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LA LIBRERÍA

‘Exhalación’, de Ted Chiang, el libro que querríamos haber escrito

Sexto Piso dispone en su catálogo de una de las obras más brillantes de la ficción especulativa reciente, una antología de relatos de un nivel extraordinario

7/08/2023 - 

VALÈNCIA. La medida del talento con el que ha sido escrita una historia de eso a lo que llamamos ciencia ficción de un modo altamente inexacto no tiene que ver con una temática específica, clásica o de moda, ni siquiera tanto con el estilo (aunque evidentemente este es un factor esencial): la auténtica naturaleza de las obras maestras del género tiene más que ver con la capacidad del relato para plantear preguntas tan sorprendentes que ni si quiera precisen una respuesta para generar un gran asombro. Esa es la verdadera virtud que define los máximos exponentes de un campo al que convendría más referirse como fantasía especulativa, y que es tan influyente que no solo produce narrativa, sino también ciencia. Así es: no son pocos los avances que ha anticipado la sci-fi en sus páginas, pero es que además son muchas las vocaciones científicas que han despertado los libros de ficción científica, que como ya hemos comentado alguna vez por aquí, sería la traducción adecuada (aunque mucho menos potente que la fórmula que ahora empleamos). 

El género lleva ya décadas siendo muy trabajado con peor o mejor respeto y resultado. Por suerte, de tanto en tanto aparecen voces que parecen tener un sentido de la vista tan fino que les permite ver más allá del presente. Algunas de esas miradas son las de Asimov, Lem, Butler, K. Le Guin o los Strugatski. Suyas son historias que nos han hecho soñar, volar, y por encima de todo, pensar. Pensar en lo por ahora imposible, improbable, o desconocido. Han envejecido tan bien sus relatos más célebres, que aún no han quedado relegadas al cajón de lo retrofuturista, como sí ha sucedido con otros, como por ejemplo, La guerra de los mundos. Las mejores historias de la ficción especulativa comparten el haber puesto el foco en cuestiones trascendentales de nuestra existencia. Y eso es precisamente lo que también ha hecho Ted Chiang en su cuidadísima obra, en la que se incluye algo tan poco común como la fascinante antología de relatos que es Exhalación

Traducida por Rubén Martín Giráldez, esta obra maestra constituida por nueve relatos y unos comentarios sobre los mismos no es víctima ni producto de la actualidad, ni lo necesita: fue publicada en el infausto dos mil veinte pero hoy es tan buen momento para leerla como entonces. Chiang, para ofrecer un poco más de contexto, es también el autor de La historia de tu vida, el relato en el que se basó la película La llegada, muy fiel al original, pero no tan hábil para mostrar la idea esencial que sin embargo en el cuento lleva nuestra mente a una nueva dimensión, convirtiendo un razonamiento complejísimo acerca de la percepción en algo cuasi poético, y tremendamente emocional. Chiang es tan bueno que puede escribir sobre heptápodos interestelares en una página y en la anterior sobre la construcción de la torre de Babel, o como en este caso, en una sobre un alquimista a caballo entre Las mil y una noches y El fin de la eternidad, y a continuación, regalarnos una fábula robótica conmovedora. Los relatos de Exhalación (que es por cierto el título de dicha fábula) son del tipo que uno querría haber escrito. El libro al completo es de esa clase. Con mayor o menor extensión, en el pasado, en el presente o en el futuro: Chiang se maneja a la perfección en cualquier coordenada, y siempre apunta a una de las grandes preguntas. El ciclo de vida de los elementos de software (los títulos son otro de los puntos fuertes del autor) nos obliga a plantearnos preguntas incómodas sobre los cuidados y la protección, y también sobre la sexualidad y el amor. Una historia tan breve (y tan inteligente) como Lo que se espera de nosotros, por otro lado, nos enfrenta a un dispositivo capaz de convertir el suelo filosófico que habitamos en arenas movedizas por medio de la intervención de una luz verde:

“Generalmente, una persona juega con un Pronostic de manera compulsiva durante varios días, se lo enseña a sus amigos, prueba distintas estratagemas para burlar al aparato. Puede parecer que la persona pierde interés en ello, pero nadie es capaz de olvidar lo que significa; a lo largo de las semanas siguientes las implicaciones de un futuro inmutable van calando. Algunas personas, al darse cuenta de que sus elecciones no importan, dejan de tomar decisiones por completo. Como una legión de Bartlebys, dejan de participar en la acción espontánea. Finalmente, una tercera parte de los que juegan con un Pronostic tienen que ser hospitalizados porque dejan de comer. El estado final es de mutismo acinético, una especie de coma en plena vigilia. Siguen los objetos en movimiento con la mirada y cambian de posición ocasionalmente, pero nada más. Se conserva la motricidad, pero la motivación ha desaparecido”. Lo cierto es que Chiang es un autor extraordinario, y Exhalación es un libro perfecto para comprobarlo. Nada en sus historias ha sido dejado al azar: todo se inserta y conecta con extrema precisión. Aquí, un último y hermoso ejemplo de ello: “Pero tengo una esperanza incluso más leve: no sólo que esos habitantes usen nuestro universo como reservorio, sino que una vez lo hayan vaciado de su aire, sean capaces un día de abrir un pasaje y entrar realmente en nuestro universo como exploradores. Deambularán por nuestras calles, verán nuestros cuerpos congelados, rebuscarán entre nuestras posesiones y se preguntarán por las vidas que llevamos. Ésa es la razón por la que he escrito este informe. Tú, espero, eres uno de esos exploradores. Tú, espero, encontraste estas hojas de cobre y descifraste las palabras grabadas en su superficie. E independientemente de que tu cerebro funcione impelido por el aire que impelió el mío o no, por medio del acto de leer estas palabras, los patrones que forman tus pensamientos se vuelven una imitación de los patrones que un día formaron los míos. Y de esta manera vivo de nuevo a través de ti”.

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