es una extensión de la cordillera Lomonósov y Mendeléev y que, por lo tanto, le pertenecía, una expedición dirigida por Artur Chilingarov colocó una bandera rusa en el fondo marino. Este hecho, que parece simbólico, como la bandera americana colocada por Amstrong en la Luna, pretende reclamar 1,2 millones de kilómetros cuadrados del Ártico. Estas noticias nos llegaban a la vez que otros datos: un récord histórico de deshielo en la zona.

Dinamarca, que cuenta con Groenlandia en el Círculo Polar Ártico, ha realizado ya misiones geológicas en la zona para recopilar datos que demuestren que también tiene derecho a un pedazo del pastel. Estados Unidos, por su parte, también tiene en su poder un mapa del fondo ártico. 

Lejos queda ya el 11 de mayo de 1926, un día histórico en el que Roald Amundsen, Umberto Nobile, Lincoln Ellsworth y otras 13 personas llegaron al Polo Norte en el dirigible Norge. Lo conquistaron de otra forma, claro. 

Si ya se ha realizado ese gran viaje, si ya se ha coronado esa cima, entonces, ¿por qué es tan interesante hoy en día un pedazo de hielo? Parece que la respuesta a la soberanía de la zona está en el fondo marino, al igual que la riqueza que esconde.

Lea el artículo completo en la web de Mètode

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 Ainhoa Goñi. Directora de Comunicación del Consejo Superior de Investi­ga­ciones Científicas (CSIC)

FOTOS: Ainhoa Goñi

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