El Teatro Talia acoge este mes una comedia basada en la confesión de un surtido variopinto de despertares sexuales
VALÈNCIA. A finales del pasado mes de junio, Jennifer Lawrence visitaba Madrid para promocionar su regreso al cine tras un hiato de cuatro años, la comedia Sin malos rollos. En la propuesta, todavía en la cartelera, da vida a una mujer contratada por los progenitores de un chaval introvertido. Su misión es la de desvirgarlo antes de su ingreso en la universidad. La trama partía de un hecho real, un anuncio en el sitio de anuncios clasificados Craiglist por parte de un padre con idénticas intenciones para con su retoño.
Durante un encuentro con la revista especializada Fotogramas, la actriz opinaba: “Perder la virginidad no significa nada, no va a cambiarte ni a definirte". Puede que como secundaba su compañero de reparto, Andrew B. Feldman, nos hallemos ante un “constructo”, puede que su significado sea personal, intransferible y diferente para cada cual, pero en la experiencia puesta en marcha por el productor de teatro Ken Davenport en 1998, resulta inolvidable.
Aquel año, el ganador de dos premios Tony atrajo la atención en Estados Unidos de 40.000 personas que decidieron compartir de manera anónima su despertar sexual en la web My First Time. Una selección de aquellas confesiones conformó un montaje teatral en la escena alternativa de Broadway que se constituyó en fenómeno de masas. Entre las descripciones íntimas hubo anécdotas embarazosas, tontorronas, entrañables, divertidas, tímidas, torpes, sensuales, absurdas, homosexuales y heterosexuales, un surtido que en su extensión podía servir de espejo a las propias experiencias de espectadores de todas las esquinas el mundo. Así lo intuyó el productor y director teatral español Gabriel Olivares, que hasta el próximo 24 de julio tiene programada en el Teatro Talía su propia versión Mi primera vez.
“Hay un momento en la función en el que se de dice que lo más importante no es la primera sino lo próxima vez, porque lo que valoramos es la evolución y el crecimiento del ser humano”, destaca el impulsor de la versión española.
La propuesta aúna un 50 por ciento de confidencias de aquella compilación original y un 50, patrias, recogidas, así mismo, en una web. Desde su estreno, la sociedad ha cambiado mucho y así lo refleja esta adaptación que le toma el pulso a las nuevas identidades en los relatos. El conjunto se completa cada noche con aportaciones del público, al que el elenco, con respeto y cariño, invita a a llenar un cuestionario donde detallar el lugar, la edad, la compañía y de reencontrase con esa persona, qué le diría.
Rebeca Valls, Àngel Fígols, Paula Braguinsky y Jorge Valle interpretan a más de 20 personajes en hora y media de frenética función. A diferencia del original, articulado a partir de monólogos, Olivares ha teatralizado las revelaciones y les ha sumado música y coreografías con una puesta en escena compuesta por pequeñas piezas donde ha repartido la trama a cuatro voces.
“El objetivo ha sido acercar el fenómeno de la primera vez desde todos los prismas posibles. Los textos son anónimos y no están escritos de manera literaria, así que el mayor trabajo ha sido desarrollar la dramaturgia. Creo que el resultado es muy amable y variado. .Está hecho con muy buen gusto y mucha cercanía, sin ánimo provocador. Es una obra libre, donde no se juzga a nadie, todas las opciones son válidas. Cada uno baja a este planeta a experimentar”, valora el director.
Sobre el escenario hay una pantalla que se subdivide en cuatro y cada una de ellas asemeja ser una puerta. La estructura resultante es de vodevil clásico, que roza el espectáculo de variedades. El montaje juega con la imaginación del espectador, pero en palabras de Olivares, “no es de sexo, sino más bien de torpeza”. El compendio de secretos es un acervo iniciático, donde prima la experiencia del debut, pero en cualquier situación, la curiosidad, el nerviosismo y la ansiedad que provoca la cópula, como también dar el primer paso.
“Al reunir todas estas historias resulta interesante comprobar que existe un mínimo común múltiplo, el de la inocencia”, revela el director. La versión americana incidía más en el trauma, pero la española se ha aligerado. El foco se pone sobre la edad, tanto si poca como si mucha, la planificación, tanto si fue una experiencia que se ha dado de sopetón como si fue minuciosamente preparada.
Al director le hace especial ilusión reparar en público joven entre la audiencia., porque para muchos Mi primera vez puede alcanzar el doble significado al serlo también como espectadores en el teatro. Sin embargo, no está concebida con un afán pedagógico. Su motivación es la desdramatizar, humanizar todas estas historias del pasado desde posiciones divertidas, para poder mirar al pasado con comprensión y amabilidad sanadoras, compasión e ironía. “Es entretenimiento, emoción y teatro”.
