El alimento como intercambio cultural

Ruralco, el albergue para compartir cocina, huerto y vida rural en las montañas de Culla

Existen muchas formas de viajar y Ruralco es una de ellas en versión gastronómica, colectiva y rural.

| 05/04/2024 | 5 min, 18 seg

Este albergue está situado a diez minutos del pueblo medieval de Culla, declarado uno de los pueblos más bonitos de España, entre las silenciosas montañas de la comarca del Alt Maestrat. Para llegar aquí se necesita vehículo propio, concretamente sesenta minutos desde la estación de Castellón. 

Podría parecer un trayecto largo si no fuese porque el mismo gerente, Óscar Traver, es quien recoge a los huéspedes que no disponen de coche. Carretera y risas, hay que subir más de 800 metros sobre el nivel del mar y cuando las curvas empiezan a notarse es cuando el corazón se acelera por adentrarse en un mundo que, sea como sea, no deja indiferente.

Los tres fundadores vieron en este edificio un proyecto para co-habitar. Según Óscar, “nace de tres personas que no querían vivir en la ciudad”. Habla de Anna, originaria de Les Useres, Lluis de Atzeneta y él mismo que es de Culla. Su visión de trabajar en el mundo digital no estaba reñida con querer vivir en el rural. Apostaron por un coliving que aunase el contraste de las ventajas de trabajar mirando a la pantalla del ordenador y levantar la vista para ver a través de la ventana las montañas de olivos y cerezos. 


El resultado fue un reclamo para nómadas digitales que buscan una estancia entre un mes y dos, pero también escritores que buscan silencio para tener foco, o incluso viajeros con ánimo de desconectar. Todos comparten una sensibilidad hacia la naturaleza, hacia lo rural y eso es lo que crea un ambiente mágico entre los grupos que se crean por capricho del destino. El albergue tiene 14 habitaciones privadas y zonas comunes que van desde un coworking, una sala polivalente para reuniones o yoga, un comedor y una cocina equipada de manera casi profesional que marca la dinámica de Ruralco.

Ruralco, colinving y cohabitar. Aquí casi todo es colaborativo y colectivo, incluso la comida que se vuelve tema central casi cada día. El domingo es el momento de reunión cuando se crea un horario para distribuir los tiempos en cocina: en parejas de dos, cuando hay muchos huéspedes, se asigna un día por cada grupo y se decide el menú. Es el mismo Óscar quien se encarga de comprar la lista de ingredientes el lunes a primera hora. Así dan pistoletazo de salida a toda una semana de intercambio cultural mediante recetas internacionales.


El pastel de pastor de carne picada y patata, sheperd’s pie en inglés, se convirtió en el favorito de Juan Carlos Ontiveros. Este mexicano está agradecido a Joe por descubrirle platillos ingleses más allá del Fish and Chips. Juan Carlos lleva un negocio de software por internet, su base está en Valencia y no duda en volver a Ruralco una y otra vez para rodearse de naturaleza. Cuenta orgulloso que aprendió a cocinar paella valenciana un domingo con todo el grupo.

Marina Guastavino es argentina y también ha descubierto muchísimas recetas gracias a sus estancias en Ruralco, “desde comida asiática hasta recetas de las abuelas, pero la mejor es una muy sencilla: calabacín cortado en láminas como pasta, salteado con albahaca,  tomates de la huerta, cebolla y ajo”. Remarca que lo especial es cuando utilizan “los ingredientes que se cultivan por la zona, realmente tienen un sabor especial”. Pero el mejor descubrimiento para ella es el vino de Castellón y de Valencia, que de lejos, son sus favoritos de España. 

Marina es co-fundadora de Directo Extension Getdirecto.com, una herramienta para ahorrar en viajes. Escogió Ruralco atraída por la combinación de poder trabajar en un lugar alejado y lleno de naturaleza.  Le llamó la atención el aspecto de comunidad, de vivir en conjunto con otras personas a la vez que también tienes tu espacio. Al vivirlo, puedo decir que la realidad superó ampliamente sus expectativas.

Aunque el corazón de Ruralco está en la cocina, lo mejor es su entorno. Dispone extensas zonas verdes como un jardín silvestre, con sombras para el verano y perfectas para realizar catas de vinos de Castelló entre otras actividades con bodegas, queserías y proyectos de las diferentes comarcas de la zona. Óscar está en continuo movimiento para generar actividades para que los habitantes de Ruralco tengan una relación directa con el territorio y con la vida rural. Como recoger higos o cerezas en temporada. De hecho, acaban de adquirir casi 50 árboles frutales de variedades tradicionales adaptadas al clima de Culla. Dentro de unos años, los huéspedes también recogerán peras, manzanas, ciruelos, albaricoques y uva gracias a un proyecto colaborativo con Terrenae y Connecta Natura.

“Jugar junto al fuego, pasar horas en la cocina, cocinando y horneando, paseos por la naturaleza, leer libros y entablar conversaciones sobre el estilo de vida, la amistad y el patrimonio cultural eran parte del paquete de un entorno rural y constituían un entorno perfecto a mis proyectos de escritura y trabajo de Story Lounge”. Cuenta Talia Stone, escritora que vino de Amsterdam. Cuenta toda su experiencia en su diario de viajes: : “Mientras tomamos decisiones financieras, redactamos propuestas de proyectos o establecemos estrategias de marketing, las majestuosas montañas verdes nos miran fijamente a través de los grandes ventanales”.

Como resalta Talia, las estancias de unos días se quedan cortas aquí. Con unos 116 km de montaña, agreste con cuevas y barrancos, las visitas que más cunden suelen ser las de dos meses, pero también hay disponibilidad para una semana o, en temporada baja, un fin de semana. Cortar leña para el fuego en invierno, recoger frutos, o ayudar a plantar y regar el huerto; nada es obligatorio que para eso aceptan voluntariados, pero todo suma si lo que se busca es vivir una experiencia inmersiva para ser un vecino de lo rural en vez de un turista.

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