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VALENCIA. A un novato en la materia podría extrañarle que todo el mundo durante las fallas lance petardos a sus pies. Unas horas en las calles valencianas equivalen, sin duda, a hacer unas maniobras en Ucrania. Pero los petardos callejeros no son nada en comparación con la mascletà, lo más parecido a una terapia de grupo basada en electroshocks. Al fin y al cabo, es el instrumento de las autoridades para dejar aturdida a la multitud durante varios días, cortarnos las calles y esparcir buñuelos debajo de las alfombras.

En época fallera, a las dos de la tarde, la plaza del Ayuntamiento es como el metro de Tokio a las siete de la mañana, con miles de personas apelotonadas dispuestas a disfrutar de la atronadora mascletà. Casi tanto como los carteristas, que aprovechan el momento en el que uno está absorto mirando al cielo para levantarle la billetera.

Pero hay gente que ve las mascletaes desde arriba, no desde un helicóptero como Christian Grey, sino desde un balcón. El más codiciado es el del Ayuntamiento de Valencia, el sitio en el que hay que estar si quieres ser. Es el lugar al que invitan a todos los personajes de relumbrón que visitan las Fallas y el que invaden los políticos, que suelen ocupar la segunda fi la, detrás de las peinetas de las falleras.

Por ese balcón han pasado los Reyes de España, las Infantas, presidentes del gobierno como José María Aznar o Mariano Rajoy, ministros, embajadores, escritores como Antonio Gala, deportistas como David Villa, Albelda o el nadador David Meca, periodistas como Carlos Herrera o Pedro Piqueras, rostros televisivos como Inés Ballester, actores y hasta socialités como Carmen Lomana.

Lea el artículo completo en el especial que se incluye en el número de marzo de la revista Plaza en su kiosco o a través de la apps.