restorán de la semana

Taberna La Samorra

Una taberna cerca del Almudín que es una Galia de la gastronomía tradicional en un entorno copado por restaurantes ideados para turistas 

| 17/05/2024 | 5 min, 19 seg

VALÈNCIA. Es cierto que el centro de València y ese núcleo que forma la catedral de València y sus calles adyacentes puede llevar a una cierta nostalgia de lo que antaño existió en esta zona. Me refiero a locales con personalidad, que defienden unas raíces que aman y de las que se sienten orgullosos y, por qué no decirlo, de alguna manera embajadores. Locales que huyen del postín y de ese cliente que busca el like en Instagram para seguir perpetuando la cocina que han vivido en sus casas. Sí, es complicado encontrar restaurantes tradicionales en una zona donde parece que todo está ideado para satisfacer al turista, pero cuando ves una terraza repleta de personas disfrutando alrededor de unas tapas que hablan de tradición piensas que no todo está perdido y que todavía hay hueco para la esperanza. Y es precisamente esa esperanza la que resurge cuando descubres la Taberna La Samorra (C/ de l'Almodí, 14), una especie de Galia de la gastronomía en el centro de València. 

Un restorán que sorprende nada más bajar ese escalón de la entrada, con esa decoración que habla de otros tiempos y donde se percibe que cada pequeño detalle encierra una historia. No hay tiempo para observar con detenimiento el lugar, David Balaguer hace los honores y te acomoda en una mesa. Acaba de darte asiento en su hogar, quiere que te olvides del reloj y que disfrutes de la velada. Un propósito que logra a los pocos segundos, gracias a su hospitalidad y a una sonrisa que deja entrever su amor por el oficio. Una naturalidad que hace que te relajes e incluso que mires toda esa decoración como si fuera la tuya propia: los libros de tu infancia, el tocadiscos de un familiar, la máquina de escribir con la que escribiste tu primera carta, la radio antigua que llenaba los silencios…  Solo ese cuadro de la Virgen de los Desamparados advierte que es su casa. “Quiero que las personas se sientan a gusto aquí, que disfruten de una gastronomía tradicional y que sepan que esta es su casa”, cuenta David Balaguer, propietario de la taberna La Samorra. 

Cocina tradicional y de La Marina 

De hecho, su desparpajo y simpatía reconforta. Lleva desde los catorce años en el oficio y sabe realmente lo que quería cuando hace dos años (julio de 2022) emprendió la aventura de emprender con su propio local: un restaurante auténtico, asentado en las recetas tradicionales y donde se beba buen vino. Y es precisamente lo que es hoy taberna La Samorra, aunque añadiría que también es un refugio para huir de la vanguardia que inunda València. “Quería abrir un restaurante en el que la gente saliera contenta de allí, que disfrutara con una gastronomía tradicional que ahondara en las raíces valencianas”, comenta David. Y lo hizo en un restorán del que se enamoró a primera vista y que apareció casi por casualidad: “una persona me lo enseñó y tal fue mi flechazo que sin pensarlo dos veces ni hacer números le dije que me lo quedaba”. Ese local era el antiguo Almudín, aunque de esa etapa David renunció para empezar de cero su proyecto: “Sabía que quería hacer algo personal, sin el legado de nadie”. Conserva algunas cosas, como esa silla de barbero que, dicen, es la que se sentaba el obispo cuando iba a cortarse el pelo. 

Y es así como fundamentó su taberna en una cocina tradicional que bebe de su infancia, en Els Poblets (Dénia) y del bar que regentaba su madre, el bar San Francisco, donde trabajaba también con su hermano. De ahí que en su carta predominen recetas y productos de La Marina, como los figatells, la gamba amb bleda, el pulpo, la sangre con cebolla o la pilota —riquísima—, aunque también hay tapas que reinterpretan clásicos, como las patatas bravas o esas croquetas de titaina que están deliciosas y sorprenden por su crujiente exterior y cremosidad. 

No hay secretos en su carta, solo tradición y amor por sus raíces. “Crecí en un bar de barriada, de tapeo, y es lo que  he vivido toda la vida y lo que quería ofrecer en mi propio restaurante”, comenta David. Esa fue su escuela —"la mejor que podría haber tenido"— y en la que supo que la sala es lo que realmente le gustaba: “Yo disfruto atendiendo a la gente, estando en barra y no en cocina”. Y es curioso porque cuando empezó no era así: “De niño era muy tímido y cuando tomaba nota lo pasaba muy mal, y más si luego tenía que volver a la mesa para decir que ya no había existencias de ese producto que habían pedido”. Es complicado imaginarse hoy esa timidez. 

Una cocina sabrosa, con ingredientes de calidad y sin grandes artificios que va acompañada por unos vinos que en pocos sitios se pueden encontrar. Además, siguiendo la filosofía de la taberna en su mayoría son valencianos —aunque también tiene de otros lugares—. Concretamente, tiene unas cincuenta referencias de vinos tintos valencianos y una veintena de blancos. Una muestra por su compromiso por las raíces valencianas y los productos de cercanía. 

En definitiva, una taberna en la que merece hacer un alto, olvidarse del reloj y volverse a enamorar de una gastronomía cercana, que habla de raíces y que no tiene por qué ser vanguardista o innovadora. Una taberna en la que ser feliz, ya sea en esa barra comiendo de tapas y de manera informal o en una mesa y estirar la velada hasta que el vino se acabe. Sea como sea, un lugar del que sales con una sonrisa y recordando la València que te gusta. 

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