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enmarcar la ciudad

Diego Blanco, el intruso que retrata València en sus postales

9/08/2023 - 

VALÈNCIA. Diego Blanco nació en Tudela, Navarra, pero desde hace ocho años pasea incansablemente por València. En la ciudad cuenta además con un espacio fijo, acaba de instalarse en pleno barrio del Carmen, y ahora es oficialmente hijo adoptivo de la ciudad. Bueno, cuando Diego pasea en realidad lo que hace es mimetizarse con el ambiente, como si estuviera en un safari, lo hace para poder capturar a los viandantes de València en toda su esencia. Tras hacer esto casi diariamente ha conseguido crear unas tarjetas postales que definen perfectamente la esencia de València, cada una con las personalidades que más pasan por las localizaciones elegidas; Torres de Serranos, la Plaça Redona (su favorita) y la Ciutat de les Arts i les Ciències. Retratar estos lugares, explica, nace de una iniciativa propia en la que quería homenajear a la ciudad, creando postales “un poco aleatorias” para distinguirse de la típica imagen que siempre se vende. 

Construye València a través de la observación: ve los sitios que le gusta, los observa y ya luego los dibuja. “Al final lo que hago es hacer fotografías de los sitios en los que paseo e imaginar qué personas aparecen. Dibujo a personas que encajan con el entorno de alguna manera”, explica. Entre los personajes principales de estos lugares no puede faltar el guitarrista del puente de piedra de las Torres de Serranos, los ciclistas en la playa y, claro está, la típica valenciana que pasea con su perro y su tote-bag: “En la Plaça Redona dibujo a una chica que va con su galgo, vuelve de comprar en el Mercado Central y va con su ropa de moderna. Es una chica muy de barrio que podría estar perfectamente ahí”. Este reflejo social -dibujado- de las personas que viven y pasean por València se tinta de tonalidades alegres, que le salen sin querer: verdes, azules y colores “muy vivos y muy de València”.

El kit de postales, que puede ser que se amplíe en un futuro, se puede encontrar en Gnomo y Atypical València, donde los turistas -o los propios valencianos- pueden adquirir una pieza única de la ciudad. Diego confiesa que lo que más ilusión le hace es pensar que se puede convertir en un souvenir, en el que ha conseguido retratar parte de su recuerdo de la ciudad: “València aunque no sea mi ciudad natal es mi ciudad elegida. He venido aquí y me encanta, y por eso quería homenajearla. Que la gente se quiera llevar mis postales es algo que enorgullece muchísimo”. Su truco es admirar cada pequeño detalle que a los que vivimos aquí todo el año alguna vez se nos pasa, y celebrar hasta las cosas que pueden ser violentas para los valencianos, como la masificación por las calles o el exceso de turistas. 

En la radiografía contempla una ciudad abierta, luminosa y con gente muy sonriente. También siente una admiración secreta por los turistas, que le viene dada por las fotografías de Martin Parr, en quien de alguna manera se inspira: “Me fascina la cultura del turismo mediterráneo, desde un punto de vista más artístico y fotográfico. Me gusta disfrazarme de turista e ir por las zonas en las que se pasean, con mi cámara. Es como que te vuelves invisibles y tienes acceso a un montón de gente, comportamientos y situaciones que sin camuflarse es imposible”. Esta mimetización con el ambiente, el intrusismo, es lo que les permite dibujarlos de forma graciosa, y exprimiendo cada pequeño detalle de sus paseos que se pueden encontrar encapsulados en las pequeñas postales que cuentan la historia de la ciudad.

Un vecino que podría ser retratado

Diego cuenta ahora demás con un espacio propio en València, el estudio Puntitaca, compartido con Alfonso del Moral. Ahí viven en una casa estudio, en la que fue una antigua galería de arte durante muchos años. El nombre del espacio hace referencia al estilo artístico de cada uno, tal y como lo explica Diego: “Yo soy el punto, porque tengo una estética más minimalista y plástica, Alfonso es la mancha porque es un pintor empedernido”. En este espacio hacen exposiciones colectivas y lo usan también como espacio de trabajo, de cara a un futuro próximo plantean hacer una nueva muestra para poder exponer el trabajo de artistas valencianos, aunque ahora mismo están produciendo más que mostrando. Aún así Diego insiste en que el espacio, que es también la casa de ambos, está abierto para cualquier persona que quiera conocer el trabajo de ambos o sencillamente tomar unas “cervecitas creativas”. Cualquier escena digna de postal en la que Diego podría quedar retratado dentro del barrio del Carmen, ahora su segunda casa. 

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